30.4.09

Ay ay ay ay ay.

El bloqueo del escritor.
El miedo a la página en blanco.
El odio hacia una tarea en concreto.
Nada de eso y todo eso.
Sólo sé que ni siquiera soy capaz de poner un simple "Buenos días, queridos oyentes".
Y se supone que debo hacer magia.
Magia.

29.4.09

Posesión(es)

Las personas son posesivas con cosas que no les pertenecen. Los asientos de autobuses u otras personas.
Me gustan las personas que no te ponen mala cara si te sentás donde ellos siempre se sientan en clase, o si te encuentran acostado fumando en la acera de enfrente de su casa.
Prohibamos los pronombres posesivos.

22.4.09

Somnos.

Dormíamos entrelazados. Piernas anudadas unas con las otras, brazos recorriéndolo todo, espaldas atravesables, hombros amigos. Nuestras respiraciones mezcladas, una sola, única. Su frente en la mía, mi frente en la suya. De repente un beso, los ojos cansados, párpados cerrados.
Dormíamos entrelazados y eso lo era todo. Formábamos nuestra cáscara, nuestra coraza, nuestro mundo. Y ya podía pasar lo que sea que nosotros seguíamos así, entrelazados.

A pesar de eso, antes de dormir no nos recuerdo entrelazados. Me recuerdo de lado, él pegado a mi espalda, sus brazos protegiéndome, mis brazos protegiendo a los suyos, la parte posterior de mis rodillas sentada en las suyas. Y yo sintiendo cada célula de su cuerpo contra el mío.

Así, todas las noches duermo con su abrazo.

20.4.09

Kate Holmquist.

"You are the original. But so hard to know. You offer different versions of yourself to different people. With me, you're always behaving like a flirtatious mother. Then I see you going off to meet Foster with all the innocence of a little girl and...in his bed, well-I'd say you're somebody else then too."

                                                        The Glass Room

Fact XVII.

Podría escribir un libro entero sobre vos, conque sólo me dieses un mes.

Fact XVI.

No quiero estar embarazada sin vos.
Una persona totalmente vestida en la playa. Una persona que camina en mi dirección. Sonríe. Colores oscuros, marrón, bordó, azul oscuro. Y también turquesa, y blanco, y rosa y antiguorubio. Puntiagudo y redondo. Suave y duro. Grande y pequeño. El mar a nuestra izquierda, mis casas soñadas a la derecha, el cielo lampiño sobre nuestras cabezas, la arena con hojas de eucalipto a nuestros pies. Mis pies descalzos y él se sigue acercando. Sonríe. Y dentro mío las ganas de tocarlo, el sentirlo echado de menos y la certeza de que podría vivir de esa sonrisa siempre.

Hablando con el padrenovio.

Quise contarte cuánto había cambiado. Cómo en estos tres meses crecí de golpe.
Me acosté con un chico que no me llamó. No es la primera vez que me pasa, pero sí la primera que no me lo esperaba. Vos tampoco te lo esperarías si te dijese quién es. Tenía la polla más bonita que había visto nunca, y ahora también tiene un libro que le presté.
Decidí olvidarme de S. No de él en sí, sino de cómo lo veía en ese momento. Ya sabés cómo, vos también lo sufriste. Decidí hacerlo y lo hice, así de fácil. Igual que me olvidé de C. en su momento.
Me subí en un bus con destino incierto, habiéndolo decidido 10 horas antes. Y me bajé en un mundo de posibilidades.
Y no nos olvidemos del principio de todo: di por primera vez una segunda oportunidad, y terminamos dándonos la ruptura que nos merecíamos. Y esta vez sí lloré por mí. Por las oportunidades perdidas, por todo lo que dejé pasar, por no poder abrirme hasta que era demasiado tarde.

Fact XV.

Debería usar labial rojo oscuro más seguido.

Diálogo que nunca ocurrió.

-Esa foto es de Coruña
-Entonces...
-Sí. Digamos que me gustan las relaciones complicadas.

16.4.09

Apagón.

