30.12.10

Creo que debería volver a aclarar algo.
No vivo en el pasado. Escribo sobre el pasado, que no es lo mismo.
Mi presente es sólo mío. Mío y de la persona con la que lo comparto, que en un alarde de originalidad he nombrado El Novio.
A lo largo de este blog están desparramados Hobbit, Osezno, E.D.M (o S. M), Mr. Big, Chicomar, El primo. Pero él es el único El Novio.
Mi pasado es sólo mi pasado. Mi pasado son recuerdos, quietos, inmóviles, sin vida.
Pasados a través de la invención de Morel.
Pero mi presente está vivo, y me hace sonreír, y me crea tal cantidad de endorfinas como para parar un tren (y evitar que mi muy maltrecho cuerpo enferme).
Mi presente es simple y suave, cercano. Mi presente no me genera angustia ni ansiedad. Mi presente no hace que me duerma llorando.
Mi presente está conmigo todos los días, y eso no es un problema (lo que es un problema, pero porque me gusta ser complicada). Mi presente incluye comida para dos y ponerle pasta de dientes a otro dentífrico. Mi presente tiene su foto enmarcada en mi habitación, en su habitación, en nuestra habitación. Mi presente me cuida y protege, me hace sentir segura, permite que deje de luchar por todo. Ya no más pelear con la distancia, con las diferencias, con las voluntades ajenas.
Mi presente es sólo mío.
Mi presente será pasado en algún momento, y entonces podré nombrarlo, explicarlo, contarlo.
Pero hasta que ese momento llegue, juego con recuerdos, escribo sobre recuerdos, escribo sobre otras personas, otros tiempos y otros lugares, porque no quiero compartir lo que es mío, no quiero que nadie me desgaste estos momentos, estas caricias, estas conversaciones.
Porque esta paz y esta calma son sólo mías

28.12.10

Sam.

Me acordé de cómo gruñías y me atacabas, de tu respiración entrecortada en mi oreja, de tu cara sobre mí.
Me acordé de como poco a poco tu cara se fue transformando, se hizo más suave, cuando empecé a llorar. Y simplemente me abrazaste.

27.12.10

Una de las cosas que más feliz me hizo, además de ver aparecer su cabeza llena de rizos en el marco de mi puerta, fue saber que él me sigue considerando alguien a quien merece la pena sorprender en su casa una mañana de Navidad.

Yo también te quiero.

25.12.10

Duda.

¿Debería salir a buscar aventuras extraordinarias, vidas extraordinarias, amores extraordinarios?
¿O vivir con la felicidad simple, sencilla, real?

13.12.10

¿Cuántas veces más me ignorarás al cruzarnos?
¿Cuánto tiempo más vas a evitar trabajar conmigo?
¿Cuánto más hasta que podamos vivir en la misma ciudad?

Casi un año después, doy el primer paso.

"Hola".

Fin de año.

"Algún día, todo esto será nuestro.

Nosotros seremos los profesores, los técnicos, los redactores, los creativos, los organizadores, los dependientes, los maestros, los traductores, los arquitectos, los ingenieros, los cocineros, los escritores, los abogados, los pintores.
Seremos los que se levanten a las 7 de la mañana y hagan girar al mundo. Los que le solucionen la vida a los demás. Los que vivan su propia vida.

Este no es el momento de salir todas las noches, arruinarnos el hígado y el bolsillo, matar neuronas, perder el tiempo.
Es el momento de investigar, de conocer cosas nuevas, de abrir la mente, de leer, de trabajar, de pensar.

Cuando tengamos 23 o 24 años y nuestro título en la mano recordaremos las horas pasadas haciendo trabajos kilométricos, presentaciones tediosas y almacenando información (inútil en su mayoría); los días en la facultad, las noches sin dormir, esos dos meses mortales de exámenes.
Y ese va a ser el momento de cumplir con nuestro horario laboral y después, vivir.
De no llegar a casa pensando en el proyecto que tenemos entre manos y dormirnos pensando en él y despertarnos pensando en él.
De viajar, de conocer, de disfrutar.
De gastar nuestro dinero en lo que queramos.

Así que espero fumando.
Espero mientras hago malabares con el trabajo de investigación, las dos reseñas de libros y las dos prácticas que tengo por hacer, mientras los apuntes se acumulan a mi lado.
Espero mientras veo a otros salir todos los jueves, espero mientras vienen con sus historias divertidas y surrealistas, espero mientras los envidio un poco.

Espero fumando con un libro en la mano y un ordenador en otra.
Espero mientras hago números y veo que no, que no llego a fin de mes y me preocupo por la beca y el aumento del bonobús y por lo maruja que me estoy volviendo.

Espero fumando mientras planeo proyectos personales, cámara en mano y con pasión aunque sin tiempo ni energía.
Espero contando los días para que termine este año, para empezar el siguiente, para lanzarme al mundo.
Espero fumando con amigos, con rollos, con novios, con compañeras de piso, con desconocidos que conozco una tarde en algún sitio.
Espero mientras miro exposiciones, mientras participo en ellas, mientras me muevo inquieta por esta ciudad que no es la mía pero que también lo es.

Porque, como me dijeron la otra vez, el tiempo no es un factor importante.
"


18/06/08
Hace dos años parecía tenerlo todo más claro.

Mashup.

Es mi primer muchas cosas: primera familia política a la que viajo a conocer, primero del que pongo una foto en mi habitación en un marco bonito, primero con el que no me agobia pasar tanto tiempo juntos.

Fue la primera vez que fui a un hotel como una adulta. Sin viajes de fin de curso, sin familia. Sólo nosotros y la habitación 117, desde cuya cama se veía el mar.
Las cortinas blancas, la ducha conjunta, las toallas que no se secaban, mis pies lastimados, descubrir todo un mundo nuevo.

Al despertarnos, primero me daba un beso a mí, y después a mi marca de nacimiento. Al acostarnos primero se lo daba a mi marca de nacimiento.

Hablé 10 horas seguidas con él. Diez horas seguidas.

La primera mañana que nos despertamos juntos, abrazados y con mariposas en el estómago, fue la mañana más clara y brillante de mis cinco años en Sevilla. E intentar mantener el secreto fue divertido los tres días que duró.

Me hizo sentir deseada, realmente deseada, por primera vez en mucho tiempo. Fue el primero en el que me fijé cuando llegué, y dos años y pico después, el primero con el que me acosté.

Mushy.

Me acostumbré a dormir desnuda.
Ahora termino quitándome el piyama. Me pica, me molesta, me resulta incómodo. No puedo dormir vestida.
Y eso me hace echarlo más de menos.

6.12.10

Audrey.

Esta canción para mí siempre será verano, humo de porro, calor, sudor, sexo, cortinas marrones, cama revuelta, paseos en moto, encuentro furtivo detrás de unos servicios, miedo, emoción, besos, caricias, primeras veces, pudor, luz tenue, risas, conversaciones, saliva, abrazos, soñar con otras vidas, tirarme en la cama a mirar el infinito, Osezno, cuerpos desnudos, nuevo.


5.12.10

Bitch Club. Life Member.

Volví a ser la chica de 15 años que se ponía camisetas con frases provocadoras en colores flúo, la que te desafiaba a que la miraras, la que necesitaba que le dieses una excusa para odiarte.
Pero ahora lo hago con un gorro con orejas de gato.

1.12.10

Larvae.

Insomne me dijo que estaba muy bien saber que todo lo que necesito para salir corriendo está en mi mochila.
No es así.
Estoy demasiado atada, enredada en esta realidad y en esta vida, como para dejar todo y escapar. No puedo cortar ciertos lazos.
Lazos de sangre, lazos de amor, lazos de costumbre, lazos de tiempo, lazos de experiencias.
No puedo deshacer lo que está hecho, romper lo que está unido, viajar con poco equipaje.

Siempre llevo demasiado peso.
Siempre llevo demasiado peso para una persona que es Ciudadana del Mundo, que no tiene un lugar propio, que es de todos lados.
Pero ¡ah pequeña!, te olvidaste de un detalle: las mayores ataduras no son los lugares, son las personas.
Así que por más que seas una Ciudadana del Mundo, por más que puedas sentirte en casa en cualquier lugar, siempre tendrás que volver a los que querés. Siempre podrás volver a los que querés. Siempre necesitarás volver a los que querés.


