30.12.09

Cheater.

Una vez engañé a alguien.
A alguien al que quería.
Nunca me sentí peor, pero no pude evitarlo.
Mejor dicho, no pude evitarlo, pero nunca me sentí peor.
Volví a casa y me convencí de que nunca había pasado.
De que si no pensaba en eso, si no se lo contaba a nadie, si nunca lo mencionábamos, nunca habría sucedido.
Durante mucho tiempo funcionó. Me olvidé de lo que había hecho, de lo que habíamos hecho. Él no lo mencionaba y yo tampoco.
Pero no podía.
No podía seguir así.
Así que empecé a contarlo.
A muy muy pocas personas. Personas que no tenían relación ni conmigo, ni con él, ni con mi otro él.
Personas ajenas que sabían que era una persona horrible, pero a las que no les importaba realmente que lo fuera.
Me creí mi propia mentira.
Enterré ese recuerdo en lo más profundo.
Pero siempre consigue salir.
Hice algo de lo que siempre me voy a arrepentir, algo que sólo causó dolor y algo que habría destruído a la persona que estaba conmigo.
Ya es hora de sacarlo a la luz.
Ahora ya lo saben.
No soy de fiar.

29.12.09

Fact XXIII.

Tuve que hacer una lista de los chicos con los que me había liado y con los que me había acostado, porque siempre me olvidaba de alguien.

27.12.09

Naïve.

Ayer descubrí que creo que uno de los hombres de mi vida es 'The one'.
De verdad soy tan ilusa como para creer que nuestros caminos volverán a cruzarse en un futuro, cuando sea el momento adecuado, y seguiré con él para siempre.
Y lo gracioso es que no deja de entrar gente a formar parte de esa lista, y cada vez que entra alguno también creo que probablemente sea ese al que todas las adictas a las películas de amor y sus horribles finales felices esperamos.

24.12.09

'Me time'.

Hace años, allá por el 2000, fui a ver mi primera película sola.
Nada del otro mundo, 'Los Ángeles de Charlie'. Fui al cine de cerca del negocio, en una paralela a Rivadavia. Seguro que compré algo para comer, pero me lo comí antes de que empezara la película.
Me gustó la sensación de saber que estaba sola. Que todos en esa sala le rendían cuentas a alguien, que al final de la película tendrían que comentarla y dar alguna clase de crítica, que su acompañante esperaría algo de él. Esa sensación de ser juzgada por mis gustos personales nunca me gustó (sobretodo porque lo hacen desde que soy chica), y me encantaba saber que no le debía nada a nadie. Que no tenía que hablar (la gente insiste en hablar en el cine), que no tenía que darle una valoración. Simplemente la disfrutaría.
Creo que fue por esa época cuando empecé a alquilar películas yo sola.
Una vez al mes, tenía un "día para mí".
Caminaba las dos cuadras hasta el Blockbuster de Centenera y Asamblea y me pasaba los siguientes 15 o 20 minutos eligiendo una película. No solían ser películas que vería con nadie. No era una película que podía ver con mi familia, o con una amiga. Eran pequeños guilty pleasures, películas demasiado raras (y no quería escuchar la cantinela de siempre sobre mis gustos audiovisuales) o demasiado superficiales (y no encajaban conmigo, que siempre me las dí de profunda e intelectual).
Después, antes de ponerme en la cola, compraba algo para comer. Un Toblerone, un Biznikke Nevado o un Marroc (que después cortaba en trozos con un chuchillo).
Llegaba a casa, juntaba dos sillas delante de la tele, ponía unos cojines, ponía la peli, me acostaba sobre las sillas y le daba al play.

Estoy comiendo un Biznikke Nevado que me trajo mi mamá de Argentina este verano.
10 años pasaron, dos continentes y demasiados cambios para contabilizar.
Sigo yendo sola al cine. Sigo viendo películas superficiales de las que nadie se entera.
Hoy, mientras recordaba todo esto, recordé también que una de las películas que alquilé en esa época fue 'Las Vírgenes Suicidas'. La película que marcó un antes y un después en mi gusto cinematográfico. La película que me dijo que yo quería hacer eso. La película gracias a la cual hago lo que hago.

20.12.09

Volver a la casilla de salida.