Hoy leí esto en el blog de Uralita, y recordé algo a lo que le estuve dando vueltas hace un tiempo.
Así era: durante un tiempo hubo cortes de luz cada pocos meses.
Y entonces todos seguíamos una rutina.
Encendíamos la luz de otra habitación, por si era algo de la habitación en la que estábamos.
Agarrábamos una linterna (todos sabíamos cómo encontrar una linterna en la oscuridad)
Revisábamos si eran los fusibles.
Cruzábamos el pasillo y nos fijábamos si eran los fusibles de la casa en general.
Mirábamos hacia fuera para ver si había luz.

Una vez determinada la magnitud del corte, volvíamos a casa.
Uno de los dos (mi hermano o yo) nos subíamos a la silla y sacábamos el candelabro dorado de encima del mueble grande del comedor.
Íbamos a la cocina, buscábamos fósforos, encendíamos las 4 velas del candelabro. Lo poníamos en el centro de la mesa del comedor.
Y seguíamos con nuestra vida.
Leíamos, cocinábamos, comíamos, nos duchábamos.
Con velas por toda la casa, velas itinerantes, velas viajeras.
Y con esa sensación de irrealidad tan perfecta y preciosa. Esa sensación de estar en otra época, ese silencio que describe Urala, esa unión entre todos.
Éramos más familia.
Ojalá acá se cortara la luz más a menudo.

Y vuelve la burra al trigo.

-¿Se empalma cada vez que se lían?
-Mmmm... no me fijo. Pero si no lo hiciese, me sentiría ofendida.








-Es que yo, cuando estoy sola en casa, no hago el amor. Yo follo.
-...
-Es que puedo gritar.






A través de los años, todo se reduce a lo mismo.

Haruki Murakami (III)

   - Mi novio, es decir, mi ex novio, no podía soportar un montón de cosas. Odiaba que yo llevara faldas demasiado cortas, que fumara, que me emborrachara, que dijera groserías, que criticara a sus amigos... Si hay algo de mí que no te gusta, dímelo con franqueza. Y si puedo corregirlo, lo haré.
 -No hay nada que no me guste. -Negué con la cabeza tras reflexionar unos instantes-. Nada.
 -¿De verdad?
 -Me gusta la ropa que llevas, me gusta lo que haces, lo que dices, cómo andas, cómo te emborrachas. Todo.
 -¿Te gusta como soy?
 -No sé cómo cambiarías, así que ya me va bien como eres.
 -¿Cuánto te gusto?
 -Como para convertir en mantequilla todos los tigres de las junglas del mundo entero.
 -¡Ah! -Midori pareció satisfecha-. ¿Me abrazas otra vez?
Nos abrazamos sobre la cama de su dormitorio. Entre las sábanas, oyendo cómo caía la lluvia, unimos nuestros labios y hablamos de todo lo imaginable, desde la formación del universo hasta cómo nos gustaban los huevos duros.

                                                           Tokio blues
                                                               Norwegian Wood

Emanación.

Abrí la caja en la que te guardo.
Había encontrado otro trozo tuyo en mi habitación.
Pero cuando la abrí, supe que no debía haberlo hecho. El olor a almizcle lo llenó todo. Y entonces recordé. Recordé la noche en la que me lo diste, cómo estábamos en la cama, cómo seguíamos una rutina, nuestra rutina.
Y supe que de ahora en más todo serían recuerdos.

14.4.09

<3

Te quiero, te quiero un montón y me gustas tal y como eres
incluso aunque eso implique que me calces una patada en la boca de cuándo en cuándo
y NO TE COMAS LA OLLA por mí
me tienes aquí, aquí es donde quiero estar
y si quisiera irme, ya me hubiera ido, pero no es el caso

(Esto, entre otras lindezas)

Haruki Murakami (I)

   -Tus problemas no tienen por qué durar toda la vida. -Posé mi mano en su espalda-. Algún día acabarán. Y cuando todo haya terminado, bastará con que reconsideremos el asunto. Bastará con que pensemos qué debemos hacer a partir de entonces. Y ese día tal vez seas tú quien me ayude a mí. No tenemos por qué vivir haciendo balance. Si tú ahora me necesitas a mí, me utilizas sin más. ¿Por qué eres tan terca? Relájate. Estás tensa y por eso te lo tomas así. Si te relajas, te sentirás más ligera.