El peso crece por momentos. Crece con cada encuentro, con cada vivencia. Y llegará un momento en el que no podré escapar, en el que estaré atada a un lugar y a unas relaciones para siempre.
Y eso sólo me da más ganas de salir corriendo.

El mundo es cada vez más complicado. Mi mundo, al menos. Por cada eslabón que se agrega en mi cadena aparecen más problemas, más complicaciones, más razones por las que huir sin mirar atrás.

Déjenme ser libre. Déjenme huir de mis problemas, ser irresponsable, saltar de sitio en sitio, volver a empezar. Déjenme reinventarme.
Porque cuando tuve la oportunidad, cuando realmente empecé de nuevo, no supe apreciarlo. Seguí siendo la misma, demasiado aferrada a mis propios pájaros en la cabeza, a mi supuesta grandeza, a lo que siempre me dijeron.

Podría haber sido cualquiera, y elegí ser yo, una yo que se fue alejando cada vez más de lo que era en realidad, para transformarse en esta larva cobarde y vaga que no se atreve a romper cosas, a hacer ruido, a lograr que alguien se dé cuenta de que existe.
Esta larva que dejó toda su magia por el camino y que ni siquiera puede keep her sh*t together.

Ojalá pudiese cargar todo mi peso en una mochila.
Ojalá pudiese ser tan libre.
Ojalá pudiese salir corriendo de verdad.
Pero estoy trabada acá.

29.11.10

Evolución.

Me corté las uñas.
Me corté el pelo.
Mis faldas ahora son más largas.
Dejé de forzarme para usar zapatos de tacón.
Los vestidos ya no son tan ajustados.
Dejé de alisarme el pelo todos los fines de semana.
Estoy más cómoda saliendo con un vaquero y una camiseta.
Ya no me maquillo tanto.

Me volví práctica. Las zapatillas son mis amigas. Estoy siempre lista para salir corriendo, para cargar equipo, para trabajar.
Me volví práctica. Me volví cómoda. Me volví menos llamativa. Me volví menos provocadora.
Me volví más adulta.

22.11.10

Dejar de ser.

Hace tiempo escribí que lo que más miedo me daba era perder los recuerdos.
Por eso escribo todo, clasifico todo, fecho todo. Para poder recordar mi vida y quién fui, porque sin recuerdos no soy nadie.

A mi abuela le acaban de diagnosticar Alzheimer.

9.11.10

Stick.

Cuando me lo contaste tenía demasiado alcohol en sangre como para darme cuenta de lo que realmente estabas diciendo.
Pero ayer me di cuenta: Capullo, me dejaste por otra.

8.11.10

Lick.

Ser la última persona con la que alguien se acostó me hace sentir orgullosa.
Es raro, pero saber que nadie más que vos estuvo tan cerca de él en todo ese tiempo... Es casi como si todavía pudiese sentir mi saliva sobre él.

29.10.10

Entre una montaña de otras cosas olvidadas, tu fotografía.

27.10.10

Septiembre.

Cuando volvés a un sitio, y todo es igual pero a la vez diferente.
Cuando volvés a una persona, y todo es diferente pero a la vez igual.

10.10.10

Fact XXV.

Lo quiero porque me hace feliz.

3.10.10

"With my hands open and my eyes open I just keep hoping that your heart opens"

Podría escribir nuestra historia mil veces, de mil maneras distintas. Podría escribirla entera, de golpe, o ir contando trozos a lo largo de los años.
Pero la verdad, la verdad desnuda de nuestra relación, permanece alejada de lo que soy capaz de contar con palabras.
Somos amigos, fuimos amantes, somos parte del otro, nos hacemos cruzar el límite mutuamente, volvemos al punto de partida varias veces, nos miramos a los ojos y hay más de lo que dicen las palabras, vivimos a través de nuestros olores, pasamos horas pensando en el otro y hablando con el otro, competimos en el terreno académico y audiovisual (y siempre gana él), vivimos varias vidas imaginadas, seguimos intentando algo imposible.
Anoche, un septiembre más, hablamos de pie en medio de la Feria. Esta vez no pudieron ser horas. Tuvimos que conformarnos con bastante menos.
Anoche las frases incompletas significaron mucho más.
Anoche finalmente dijimos directamente lo que los dos sabíamos y sabíamos que el otro sabía.
Nosotros somos así. Y por más que ya no podamos tener la misma relación que antes, no podemos evitar mirarnos a los ojos y saber que hay mucho más. Pero también sabemos que no hay nada más.
Que nunca tendremos una relación normal, que nunca tendremos una relación propiamente dicha. Porque él es como es y yo soy como soy y él es como es.
Así que ya no cuento la historia del amor de mi vida, porque lleva mucho sin ser el amor de mi vida. Porque encontré otros amores de mi vida que sí quieren serlo.
Porque nunca quisimos lo mismo, pero aún así nos queremos.
Así que seguimos siendo nosotros, y ocultando al mundo lo que somos, porque desde fuera parece una locura, una insensatez, algo malo y que hace daño.
Y no lo es.
Nos queremos y deseamos lo mejor para el otro. Somos parte de su sistema de apoyo. Nos divertimos y nos hacemos reír. Tenemos mucha historia juntos, y eso va a ser así siempre.
Simplemente, no es algo convencional, porque nosotros no lo somos.

Y aunque sé todo esto, no pude evitar sentir que una era se acababa. La era donde todavía fingíamos que podíamos tener todo lo que queríamos.

28.9.10

Pastillitas rosas.

Mi problema ahora es que como casi siempre estoy feliz, cuando tengo un día malo es MUY malo.

22.9.10

Cuando nos alejamos, cuando me alejo de él y de sus ojos y de su voz y de sus manos, todo empieza a resultarme pesado.
El estar todo el tiempo juntos, el sentirme obligada a mantener el contacto diario, el hacer planes tan a futuro.
El anillo que me regaló me molesta para dormir: me aprieta o se me clava o me resulta incómodo.
Cuando salgo de la atmósfera intoxicante que nos creamos, vuelvo a ser la de antes, la de los miedos y los agobios.
Por suerte, en cuatro días volvemos a ser nosotros. Y entonces podré disfrutar del momento, y no sentirme mal porque pienso que él me quiere más de lo que yo lo quiero a él.

15.9.10

Círculo.

El sábado pasado me encontré en el mismo día con mi primer ex español y con el último.
Seis años entre ellos. Cuatro relaciones, una de ellas realmente seria. Varios rollos menores. Tres amores.
Toda una vida.

8.9.10

Auchan.

Hace unos días fui a un hipermercado.
Fue como viajar en el tiempo.
Nuestra rutina de los sábados por la mañana era esa: ir al hipermercado de cerca de su piso, comprar comida para la semana, productos de limpieza, pasear por góndolas sin ánimo de comprar nada, mirar menaje, bebés en sus carritos, animales en la tienda de animales que todo hiper tiene, ponernos tiernos debajo del muérdago de la sección de carnicería, reírnos al ir a pagar.
Vivir una vida adulta, pensando que teníamos 30 años y una casa y una relación para siempre, teniendo 18 y 19, viviendo de nuestros padres y fingiendo que éramos más adultos de lo que éramos.
Nos gustaba vivir esa fantasía, nos divertida jugar entre góndolas a que todo era real.
Y parte de nosotros se quedó ahí, atrapada en un hipermercado eterno, lista para recogerla al entrar.

29.8.10

Mr. Big.

Después de tantos años, seguís poniéndome tonta al hablar. O al mirarme. O al existir.
Y no hay nada que me guste menos que ese poder que tenés sobre mí.
Y a la vez, no hay nada que me guste más que todavía tenerte en mi vida.

16.8.10

No es un adiós, sino un hasta luego.