Al principio algo nos frenaba.
Volver a ponerse en marcha es complicado. En este caso, para los dos.
Pero a pesar del tiempo y de las circunstancias, seguimos siendo nosotros. Nosotros a pesar de los otros.
Y los besos siguen siendo iguales, y su piel es la misma, y nada cambia demasiado a pesar de haber cambiado todo.
Fue fácil, conocido, sencillo, bueno. Mejor de lo que recordaba.
Volvimos a empezar. En otro punto, pudiendo comparar, queriéndonos desde el principio. Recordando cosas sobre la marcha.
Es bueno. Esto es bueno. Curarnos las heridas y la soledad mutuamente. Pero esta vez sabiendo cómo es todo. Dónde está el límite. Y por qué no puedo creerme que sus caricias son algo más.

17.12.09

Cualquier gesto, cualquier cama.

Voy a hacerlo.
Estoy dispuesta.
Estoy lista.
Necesito volver.
No va a ser tan bueno, obviamente. Puedo volver a lo regulero.
Pero es necesario para mi salud mental.
No es algo que haya decidido. Es una oportunidad que se me presentó, y que mi cuerpo no quiere rechazar.
Ya no va a ser como antes. Ya no saltaré de uno en otro, ya no buscaré cosas efímeras. Físicamente no lo necesito. Físicamente todavía dependo de él.
Pero necesito saber que vuelvo a tener el control de mi vida, que estoy avanzando hacia algo, en lugar de tejer y destejer como Penélope.
Quiero volver a ser yo.
Salvo que más estable.

14.12.09

La casa del lago.

Juro que lo intento.
O lo intenté, al menos.
Pero estoy al borde... al borde de algo grande. Algo grande en un mal sentido.
Hablo con la gente en un monólogo incesante, y entonces me doy cuenta de todo.

Voy a seguir acá como una imbécil. Porque seguí acá para una persona que no vale ni la mitad, que sólo sabe hacerme sufrir pero de la que no podía deshacerme porque alguien me inculcó la idea de que el Destino existía, de que si teníamos que estar juntos íbamos a estar juntos, y claro, no quería que el Destino me encontrase siendo feliz con otro.
Entonces me cerraba. No del todo, no.
Llegaba alguien, me enamoraba y le daba mi corazón. Casi todo mi corazón. Reservaba un huequito para él. Conservaba ahí su recuerdo, su memoria, nuestros besos. Cuando todo iba mal alimentaba ese recuerdo, lo alimentaba a él.
Entonces cuando esa persona se iba porque se hartaba, podía volver a él, echarme en sus brazos y decirle "te esperé", porque en realidad era así.
Quería a los otros, pero también lo quería a él. Podía arrinconarlo en un hueco pequeño durante mucho tiempo, pero siempre fallaba algo en mi vida real y recurría a él.
Entonces pasó algo.

Una de las personas que se suponía que era un "mientras tanto" fue más que eso. Echó raíces, me exploró y aceptó ese sitio de mi corazón al que no podía entrar. Se adueñó de todo el resto.
Me hacía sentir mil veces mejor que ese inquilino que terminó por ser indeseado. Me hacía sentir mejor porque me quería tal y como era. Porque hablábamos de futuro, porque queríamos un futuro juntos. Porque me arrullaba todas las noches.
Entonces decidí que se había acabado. Abrí ese compartimento, saqué las telarañas y liberé ese recuerdo. Ya no lo necesitaba. No iba a tener que volver a nadie porque había encontrado una persona que me hacía sentir bien y al que hacía sentir bien. Y eso era todo. Y después ya se vería.

Algo se torció.
Dejamos de hablar sobre el futuro, porque ya no quería un futuro conmigo.
Dejó de arrullarme todas las noches.
Dejamos de hablar por las mañanas.
Ya no tenía a quién volver, porque después de este tiempo me di cuenta de que el otro es sólo una espinita clavada, pero que no pertenezco a una persona que me hace más llorar que reír.

Hoy lo supe. Voy a encerrarlo a él.
Guardo en un rincón de mi corazón el olor de él recién duchado, el sabor de sus besos, un video que miro cuando me siento sola, su risa, su cara mientras sonríe.
Sé que no debería. Sé que no es saludable. Sé que no gano nada. Sé que no le gustaría.
Pero lo hago. Pero lo necesito.

Lo siento. Pero vuelvo a tener con quién comparar a todos los próximos hombres de mi vida. Y les aseguro que no va a ser fácil superarlo.

4.12.09

Estamos llegando al punto en el que no sé si me mira porque le gusto, o me mira porque yo lo miro porque creo que le gusto.

3.12.09

Four years later...

Durante unos momentos, me miró cómo lo hacía antes, cuando estábamos desnudos y me quería aunque no quisiese hacerlo.
Después volvimos al presente.
Y el presente no está tan mal.