Haruki Murakami (intermission)

   -¿Por qué dices eso? -La voz de Naoko sonó muy seca.
Al oírla, comprendí que acababa de pronunciar las palabras equivocadas.

Haruki Murakami (II)

   -¿Por qué? -repitió Naoko con la vista clavada en el suelo-. Si te relajas, te sientes más ligero, eso también lo sé yo. No hace ninguna falta que me lo recuerdes. Pero si ahora me relajo me haré pedazos. Desde hace tiempo he sido incapaz de vivir de otra manera, y todavía lo soy. Si bajara la guardia, aunque fuera una sola vez, sería incapaz de recomponerme a mí misma. Me haría pedazos y éstos volarían con un soplo de viento. ¿Cómo puede ser que no lo entiendas? ¿Cómo puedes decir que cuidarás de mí si no comprendes eso?

                                                      Tokio blues
                                                         Norwegian Wood

Cuesta abajo y sin frenos.

Pude ser casi cualquier cosa, y elegí estudiar esto.
Pero ahora voy a la facultad porque no tengo nada mejor que hacer, y ni siquiera entro en clase. Es como si viese venir un coche hacia mí en cámara lenta y no pudiese apartarme.
Y desde acá puedo ver la trayectoria, el golpe. Puedo ver los efectos, las consecuencias.
Pero aún así sigo en el mismo sitio, sin poder moverme, sin poder salir de ahí, directa al choque.
Esperando.

Perderse de a dos es menos perderse.

Fue ahí, recostados en el césped de San Pedro, cuando sentí que realmente me dejabas entrar dentro tuyo. Y también cuando me sentí impotente. Quizás la manera de no sentirnos perdidos sea estar perdidos
juntos.
Te veo a contraluz, tocándome las puntas de los dedos, diciéndome que te gustan mis historias, y llamándome por mi nombre, con lo raro que eso me resulta. Y recuerdo haberme dado cuenta de lo raro que sonaba que te importase que volviese a Sevilla por él, porque implicaba un tiempo en el que yo no había pensado, igual que no había pensado que te molestase verme feliz con otros. Y quizás sí éramos dos personas deambulando que coincidimos en un punto, sólo para regalarnos unos besos y caricias y palabras.

The perfect moment, the exact time.

Supe que te quería cuando volvía del mar. A través del alcohol, pude ver tu sonrisa. O quizás fue justo antes, cuando decidiste ir al Milk porque a mí me apetecía, aunque vos querías irte a casa. O justo después, cuando tomaste el control y me llevaste de la mano, y me preguntaste si estaba segura sin ánimo de condescendencia.

13.4.09

Bump.

Cuando las embarazadas me persiguen, es mala señal. Significa que mi útero se siente más vacío de la cuenta.
Pero cuando una embarazada en particular me persigue... no sé qué pensar.

Fact XIV.

Por suerte, el placer no se mide en orgasmos.
No puedo, no debo recordar su erección contra la parte baja de mi espalda.

11.4.09

Duermevela.

Lo hice porque te quiero.
No suena bien, ¿no?

Mi psicólogo soy yo misma, y me beso contra un espejo. Sabe bien.

Si cierro los ojos es como si fuese él.

Suave, suave, suave, manos parecidas.

Realmente no fue así.

Recordarte a través de otros.

10.4.09

Regret.

Lo supe hace tres días.
Pero aún así fui, como un cerdo al matadero. Dejándome llevar, anulando mi voluntad, sin tomar ninguna decisión. Porque si la hubiese tomado, no sería esa.
Y lo que más me jode es saber que no sería esa.

8.4.09

Cross my heart (and hope to die).