Mi primer día de clases en España es un borrón. Incluso a la semana no podía recordar más que fragmentos.
Sé que la gente me miraba al hablar, y me miraba los pantalones insistentemente (en Argentina ya no se usaban los pantalones de campana y mis vaqueros eran rectos).
Recuerdo a una chica toda vestida de rosa ("Mini-María", dijeron mis nuevas amigas al unísono cuando se los conté), otra chica que me trajo una silla (la siempre amable Cristina) y unos chicos que creía que eran mellizos pero que ahora los miro y no se parecen en nada.
Y lo que más claramente recuerdo fue mi última hora de clase. Educación Física. Yo no sabía mi horario, así que no llevaba ropa adecuada para hacer deporte (odio la ropa adecuada para hacer deporte). Miguel, nuestro profesor, me sentó con los que tampoco podían hacer deporte: Raquel, que tenía las cervicales lastimadas, y Kike, que se había torcido la muñeca esquiando la semana anterior.
Me senté con ellos en el suelo, al lado del aro de baloncesto. Raquel me hacía preguntas, mientras Kike escuchaba y dibujaba.
Kike era una masa de rizos castaños, unas gafas increíblemente gordas y deformes y un jersey azul que tendría durante años. Así lo recuerdo ese día. Rizos, gafas, y mucho azul.

A los dos meses, la rotación de compañeros de banco hizo que me sentara con Kike durante los dos últimos meses de clases. No hablábamos demasiado. Veíamos graffitis por internet, nos reíamos de nuestro profesor de Lengua, nos enterábamos un poco de la vida del otro.
Un día llegué a clase, fui a mi sitio y había un chico sentado ahí. Lo volví a mirar y no era un chico, era Kike, pero sin su maravillosa pelambrera rizada. Fue raro acostumbrarse, pero al final...

Los años pasaron. Nos hicimos amigos, salimos por la noche, jugamos a rol, nos contamos vida y obra, nos fuimos a estudiar a la misma ciudad, nos liamos, nos enamoramos, hicimos vida en común, cocinó para mí, las cosas se pusieron feas, me dejó, me rompió el corazón, escribí todo lo que tenía que escribir sobre él, nos seguimos viendo, siguió siendo la persona que me calmaba cuando todo iba mal, después ya no, me invitó a tarta y charlas en su piso, estuvo ahí a la distancia y un día me enteré de que se iba a México durante un año.

Y no pude estar más feliz por él. Es una persona que va a llegar lejos, y es una persona que aprovecha al máximo cada oportunidad. Se lo merece más que nadie.
Pero en parte también siento que es mi hijito, y que México está muy lejos y que lo conozco lo suficientemente bien como para saber que no querrá volver cuando llegue el momento.

Hace dos días vino a despedirse de mí. Y cuando entró por la puerta, ahí estaban: sus rizos habían vuelto. Se dejó crecer el pelo de nuevo, y volvió a ser mi Kike de 16 años.
Hace tiempo que cambió las gafas por unas nuevas, unas que no le hacen los ojos de rana que tanto me gustaban y tanta ternura me provocaban.
Hace tiempo que ya no tiene 16 años.
Hace tiempo que ya no dibuja lo que antes dibujaba: lo suyo ahora son los edificios.
Hace tiempo que dejó de ser mío, al menos como lo era cuando tenía 16 o 18.
Pero durante 20 minutos, mientras miraba sus rizos nuevos, volvió a ser el chico que me ignoró y no me agobió el primer día de clases, mi compañero de banco, mi amigo.
Él, con sus gafas y sus rizos.

Él, que ahora mismo está en México.
Él, al que vi salir por la puerta con una sonrisa en la cara, mientras decía "Nos vemos en un año" y mi corazón se encogía un poquito.
Él.

Fact XXIV.

He viajado en varios medios de transporte, sobretodo autobuses de larga distancia, con botellas de vino, posters, trípodes, un cactus y un mini-rosal.
Just sayin'.

12.8.10

Siempre esperé una casualidad divina, una muestra del Destino, una señal. Un momento romántico, un beso bajo la lluvia, un "siempre supe que eras vos".
Pero quizás el amor es esto.
Compartir un litro de helado, encontrar pequeñas cosas que sabés que le van a gustar al otro, tener unos códigos propios. La rutina.

Sin flashes, sin descubrimientos extraordinarios, sin encuentros casuales que cambian tu vida. Growing to know each other y ya está. 
Y eso también está bien.

9.8.10

Memoris.

Desde los 13 años escribo un diario escrupulosamente. Todas las noches, antes de irme a dormir, escribía qué había hecho en el día. Y si esa noche no podía por lo que fuera, lo hacía al día siguiente.
Después empecé con el fotolog y el blog, que son prolongaciones de ese diario.
Guardaba los correos importantes y los no importantes, las cartas y notitas, las entradas del cine.
Registraba mis recuerdos, mis memorias, mi vida.
Al empezar la Universidad, tenía periodos en los que no escribía. Unos días, unas semanas, unos meses. Nada cambiaba, porque el mundo interactivo seguía registrando todo.

Pero llevo meses sin escribir de manera regular. Cerca de siete meses sin tocar mi diario, un par de meses actualizando el fotolog una vez por semana, escribiendo acá muy de vez en cuando...
Supongo que ahora no me dedico a registrar mi vida, sino a vivirla. Ya tendré tiempo de escribir mis memorias, ahora toca crearlas.
Así que vivo de manera furiosa y contemplativa, disfrutando el momento y el futuro ya se verá. Y el pasado poco importa.

5.8.10

He is a keeper.

Su familia me olisqueó y decidió que era de fiar. Me hicieron comer como si estuviese desnutrida. Di vueltas por su casa, toqueteando todo. Revisé álbumes de fotos familiares. Visité su antigua casa, su antigua habitación. Descubrí que, a 10.000 km de distancia, jugábamos con prácticamente el mismo ciempiés de peluche. Dormimos abrazados. Dormimos mucho, supongo que para recuperar las horas perdidas por el insomnio el mes anterior. Fue mi pinche de cocina, y mi fotógrafo personal. Me prestó libros y películas, me mostró los cuadros de su hermana la artista y me hizo sentir en mi casa. Recorrimos sus calles y sus historias. Conocí a sus amigos, que me preguntaron si podían morderme una teta y le dijeron que era más guapa de lo que parecía. Nos bañamos en su piscina de juguete. Creamos nuevos personajes, como Toby el perrito especial y su hermano Timmy, el torpe. Y Cara de Pene, con su vida tan penosa (ja). Pensamos nuevas historias Disney. Me pidió que fuera su rascadora oficial, pero todavía me debe el anillo. Planeamos nuestra boda ficticia, y mantuvimos esas absurdas conversaciones de mentira que cualquiera creería que son de verdad. Me metí con él, se metió conmigo. Me hizo reír hasta que apareció mi risa Pulgoso, recordando mi episodio con Pepito el caja. Exprimimos los días al máximo, para que cinco nos pareciesen diez, pero siempre nos falta tiempo.


He is a keeper.





Y ahora toca esperar.

18.7.10

Mei.

Eso es amor.
Eso es paz.
Flotar en una piscina, unidas por un flotador naranja, divagando sobre la vida y sobre el amor, espantando avispas, buscando el sol.

14.7.10

Mind-eraser.

Hoy recordé lo divertido que es el sexo estando borrachos.
Las lagunas mentales, el hablar de más, las luces demasiado brillantes, los movimientos ralentizados y acelerados alternativamente, el tacto surrealista de su piel, las decisiones apresuradas, el no saber qué hacés pero darte cuenta de que está bien hecho, las órdenes, no medir la fuerza, terminar atada y rota, reírse de cosas de las que nos vamos a arrepentir al día siguiente. Pero sobretodo, caer en la inconsciencia más profunda al terminar, y despertarte abrazada a él en cualquier postura, intentando recordar si finalmente le dijiste que querías casarte con él ahora o lograste contenerte, pensando en la corbata rota y en lo mucho que querés repetirlo todo de nuevo.

9.7.10

Simple.

