29.6.10

Tengo miedo de que cuando vuelva en septiembre ya no estemos juntos, y me encuentre su cepillo de dientes entre mis cosas.
Otra vez un cepillo de dientes hablando de abandono.

22.6.10

El principio del fin.

Soñar con tiempos felices y risas con una persona, despertarte a su lado y que todo siga igual.

Podemos retrasarlo, pero no frenarlo.
Un año más, toca mudanza.
Quitar las fotos de las paredes, descolgar los objetos, revisar que quiero y que no, que voy a necesitar en verano y que se puede quedar acá, meter todo en cajas, recordando en que caja va que, despedirme de los lugares, de las personas, de las paredes que fueron mi hogar durante nueve meses.
Salvo que esta vez es diferente.
Es la última mudanza que hago así.
La próxima vez que haga esto, voy a estar diciéndole adiós a esta ciudad, a esta etapa y a este modo de vida para siempre.
Y eso da mucho, mucho miedo.

20.6.10

El primo.

Hace más de un año, tuve el mejor polvo de una noche de mi vida.
Quedamos, hablamos, tomamos algo, me regaló un CD, vino a mi piso.
Nos besamos, nos acariciamos, nos reímos, hablamos.
Dormimos abrazados, y al despertarme me dijo que de madrugada había querido escribir sobre mi espalda pero no había encontrado un boli y después se le había olvidado lo que quería escribir.
Hicimos el amor.
Tenía la polla más perfecta y preciosa que había visto nunca.
Se despidió, llevándose su bicicleta, sus sonrisas con los ojos y su olor. Y un libro que le presté y todavía no me devolvió.
Me dejó con un "ha sido demasiado divertido y bonito estar contigo" y no volví a saber de él.
Todavía recuerdo el tacto de su piel y nuestro primer beso furtivo en Nochevieja.
De regalo, me dejó debajo de la almohada un condón que no puedo usar con nadie más.

Eso estaba ahí, y nunca sucedió. Podía haber sido algo más, pero no lo fue.
Y mejor así: prefiero que él sea mi mejor historia de una noche, precisamente porque me hubiese gustado que sea nada más que una noche.

12.6.10

Duermeme.

Me acostumbré a eso.
Dormir de lado, recogerme el pelo, pasar una mano por debajo de tu brazo, la otra por encima, encoger las rodillas, recibir besos en el hombro, cerrar los ojos, perderme en la inconsciencia, despertarme a medias cada vez que te movés, despertarme del todo cuando suena la canción elegida para ese día, volver a la cama donde vos no te moviste (o sí, pero no mucho), poner otro despertador, darte un beso, ponerme de lado, recogerme el pelo, pasar una mano por debajo de tu brazo, la otra por encima, estirar las rodillas, esta vez no hay beso, caricias en las manos, cerrar los ojos, apretarme contra vos, volverme a dormir.
Y esta noche no estarás y mañana tampoco.
Y dentro de un mes esto será lo que tendré, una cama vacía con un hueco detrás de mi espalda, y mover la boca para recibir un beso que nunca llegará cada vez que esté medio dormida.

3.6.10

Reboot.

Una vez más las paredes se cierran a mi alrededor.
Y es raro, porque la ventana está abierta, corre un viento capaz de despejar las ideas más oscuras, ayer fui al cine (y lo disfruté), hoy amanecí acompañada y feliz.
Pero en algún momento algo se torció.
Será el dormir más de la cuenta, el programa de edición que no funciona como debería, el seguir con un ordenador ajeno y sentirme culpable por ello, el tiempo que se me echa encima, la casa vacía, la luz que se extingue, mi caos de vida, el verano que se acerca amenazante, la regla que no me viene todavía, la falta de cosas que me motiven, las ganas de crear que no puedo escuchar.
Quiero salir corriendo.
Correr por el río, hacia la Giralda, que me abracen brazos que hace mucho que no lo hacen, caminar hasta que las piernas me duelan, comer chocolate a las tres de la mañana en un banco cualquiera, volver a casa con miedo, hablar con amigos, escuchar música mientras camino rápido y reflexiono sobre lápices labiales o si teñirme de nuevo o no.
Salir corriendo y alejarme de mí, que hace un tiempo que no soy yo, y ver si así consigo -finalmente- el equilibrio que se me escapa, eso que hace dos días pensaba que tenía, esa fuerza que algo misterioso me había dado.
Salir corriendo y extinguirme y volver a renacer. Nacer y renacer y volver a renacer.