Algo cambió en mí. No sé muy bien cuándo. Quizás todo empezó hace 3 años, cuando tuve que respetar las intimidades ajenas. O hace uno, cuando me sentía observada y juzgada por amigos de. O quizás hace un par de meses, o un par de semanas.
Pero lo importante es que cambió.
Y que ahora me gusta mantener parte de mi vida privada.
Se me hace raro. Siempre lo conté todo, para bien o para mal.
Pero ahora no quiero. Me niego a banalizar ciertas cosas, a convertirlas de dominio público y así vulgarizarlas.
No tienen nada de vulgar, ni de banal. Son cosas preciosas, delicadas, con alas.
Entonces me callo. Entonces no digo lo que antes diría. No cuento conversaciones, detalles, sensaciones.
Es todo mío. Y así seguirá siendo.

Más que amigos.

Me jode un montón pensar algo que no es.
Pero una ya tiene unos años y, por muy tonta que sea, ve algunas señales.
Y lleva ya mucho tiempo liándose con quién no debería.

7.4.09

Chico Fabuloso.



Cada vez que abro tu blog
y leo cualquier entrada, casi
me dan ganas de postear sólo para decirte que te quiero.

6.4.09

Máscaras.

Durante un segundo, tuve miedo.
Quizás esta fuese esa vez en la que llegaba demasiado lejos, en la que cruzaba la línea y terminaba escaldada.
Pero entonces algo pasó en tu cara y supe que seguía siendo un juego. Y que debajo de todo eso, debajo de todo esto, seguías cuidándome.
Mientras más ropa, más difícil es recordar al otro desnudo.
Estamos en primavera.

Flash.

Ayer, a las 20.43, recordé que te hacía gracia que me hiciese un nudo en el pelo.

5.4.09

Miss.

A veces me canso de sentir que estoy donde no debo, de extrañar siempre algo, de tener un huequito vacío.

Pero, ¿sabés qué?
Si extraño algo es porque sé lo que es tenerlo.

Así que lloro por las noches porque sé lo que es dormirme con tus besitos somnolientos. Porque sé lo que es contarte cuentos y que estés atento. Porque sé lo que es despertarme con tus ojos ahí. Porque sé lo que es escucharte contarme anécdotas que ya me contaste. Porque sé lo que es poder acariciarte. Porque sé lo que es asombrarme de lo fácil que es todo. Porque sé lo que es vernos desde fuera y que me dé envidia y asco. Porque sé lo que es aprender algo nuevo a cada momento. Porque sé lo que es mostrarte cosas que hasta ahora no habías visto. Sé lo que es sentir que me das cosas que no tengo y te doy cosas que no tenés.

Hay personas que nunca descubrirán eso. 

3.4.09

Tiny, little, sweet scars.

Tengo la cara interna de las rodillas rugosa. Como si tuviese miles de cascaritas invisibles. Desarrollé la costumbre de tocármelas compulsivamente.
Ahora que todos los moratones desaparecieron, es lo único que queda en mí que dice que todo eso fue real.

Jonathan Tropper.