Pasamos nuestro último día juntos.
Vimos series, nos reímos, fuimos al cine, caminamos de la mano, compramos la última tarrina de helado de chocolate de todo el supermercado, nos dimos sorpresas mutuamente, nos besamos, nos dormimos tarde, muy tarde, abrazados y hablando.
Y hoy lloré cuando me subía al autobús. A pesar de volver a verlo en un mes y medio.
Nunca me pasó de despedirme por tan poco tiempo (dentro de lo mucho que en realidad es).
Mis despedidas suelen ser hacia el infinito, sin fecha fija, sin límite.
Pero ya no dormiré con él pegado a mi espalda, ya no compartiré mi helado con nadie, ya no discutiremos sobre a quién le toca decidir.
Nuestra vida se acabó, aunque dentro de un mes y medio vuelva a ser su invitada, vuelva a quejarme de su termo que funciona raro y de su internet robado.
Supongo que todo se resume en dos palabras:

Lo quiero.

Y no, sé que no es para siempre.
Pero a los 22 años no busco un "para siempre", busco un "hasta que dure".

2.7.10

Hecho.

Soy escritora.
No lo soy por tener un alias rimbombante.
No lo soy por creerme escritora.
No lo soy por decirlo a los cuatro vientos.
Nadie hace documentales sobre mí.
No me pagan.
Nadie me publica.
Pero soy escritora.
Soy escritora porque necesito escribir.
Porque me expreso mejor con palabras.
Porque pienso en palabras.
Porque nunca deseé otra cosa.
Porque vivo de esto.
Simplemente, porque lo amo.

29.6.10

Tengo miedo de que cuando vuelva en septiembre ya no estemos juntos, y me encuentre su cepillo de dientes entre mis cosas.
Otra vez un cepillo de dientes hablando de abandono.

22.6.10

El principio del fin.

Soñar con tiempos felices y risas con una persona, despertarte a su lado y que todo siga igual.

Podemos retrasarlo, pero no frenarlo.
Un año más, toca mudanza.
Quitar las fotos de las paredes, descolgar los objetos, revisar que quiero y que no, que voy a necesitar en verano y que se puede quedar acá, meter todo en cajas, recordando en que caja va que, despedirme de los lugares, de las personas, de las paredes que fueron mi hogar durante nueve meses.
Salvo que esta vez es diferente.
Es la última mudanza que hago así.
La próxima vez que haga esto, voy a estar diciéndole adiós a esta ciudad, a esta etapa y a este modo de vida para siempre.
Y eso da mucho, mucho miedo.

20.6.10

El primo.

Hace más de un año, tuve el mejor polvo de una noche de mi vida.
Quedamos, hablamos, tomamos algo, me regaló un CD, vino a mi piso.
Nos besamos, nos acariciamos, nos reímos, hablamos.
Dormimos abrazados, y al despertarme me dijo que de madrugada había querido escribir sobre mi espalda pero no había encontrado un boli y después se le había olvidado lo que quería escribir.
Hicimos el amor.
Tenía la polla más perfecta y preciosa que había visto nunca.
Se despidió, llevándose su bicicleta, sus sonrisas con los ojos y su olor. Y un libro que le presté y todavía no me devolvió.
Me dejó con un "ha sido demasiado divertido y bonito estar contigo" y no volví a saber de él.
Todavía recuerdo el tacto de su piel y nuestro primer beso furtivo en Nochevieja.
De regalo, me dejó debajo de la almohada un condón que no puedo usar con nadie más.

Eso estaba ahí, y nunca sucedió. Podía haber sido algo más, pero no lo fue.
Y mejor así: prefiero que él sea mi mejor historia de una noche, precisamente porque me hubiese gustado que sea nada más que una noche.

12.6.10

Duermeme.

Me acostumbré a eso.
Dormir de lado, recogerme el pelo, pasar una mano por debajo de tu brazo, la otra por encima, encoger las rodillas, recibir besos en el hombro, cerrar los ojos, perderme en la inconsciencia, despertarme a medias cada vez que te movés, despertarme del todo cuando suena la canción elegida para ese día, volver a la cama donde vos no te moviste (o sí, pero no mucho), poner otro despertador, darte un beso, ponerme de lado, recogerme el pelo, pasar una mano por debajo de tu brazo, la otra por encima, estirar las rodillas, esta vez no hay beso, caricias en las manos, cerrar los ojos, apretarme contra vos, volverme a dormir.
Y esta noche no estarás y mañana tampoco.
Y dentro de un mes esto será lo que tendré, una cama vacía con un hueco detrás de mi espalda, y mover la boca para recibir un beso que nunca llegará cada vez que esté medio dormida.

3.6.10

Reboot.

Una vez más las paredes se cierran a mi alrededor.
Y es raro, porque la ventana está abierta, corre un viento capaz de despejar las ideas más oscuras, ayer fui al cine (y lo disfruté), hoy amanecí acompañada y feliz.
Pero en algún momento algo se torció.
Será el dormir más de la cuenta, el programa de edición que no funciona como debería, el seguir con un ordenador ajeno y sentirme culpable por ello, el tiempo que se me echa encima, la casa vacía, la luz que se extingue, mi caos de vida, el verano que se acerca amenazante, la regla que no me viene todavía, la falta de cosas que me motiven, las ganas de crear que no puedo escuchar.
Quiero salir corriendo.
Correr por el río, hacia la Giralda, que me abracen brazos que hace mucho que no lo hacen, caminar hasta que las piernas me duelan, comer chocolate a las tres de la mañana en un banco cualquiera, volver a casa con miedo, hablar con amigos, escuchar música mientras camino rápido y reflexiono sobre lápices labiales o si teñirme de nuevo o no.
Salir corriendo y alejarme de mí, que hace un tiempo que no soy yo, y ver si así consigo -finalmente- el equilibrio que se me escapa, eso que hace dos días pensaba que tenía, esa fuerza que algo misterioso me había dado.
Salir corriendo y extinguirme y volver a renacer. Nacer y renacer y volver a renacer.

26.5.10

Cada vez que veo la luna llena a través de la ventana de esta habitación,
recuerdo la primera noche que no dormí con vos en mi cama,
en nuestra cama,
ocho meses atrás.
Cada vez que veo la luna llena a través de la ventana de esta habitación,
recuerdo mis lágrimas y mi llanto desgarrado por no tenerte,
y me siento sola,
más sola aún.

11.5.10

A veces te hacen sentir amada, te acarician durante horas, juegan con tus caderas por el hecho en sí mismo...




Y después tiene que venir una estúpida novela para adolescentes a recordarte qué y cuál es el amor verdadero.

5.5.10

Small.

"En fin"
"Serafín"
"¡No vuelvas a nombrar a otro hombre mientras estás en la cama conmigo!"
"¿Cómo sabés que estoy en la cama?"
"Preciosa, te conozco lo suficiente como para saber que estás en la cama..."

"Vaaaaaale, estoy en la cama..."

Gracias.

Y cuando mi mundo se derrumba, él sigue estando ahí.

Y me dice "No llores, que ya estoy aquí". Y así es. Está aunque no esté, está aunque lleve meses sin estar.
Y aunque daría lo que fuera porque pudiese abrazarme, aprendí a amar sus abrazos metafóricos, la manera en la que su voz me acaricia la cabeza y sus palabras me sostienen hasta que me calmo.

Y sé que ahí está él, la persona que cree en mí aunque yo no lo haga, el que ve lo que puedo dar y me empuja a darlo, el que me quiere feliz y entera.

Y quién sabe. Quizás visite su habitación con mar. Quizás podamos recordar juntos el día que llevaba plumas en la cabeza y comimos solos y nos tiramos en el suelo de la plaza del Ayuntamiento y nos gritamos y nos llovió encima y lo quise mucho mucho mucho. O quizás lo tenga para siempre ahí, justo del otro lado, listo para acariciarme sin tocarme y besarme sin hablar.

2.5.10

Tres.

De repente, me despierto un día y resulta que estoy en una relación.
Algo sospechaba yo ya.

