21.2.10

Fortuito.

Es raro encontrárselo así, de improviso, a las cuatro de la tarde, como parte de mi vida cotidiana.
Sin prepararme mentalmente, sin estar ni medio guapa, con mi papá al que sé que le molesta como nos abrazamos, él con su cara de dormido y con este mismo sentimiento de no saber qué hacer.
Ahora huelo a él y me había olvidado de lo bien que olía y de lo mucho que me gusta oler a él. Los recuerdos, las sensaciones que eso despierta, sorprendentemente ninguna sexual.
Sigue siendo él, esos ojos, esos labios y ahora sí es sexual.
Sexual y amoroso, tierno y salvaje, como todo lo que él me despierta aunque no quiera, aunque él no quiera ni yo lo quiera y aunque a la distancia ya no lo haga.
Pero me lo encuentro de casualidad y me trastoca la tarde.

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