No hacía más de un mes que salíamos en serio, y la cosa ya había tomado vida propia: largas e íntimas conversaciones al teléfono que se iba apagando en susurros a medida que iba oscureciendo, rosas y flores, y bonitos correos electrónicos en el trabajo, dándonos el lote durante horas en su coche antes de que ella se fuera a casa.
  Los días que salíamos, Hailey iba al trabajo en coche en lugar de tomar el Metro-North, supuestamente porque no quería coger el tren tan tarde. Pero el coche, aparcado junto a la boca de incendios que quedaba enfrente de mi edificio, se convirtió en el lugar perfecto para nuestras interminables buenas noches; mucho más cómodo que meternos mano en el hueco de mi escalera que, además de estar muy mal aislado, olía a pies y a leche agria. Yo no podía recordar la última vez que me había pasado tanto tiempo sólo besando a alguien. Siempre había tenido la impresión de que cualquier besuqueo que no pasara a los preliminares y se despelotara en diez minutos acababa en naufragio por falta de un rumbo fijo. Pero Hailey y yo podíamos tirarnos horas, hasta tener los labios hinchados y agrietados, la lengua entumecida y la mandíbula trabada. Y después, yo subía a mi apartamento para ponerme cubitos de hielo en las pelotas doloridas, con su sabor deliciosamente alojado en el fondo de mi garganta reseca, su aroma aspirado con tal pasión que me subía a la cabeza, justo detrás de los ojos, como una explosión de lavanda. La verdad es que parecía algo infantil, un hombre de mi edad sin llegar apenas a la segunda fase, pero también había en ello algo indiscutiblemente excitante. Y aunque sabíamos que el sexo era algo inevitable, que era el motor que impulsaba todo el proceso, el hecho de estar saliendo con una madre soltera me hacía sentir especialmente responsable de introducir ese factor en la relación antes de saber si quería comprometerme. Además, ella era una mujer muy guapa que había estado con el tipo de hombres que suelen acostarse con mujeres guapas y, sinceramente, yo tenía miedo de no dar la talla.
  Pero la calentura innata que todos llevamos dentro siempre se acaba imponiendo, y muy pronto acabamos desnudos y sudados en mi cama, dando rienda suelta a todo un mes de deseo contenido en una sesión salvaje y sin precedentes que no dejó piedra sobre piedra en la cantera del sexo. Cuando finalmente terminamos, nos tumbamos inmóviles y jadeantes, uno junto al otro, en lo que quedaba de mis sábanas, mientras el sudor se enfriaba y se secaba sobre nuestra piel, como dos soldados heridos abandonados en el campo de batalla.
  -Oh, Dios mío -dijo Hailey con un ligero bufido, con los ojos muy abiertos e incrédulos, en la tenue luz de mi habitación.
  -¿Cómo podías imaginarlo? -coincidí.
  -Bueno, yo tenía mis sospechas -dijo ella, girando la cabeza para lamerme el sudor del cuello.
  La busqué con las manos y ella rodó hasta mí con soltura, colocó su muslo sobre el mío y dejó reposar la cabeza sobre mi pecho.
  -Encajamos perfectamente -dijo ella, y mientras le besaba el cabello, sentí cómo las lágrimas acudían inexplicablemente a mis ojos. Yo sabía, porque había estado en el otro lado, que llorar después de hacerlo puede ser una mala señal. Así que cerré los ojos y esperé que Hailey no alzara la vista. Ella pareció darse cuenta, pero en lugar de interrogarme, apretó sus labios contra mi pecho y dejó reposar su mano abierta sobre la línea de vello que marcaba el ecuador de mi estómago. Y después de un minuto dijo:
  -¿Estás bien?
  -Sólo estoy un poco más enamorado de lo que creía -dije, sorprendiéndonos a los dos. Primero las lágrimas y ahora esto. Casi podía sentir cómo la testosterona se me evaporaba por los poros.
  Ella hizo un gesto de comprensión y me volvió a besar el pecho de una forma que me hizo temblar.
  -No dejes que eso te asuste.
  -Sólo si tú tampoco lo haces.
Me miró con una amplia sonrisa.
  -Después de lo que me hizo pasar Jim, haría falta mucho para asustarme.
  -¿Te apetece explicármelo?
Ella acomodó la cabeza en el hueco de mi codo.
  -Nuestra historia empieza con una bola de vello púbico en la papelera -recitó suavemente, como Alistair Cooke.
  -Como suelen hacerlo este tipo de historias -dije yo, y ella me dio un empujoncito juguetón, y los dos reímos. Y fue fantástico.

Mi vida sin Hailey

2.4.09

No.

Porque puede que vos seas Mr. Big y seas todo lo especial que vos quieras, pero él es Chicomar y eso ahora es mucho más.
Esta podría haber sido esa vez en la que no sabía de quién estaba embarazada.
Lucky it's not.
Mi pueblo huele a invierno en primavera. Raro.
Voy con jersey grueso pero oscurece a las 20.30. Raro.
No tengo internet en casa y eso me hace sentir aún más atrapada. Raro.