27.4.10

Nos despertamos. Son las once de la mañana de un domingo cualquiera. El sol tiñe mi habitación de naranja, o quizás es el reflejo de la luz en mis sábanas.
Dormidos todavía, nos besamos. Nos vamos despertando mutuamente, lentamente, porque es domingo y por primera vez en muchísimo tiempo, nadie nos espera a ninguna hora.
Damos vueltas y vueltas, hablamos y nos reímos, y el mundo puede desaparecer que no nos enteraremos.
De a poco volvemos a dormirnos, porque no hay nada mejor que hacer, nada más que nosotros y la cama y mi habitación.
Dormimos entrelazados, hasta que tengo demasiado calor y me giro. Él se gira conmigo, y cuando retiro el pelo de la almohada para que no le moleste me da besos en la espalda y la nuca, y yo estoy segura de que sigue dormido.
Nos volvemos a despertar, y esta vez son casi las cuatro y nos repetimos que nos tenemos que levantar, que ya es hora, que tenemos que comer, pero la cama y nuestros cuerpos nos lo impiden y ahí seguimos, enredados.

A veces perder el tiempo es la mejor manera de ganarlo.

Cortometraje.

Expectación.
Esa es la palabra.
Como antes de una boda, de mi graduación, de Selectividad, de mi primer día de clases en la Universidad.
Es el sentir todas las células electrizadas, esa imposibilidad de dormir y el forzarte a dormir la siesta, el tener muchas cosas y muy poco tiempo, el repasar la lista mental de cosas que llevar una y otra vez, el organizar todo compulsivamente, en carpetas, por colores, por orden de importancia y marcados con post its.
Saber que mañana empieza todo.
Porque por esto sí que es el primer día del resto de mi vida.

23.4.10

"Me pasan cosas"

Ya no tenemos ese amor.

A los trece años, el tiempo se detuvo durante tres minutos cuando el chico del que estaba enamoradísima me preguntó si quería ser su novia.
Estuve ahí, parada en un semáforo, durante tres minutos mientras el semáforo cortaba y volvía a abrir, y la gente pasaba a mi alrededor sin rozarme, sin mirarme, como se hace en las grandes ciudades con el que hace algo fuera de lo normal.
El tiempo se detuvo y mi cuerpo se descontroló. Veía borroso, el corazón me latía a mil y estoy casi segura de no respirar demasiado durante ese tiempo.
Dos años después, el fenómeno se repetía. El día de mi graduación del IVA. Salía de la sala dónde estábamos ensayando nuestra perfomance "de graduación" y entre la marea de gente lo vi en medio del patio. Acababa de llegar. 250 personas y lo miré a los ojos, me miró a los ojos y de repente todo tuvo sentido: que sea el día de mi graduación y el último día que pisaba el sitio que me hizo ser quién soy, que no lo iba a ver más, que le fuese a dejar mi cactus para mudarme a 13.000 km. Éramos él y yo, y el mundo había enmudecido.

Ya no tenemos ese amor.
Ya no hay mariposas en el estómago, ya no se detiene el tiempo, ya no me mareo al mirar al otro a los ojos.
Aprendí a relajarme.
Me endurecí.
¿Me endurecí?
Tras tantos amores y romances fallidos, sé que va a salir mal incluso antes de empezar. Ya no tengo esperanza apenas conozco a alguien, ya no me enamoro total y completamente antes incluso de conocerlo bien.
Maduré, supongo.
Ese amor adolescente desapareció, y fue reemplazado por un sentimiento más calmado, más suave. Menos divertido.
Ahora todo va más rápido, es menos platónico y más físico, y no suelo pasarme meses mirándolo a la distancia.

No digo que no sienta cosquilleos cuando conozco a alguien que me gusta, o que no se me ponga cara de tonta, ni sonría al teléfono cuando hablo con un él.

Pero ya no es igual. Ya no es igual y me gustaría que lo fuese.
Enamorarme hasta las trancas, hasta las cejas, con cada célula de mi cuerpo, con una necesidad física e imperiosa de tocarlo, de mirarlo.

19.4.10

'Save the cheerleader, save the World'

Voy juntando pedacitos, trozos de él y míos, y los uno como el Hiro del futuro une los trozos temporales para descubrir cómo salvar el mundo.

Algo dentro de su cabeza le dijo que me haría ilusión tener una varita mágica con forma de estrella, así que me regaló una.
Lleva el móvil en el bolsillo trasero para no quedarse estéril.
Deja que le cambie mi nombre en su móvil cada vez que quiero.
Echa de menos que me queje de todo cuando pasamos tiempo sin vernos.
Me pide perdón por ser un capullo cuando ni siquiera se acerca a ser un capullo.
No piensa ningún futuro conmigo, y acepta todas mis otras vidas.

Lo miraba en la oscuridad. "Yo no esperaba esto. Esto no debía pasar". Pero pasó y ya veremos qué hacemos con ello. Si es que tenemos que hacer algo.

17.4.10

Se había acabado.
Juro que se había acabado.
Pero entonces me llama dos veces en la misma semana, y me dice que una canción llamada "Veneno" le hace acordar a mí y me encuentro dentro del baño de una desconocida, susurrándole al teléfono que yo también lo echo de menos y entonces lo sé.
Nada se termina.

31.3.10

Guido.

Hace un tiempo me preguntaba quién sería el amor de mi vida.
Y creo que ya lo sé.

Me di cuenta de que todos los chicos que me gustaron de verdad, a primera vista y locamente, son diferentes versiones de mi mejor amigo, y amor de la infancia.
Lo conocí con 7 años. La primera imagen que tengo de él es de uno de los primeros días de clase en mi colegio nuevo. Se bajaba del coche del padre, llevaba un guardapolvo inmaculado y el sol le daba en el pelo rubio.
Me gustó desde el principio, y estuve enamorada de él hasta los 10 u 11 años. Se convirtió en mi gran amigo, el que siempre estaba, mi compañero permanente de trabajos prácticos.
Fuimos al Leloir juntos, él siguiendo mis pasos.
Nos sentábamos juntos y dividimos el banco en dos para que cada uno pudiese escribir lo que quisiese pero en su parte. Le pasaba las respuestas en el exámen de Inglés, él a mí en el de Matemáticas. Nos pasábamos las clases hablando, sobre todo las de Inglés. Me hacía las cuentas porque sabía que no me salían. Compartíamos un par de guantes y nos dábamos la mano libre para mantener las manos calientes en invierno. Siempre me preguntaba si no me había "comido" a nadie y lo odiaba por eso. Cantábamos canciones por lo bajito y me abrazaba cuando se lo pedía, sin preguntar por qué.
Hablábamos durante horas por teléfono, e incluso hacíamos la tarea via telefónica. Cada vez que iba a su casa a comer la madre me servía algo que no me gustaba, pero me daba igual porque me encantaba ir a su casa. Nos encerrábamos en su habitación a trabajar y estoy segura de que la madre creía que estábamos juntos o algo.
Me regaló un corset precioso para mi cumpleaños de 15. Venía a dormir a casa y daba igual todo. Mis amigas estaban enamoradas de él, y a mí me molestaba porque era mío y de nadie más.
Lo quería como a nadie más, como a nadie antes. Sabía mis problemas amorosos y aunque daba unos consejos horribles, los escuchaba igual.
La última época intenté, en uno de mis movimientos recurrentes, alejarme de él haciéndole daño para no partirme en pedazos cuando tuviese que venirme. Aún así estuvo ahí, me aguantó como nadie y un par de días antes de subirme al avión vino a verme a casa de mi abuela, comiendo helado de dulce de leche. Cuando tuvimos que despedirnos... Lo abracé, lo besé y no miré atrás.
Nunca miré atrás cuando me despedí de mis amigos. Intentaba que no me viesen colapsarme, que les fuese más fácil dejarme ir, pero me rompía el corazón cada vez que los abrazaba por última vez. Sigue haciéndolo al recordarlo.
Vino a verme hace dos años. Y no lo aproveché bien. Me castigo por eso siempre que puedo.
Dormíamos juntos, hablábamos hasta quedarnos dormidos, salía con mis amigos, hacíamos turismo. Pero de alguna manera sentía que invadía mi espacio al juntarse mis dos mundos. Fui una egoísta y desperdicié una oportunidad increíble de tener a una persona a la que adoro cerca.
A pesar de eso cada momento fue único.
Dios, como lo quiero.

Nunca encontraré a nadie como él.

27.3.10

Sé que estás ahí, pero no puedo verte ni tocarte.
Sé que respiramos el mismo aire, pero no te encuentro.
Te siento del otro lado, pero te seguís escondiendo.

Tu vida no se toca con la mía, tus fotos son las fotos de un extraño y seguís empeñado en no entenderme, en no creerme lo que te digo, como si todavía te sorprendieses de dónde estamos.

Entonces hacemos planes independientes, planes lejos del otro, cada vez más lejos. Hacemos como que no nos importa, como que no hay un sentimiento de abandono cada vez que hablamos de cosas que nos alejarán.

Y ahora necesito alejarme de eso, porque si sigo pensando en todo esto...

23.3.10

Mensaje de amor.

Reniego de tu nombre entero. Me parece de señor, de pipa y butacón, de bigote espeso y peinado con gomina, de bigotera como Poirot.
En cambio sos mi niñochico con mil voces, dedos largos y sonrisa perenne, un ser con el nombre reducido, con nombre inventado, con una sensación más que un nombre.
Y entonces te quiero. No, no, "entonces" no. Y por eso te quiero.
Intentaba dormir, con la luz encendida y mirando al techo -a veces pasa que tengo que tener una sensación particular antes de intentar dormir de verdad- cuando recordé frases y momentos, y supe que.. ¿qué supe? Quizás que ahora mismo vos dormías como yo, desnudo, a 1.745 kilómetros. O que algo cálido y suave se me instala en el pecho cuando pienso en vos.
Me enamorás con cada frase. Y eso que sabemos que no hay manera, que no hay lugar, que no hay tiempo, que no hay posibilidades para nosotros. O quizás precisamente porque sabemos eso.
Quizás porque nunca hubo especulación, nunca hablamos sobre el tema, nunca nos dijimos lo que nos pasaba con el otro hasta que nos llovió encima y nos sentimos vivos.
Porque me sentí viva.

22.3.10

Pequeñeces primaverales.

La primavera está llegando.
Huelo a azahar desde mi sexto piso, a través de la ventana abierta.
El aire es tibio.
Duermo desnuda bajo el edredón.
Tengo una cicatriz ligeramente curvada en el dorso de la mano, debajo del meñique de la mano izquierda.
Como chocolate, pero ya me apetece más yogur con cereales.

21.3.10

Kamikaze emocional.

Intenté refrenarme, dejar de publicar intimidades, dejar de dar munición, dejar de preocupar al personal, dejar de mostrar.
Pero no puedo.
Hace unas semanas me preguntaron a quién había que creerle, a la que escribe acá o a la que habla fuera. Es como preguntarse a qué parte del perro hay que hacer caso: a los ladridos o a la cola moviéndose.
A las dos. La respuesta es a las dos.

Y en estas semanas pasaron cosas, claro que pasaron cosas.
Tuve conversaciones importantes.
Trabajé en proyectos que me gustan.
Dormí muchas noches fuera de casa.

Tuve un aniversario. Un año desde la primera vez que vi los ojos transparentes de Chicomar mirándome desde el andén de la estación de autobuses, yo con camiseta y uñas rojas, él con su camiseta de los Thundercats.
Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Pero, sobretodo, lo mucho que cambié desde ese día.
Releí los mensajes que nos mandamos el día antes de que fuese y en el viaje de vuelta, y volví a oler el olor a azahar y a sentir el calor de la vuelta, a las 9 de la mañana. Y también lo vacía que me sentí al entrar en mi habitación, al mirarme los moretones y rasguños en el espejo, al oler el salitre que todavía llevaba en la piel, y al ducharme y eliminar todo rastro de él de mi cuerpo.
Como lloré esos días. Como lloré en los meses siguientes. Como me imaginaba su cuerpo cada noche detrás del mío.
Y acá estamos, un año después. Tan distintos. Tan distinto.

Mis planes para el año que viene se arruinaron. Es muy probable que me quede donde estoy. Y eso no es tan malo. De no ser porque ya me había hecho ilusiones y había imaginado mi vida allá. Cerca de él y de ellos. Cerca de mis raíces más próximas. En un sitio donde estoy realmente cómoda, por primera vez en bastante tiempo.
Ahora tengo que pensar un nuevo futuro, y eso se complica. Un nuevo sitio donde vivir, nuevos compañeros de piso... y decidir qué hago con lo que ya tengo.

No duermo sola. Y en menos de dos meses me lancé a una especie de relación demasiado cercana, demasiado pegada, demasiado asfixiante... con la que estoy extrañamente cómoda.
Nos vemos todos los días y eso no es un problema. No era un problema. No al menos mientras pensaba que tenía fecha de caducidad, hasta que supe que iba a estar acá el año que viene.
Porque ahora ya no sé. No quiero cometer más errores, no con él. No quiero que se transforme en otro EDM. No quiero hacerle daño, ni quiero perder la vida que tuve hasta ahora.
Estoy bien. Bien con él. Pero no con la situación. Eso de que todos nos consideren un pack, de poner incómodos a amigos comunes, de no cumplir ninguna responsabilidad porque esa cama nos absorbe, de no relacionarme con mis compañeras de piso y que me odien más de lo normal.
Y su cara al besarme. Y su manía de tener detallitos como regalarme una varita mágica, o escribirme en un documento de Word por qué me regala cada canción que me regala, o preocuparse de más cuando estoy un poco triste, o acariciarme hasta que me vuelva a dormir aunque él ya no tenga sueño, y dormirse conmigo cuando le digo que si él no duerme yo tampoco.
Todas esas cosas que me hacen sospechar que realmente no sabe dónde se metió, que me hacen creer que tiene esperanza de terminar felices y comer perdices, y eso no va a pasar, porque nunca pasa, y menos conmigo. Pero me desconcierta lo poco que le preocupan ciertas tendencias mías, ciertos mensajes y comentarios y acciones. Lo poco que le parece importar mis sentimientos hacia otras personas y cosas que me alejan o alejarán de él.

Todo pasa ahora. Todo pasa en este momento, porque la vida pasa siempre.
Pero necesito hacer un parón, poder pensar con claridad, decidir qué hacer con mi vida y con mi corazón. Fuera de esta ciudad, de estos amigos, de estas responsabilidades, de este dejarse llevar que me tortura desde hace años.
Necesito volver a mí.

10.3.10

La era virtual.

A veces olvido que hay personas de cuyas vidas ya no formo parte. Personas para las que ya no significo nada.
Por suerte, Facebook está ahí para recordármelo.
Lamentablemente, yo lo sigo intentando.

8.3.10

El cristal por dentro.

Como de esto:
La punta de tus dedos es la nariz de un gato, las alas de una bolboreta.
Se pasa a
esto:
La punta de tus dedos es la nariz de un gato mientras recorrés mi cuerpo, las alas de una bolboreta cuando rozás mi cintura al caminar.

Cosas que nunca publiqué VI.

Creo que todo empezó cuando dejé de creer en la magia.

Cosas que nunca publiqué V.

Mi naturaleza me lleva a no estar sola, pero sólo estando sola puedo definir quién soy, porque cuando estoy con alguien me defino por él. ¿Debería estar sola? ¿Debería mantenerme alejada de las personas para descubrir quién soy y ser esa?
Hace una semana hablaba de lo orgullosa que estaba de mí misma por no depender de nadie, por estar madurando. Y ahora dejo que una opinión de alguien nuevo en mi vida influya mi manera de ser.

Cosas que nunca publiqué IV.

Me curaste y me envolviste en una capa protectora.
Invisible, eso sí, pero que llevaba siempre encima.

Cosas que nunca publiqué III.

"Es raro. Ahora lo que más recuerdo son las cosas aburridas"

Russell, Up.

Cosas que nunca publiqué II.

Me encantó la combinación mallas de camuflaje con camiseta de leopardo. Le unís el pelo amarillo y tenés una chati de manual.


(Autobús Sevilla-Coruña, 18 de marzo del 2009)

Cosas que nunca publiqué I.

La cara de estúpida que se me quedó cuando Amaro Ferreiro pasó por al lado mío y la manera en la que me miró. Como bailo cuando me pruebo vestidos. Las últimas veces. La sensación de calidez de un abrazo en concreto. El sabor de un alimento al pensar en él.

Cosas que no debo decir.

Hay cosas que no digo.
Como que ya no recuerdo tu cara al follar (y me gustaría).
Como que no hay nada peor que semen en el teclado del móvil.
Como que este equilibrio raro de no pensar en el futuro me marea.
Como que de una respuesta dependen tres vidas.
Como que te echo de menos.
Como que estoy en una relación con fecha de caducidad.
Como que me gustaría liarme con vos. Sí, sé que no sos un chico. ¿Y?

3.3.10

Una persona que te dice, totalmente de la nada "fue preciosa la manera en que me besaste aquella noche, Ana" y "me importaría un carajo que no distingas un clarinete de una trompa o no distingir a Bergman de Lars von Trier si pudiera tenerte en mi cama todas las noches" te enamora totalmente.
Y más si en el medio alaba tu manera de escribir y recuerda el título de algo que escribiste hace meses y que tuviste que googlear para saber a qué se refería.

21.2.10

Fortuito.

Es raro encontrárselo así, de improviso, a las cuatro de la tarde, como parte de mi vida cotidiana.
Sin prepararme mentalmente, sin estar ni medio guapa, con mi papá al que sé que le molesta como nos abrazamos, él con su cara de dormido y con este mismo sentimiento de no saber qué hacer.
Ahora huelo a él y me había olvidado de lo bien que olía y de lo mucho que me gusta oler a él. Los recuerdos, las sensaciones que eso despierta, sorprendentemente ninguna sexual.
Sigue siendo él, esos ojos, esos labios y ahora sí es sexual.
Sexual y amoroso, tierno y salvaje, como todo lo que él me despierta aunque no quiera, aunque él no quiera ni yo lo quiera y aunque a la distancia ya no lo haga.
Pero me lo encuentro de casualidad y me trastoca la tarde.

20.2.10

New beginning.

Ciertas cosas se establecen como una rutina y dan miedo, pero también calma.
Sé que estoy donde debo estar en ese minuto, y después ya se verá.
No me rendí, no claudiqué, simplemente seguí mi camino.
Acompañada.
Y hay cierta calma, cierta paz, cierta felicidad que hacía mucho que no sentía. Y eso está bien. No lo analizo porque siento que traiciono a alguien, a muchos alguienes que esperaban cosas que no eran, que creían cosas que no son, que pensaban que yo era de cierta manera.
Soy como soy.
Y ahora elijo mi vida. Una vida donde no duermo en mi cama, donde me permito ser moña, donde aceptan que el mar me ponga triste porque lo relaciono con una persona a la que quiero mucho, donde no evitan los problemas ni intentan solucionarlos, donde hay cada vez más vida en el exterior y menos dentro de este ordenador.

Estoy bien.

15.2.10

Hace falta muy poco para volver todo a su lugar.
Viajar con unos pollos alcohólicos.
Comer patatas rellenas en La Caleta, y tarta de chocolate mientras ves pasar los disfraces más bonitos y graciosos del mundo.
Aparecer en fotos, sonriente y congelada.
Ver un pregón de Carnaval y reírme a veces.
Acordarme de mis compañeras de piso pasadas.
Disfrazarme por fases.
Encontrarme con los personajes de Shrek.
Beber cuando veo a un chico disfrazado de mujer.
Caminar y caminar y delirar y hablar y que te vitoreen cuando besás a alguien.
Conversaciones con amigos.
Llegar a casa y desmaquillarte en la cocina mientras comés pan y todos tienen cara de sueño.
Meterme en la cama con mi piyama de franela.
Despertarme con un monólogo sobre nuestras opciones y no entender nada porque estoy todavía dormida.
Comer filetes con salsa roquefort, cortesía de una Madre.
Paseo por el mar, y el ánimo raro porque, bueno, es raro estar en el mar sin Chicomar.
Caminar por La Viña, donut relleno, chirigotas ilegales.
Beso a escondidas, pedir perdón mutuamente por el ánimo.
Road-trip escuchando canciones horribles y cantando Shakira.
Patatas, gominolas, pizza y los Goya.
Aprender lo que es un "esquijama". Soñar con comprarme uno.
Mi mamá "¿¡Pero cómo que estás viendo los Goya!? Decime que estás en una orgía o consumiendo drogas, pero no me digas que estás viendo los Goya. ¡Yo no te eduqué para esto! Ni se te ocurra poner nada en el Facebook, no quiero que familiares en común lo sepan, que me da vergüenza".
Entender el discurso completo de Luis Tosar.
Intentar dormirme y no dormirme, despertarme a las 13 pensando que son las 8, escuchar detrás de la puerta la banda sonora de Anatomía de Grey.
Sentirme querida.

12.2.10

And upon us, chaos.

Ahora es cuando me asusto y empiezo a dudar de todo.
Pero esta vez no sólo dudo de mi vida sentimensexual, sino de mis amigos, de mi capacidad para decidir lo que quiero y lo que no y mi propia inteligencia.
Hoy aprendí algo de mí misma que me gustaría no haber aprendido. Y desde ese momento, hace 12 horas, una alarma gigante en mi cabeza no para de sonar. Y esa alarma fue haciendo sonar otras, y mi cabeza es un caos, y ya no sé ni si mis amigos quieren que esté donde estoy, si realmente me apetece hacer cierto viaje programado, si no debería cortar por lo sano y dejarlo antes de empezar, si no estoy mejor sola, la Vieja de los Gatos pero sin gatos, jugando a ser Juan Palomo, sin nadie que me ayude nunca jamás, porque en una semana escasa dejé de saber cómo ayudarme a mí misma y si de verdad quiero lo que digo que quiero, o si es él el que quiere eso.

Realmente necesito dormir 20 horas y no salir de mi habitación durante días, pero la vida no me va a esperar. Y tengo esta sensación de angustia permanente y estoy paralizada, paralizada. Esta vez no es de miedo, es de agobio. La vida sigue y yo me dejo llevar y entonces me doy cuenta de lo que hice y ya no hay marcha atrás y me perdí.
Me perdí a mí misma, me perdí en mí misma.
No sé ni lo que sabía la semana pasada, y todo esto me sobrepasa y me dan ganas de mandar todo a la mierda y que le den por culo a los Carnavales, a la entrega del trabajo, a terminar la práctica de Iluminación, a ser responsable y entregar todos los documentos, a reservar plató, a comer sano, a hacer algo con mi vida, a relacionarme con seres humanos.
Porque ya no puedo más.
Ya no.

11.2.10

Descanso.

Llevo 24 horas fuera del mundo.
Corté lazos con todos.
Me escondí en un cama calentita, hablé, me reí y dormité.
Pero todavía no estoy lista para volver.

9.2.10

Olvidar y perdonar.

Me maravilla cómo supero situaciones que pensaba que nunca iba a superar.

Ignoro a Mr. Big. No a propósito, no como parte de una venganza infantil, sino porque me sale así. Me sale decirle que si no lo llamo es porque no quiero, me sale no mirar las fotos que sube al Tuenti, me sale no sonreír como una tonta cuando me habla. Me sale decirle que su problema es que me quiere y eso le da miedo, pero que ya da igual. Me sale no hablar de futuro, de sexo, porque no va a haber nada de eso.
No extraño a EDM. Para nada. Pensé que me iba a doler más, que me iba a hacer más falta, que iba a necesitarlo. No es así.
Ya no me duele el distanciamiento con Hobbit. El tener que hacer presión para verlo, el pensar en lo que pudo ser y no fue. Porque en realidad nada pudo ser desde el principio. No me di cuenta de lo distintos que somos hasta que no lo vi a la distancia. Lo quiero, me quiere, pero nunca lo hicimos como el otro necesitaba que lo hiciésemos. Así estamos bien.
En cuanto a Osezno... Fue divertido el pequeño reencuentro que tuvimos. Cerró el ciclo. El poder se traspasó a quien debía. Todo lo malo pasó hace demasiado tiempo como para doler, y el presente... en el presente no tenemos nada en común salvo nuestro pasado.

Obviamente que hay cabos sueltos. Gente que me hace sentir cosas que no debería, gente que me hace llorar, gente a la que extraño y a la que no tengo.
Pero también hay nuevas personas en mi vida. Y estas me hacen sonreír, me mandan mensajes bonitos cuando estoy triste y me llaman para despertarme.
Y todo encuentra su equilibrio.

29.1.10

A tale of another city.

En medio de esta vorágine (adoro esa palabra) de eventos y decisiones, me encuentro de golpe con un nuevo evento y una decisión que ya está tomada.
Algo que llevo esperando varios meses, y por fin está listo para empezar.
Algo que me da más mariposas en el estómago que nadie, además de una sensación de vértigo comparable a cuando pienso en mi vida dentro de 18 meses.
Porque se trata de eso en definitiva, de mi futuro.
Y tengo que completar ese horrible formulario lleno de tonterías, además de explicar por qué quiero hacerlo.
Pero las razones, las razones reales, son demasiado personales y sentimentales como para explicárselas a un burócrata al que no le importa nada de eso.

Con todos ustedes, en petit comité, las verdaderas razones:
◙ Cuando sentís que pertenecés a un lugar, no podés dejarlo ir tan fácilmente. Y más cuando sos una persona que no siente un lugar como propio desde el primer momento desde hace seis años.
◙ La comida. Por dios, la comida.
◙ Las Sumolletas. Técnicamente comida, pero merecen una categoría aparte.
◙ La historia. Mi historia.
◙ Las personitas que me hacen sonreír cada día, y a las que podré ver más de 2 veces al año.
◙ Chicomar.
◙ Vivir en una verdadera ciudad de estudiantes. No una ciudad con universidad, no. Una ciudad universitaria.
◙ Los paisajes. El clima.
◙ Alejarme de todos los malos recuerdos que tengo en esta ciudad.
◙ Estar a 900 km de mi familia y amigos. Hace que aprecie más a los primeros, y que logre alejarme de los que no me hacen bien de los segundos.
◙ Poder ser más yo. Sin condiciones históricas.
◙ Tener más opciones de futuro. Vivir más futuribles.
◙ ¿Crema de orujo? Sí, probablemente sea una razón tan válida como cualquiera. (Fdo: La Alcohólica que Hay en Mí)

Quizás me la den.
Quizás pase de verdad.
Y entonces empezarán los quebraderos de cabeza sobre matriculaciones, planes de estudio, becas, vuelos, buscar piso, firmar papeles a diestro y siniestro...
Pero eso es otra historia que contaré en su momento.

27.1.10

El tema acá está en hacer daño o no hacer daño.
En si realmente olvidé a quien tenía que olvidar.
En si esto que siento es más fuerte que las cosas que siento por otras personas.
En si quiero arriesgar la vida genial que tengo ahora.
En si me voy a perder algo por no arriesgar.

25.1.10

Extraño dormir con vos.
Y que me digas cosas que ya sé, como que debería hacer natación por lo de mi espalda, y poner voz de mosqueo y cara de enfurruñada, pero aceptar que tenés razón como con nadie más.
Pero sobre todo extraño tu voz.

18.1.10

Noches como ésta.

Todo fue improvisado.
Tomamos el camino largo, hablando de Sawyer, Faraday y Juliet, pero antes de lo pensado estábamos ahí, en el suelo, en el no-suelo, sobre esos pufs tan apalancantes.
Y alguien trajo cervezas para todos, y contaron algunos chistes malos, y cada vez estábamos más recostados sobre el puf.
Las luces cambiaban de color y sabía que estábamos hablando demasiado alto, pero daba igual y seguía analizando con M. mi relación (o no-relación) sentimental, y sí, yo tengo razón.
Las paredes eran negras y rojas y tenían burbujas y los limones nos miraban desde el fondo de las botellas vacías.
Entonces hubo un alboroto, y de repente dos personas se lanzaron a por el único sitio libre en el puf, y todo fue tan rápido que de alguna manera éramos cuatro personas en el sitio de tres, una botella se cayó y estábamos tan hundidos en el puf y en nosotros mismos que no nos dimos cuenta del escándalo.
Una chica con un tatuaje colorido en el pecho vino, y su voz era mucho más suave de lo esperado, y era simpática y graciosa y casi no le importaba que hayamos roto una botella.
Y de ahí en más todo fue cuesta arriba o cuesta abajo.
Hablando sobre habilidades especiales y bueyes perdidos más o menos, mirando los ojos brillantes de los demás (que no sé si están brillantes por mis ojos o por los suyos) y de repente estaba recostada en el puf, al lado del cuerpo de alguien al que nunca había tenido tan jodidamente cerca, y pensé en mandarle un mensaje a P. para decirle que quizás sí que tenía razón, quizás que sí y quién sabe, pero no lo hice porque sé que todo es culpa de la cerveza, de la cerveza y de este calor que hace acá dentro.
La chica de la voz suave bajó la persiana sin ruido y fue momento de irnos.
Esta vez por el camino corto, hablando demasiado alto de nuevo, pasando por pisos de Erasmus y hablando de ponerle a nuestro hijo 'Vul' si nos apellidásemos 'Cano' y entonces fotomatón.
Seis personas en un fotomatón y no entrábamos y nos clavábamos cosas que no eran nuestras y en la mayoría de los casos no eran de nadie.
Y tocamos los botones que no eran y ahora está en mi poder una foto de muchas cabezas apretujadas, la mayoría partes de cabezas, y salimos todos horribles pero felices. Lo que no sé es si nosotros estamos felices o son nuestros otros los que lo están.
Fotos modo Beatles, fotos sobre buzones, convesaciones olvidadas, cuatro intentos para chocar la mano y hablar y despedirse y hablar más y llegar a casa.
Noches como ésta merecen la pena.

17.1.10

(Y ya que empecé a hablar, ahora lo digo todo).

Cada vez que veo tu nombre en mi bandeja de entrada, mi corazón da un saltito.

15.1.10

Hace unos días te saqué de tu caja.
Revisé cada regalo, cada tontería. Leí cada papelito, cada notita, cada postal. Miré entradas de cine, tapas de botellas de agua, caracoles, regalos dentro de su paquete original, con o conxuro da queimada impreso detrás.

Toda la habitación olía a vos, a ese vos que en realidad no es olor a vos, sino olor a Marruecos.
Tengo tu manta sobre la cama, y no me había dado cuenta.

Hoy te vi.
Lo que me preocupaba era que no me saludaras, y me sorprendió que lo hicieras.

Nada de esto importa ya.
La tercera fue la vencida.

Por fin te fuiste.

12.1.10

Aguantando la respiración.

No puedo dejar de mirar esa foto.
Es Nochevieja y estás dándole un beso en la mejilla a una amiga.
Al verla fue cuando lo supe.
Me gustás.
Bueno, técnicamente me gustás desde que te "conocí".
Pero ahora es distinto. Ahora te siento como una parte mía, te escucho cuando me escribís, te veo en esa oscuridad. O bajo la lluvia.
Puede que sepas que hablo de vos o puede que no.
Puede que quieras hacer algo o puede que no.
Yo no quiero. El mundo (tu mundo, mi mundo) ya es demasiado complicado como para encima sumarle esto.
Simplemente no puedo seguir con este picor sobre el esternón, justo donde se guardan las cosas que quieren salir.

11.1.10

Encajar.

Durante un tiempo fuimos una pantera y un león enzarzados en una lucha eterna sobre una cama.
Ahora es mi muro, mi contención y mi espejo.
El que me consuela por las noches cuando otros me rompen en corazón.
Y me alegro de que siga en mi vida.

10.1.10

Mi problema es que no me gusta que las personas crean que soy una mala persona. No me gusta que piensen que soy fría, o cruel, o una mentirosa redomada.
Entonces me humillo y me arrastro intentando reconstruir relaciones que, simplemente, wasn't meant to be.
Porque no soporto hacerle daño a alguien, pero menos aún que crea que lo hago o lo hice a propósito.
Por eso las frases como "Y no te echo la culpa, tú eres como eres y yo simplemente esperaba que cambiaras o alguna estupidez semejante. La culpa es mía desde un principio por pretender cosas como esa" me duelen tanto.

Una persona que de verdad cree que no lo intenté, que me negué a mejorar las cosas, no me conoce en absoluto.
Y ya no vale la pena intentar reconstruir esa relación.
It wasn't meant to be.

4.1.10

Estoy sola.
Estoy sola y soy feliz.