16.4.09

Apagón.

Hoy leí esto en el blog de Uralita, y recordé algo a lo que le estuve dando vueltas hace un tiempo.
Así era: durante un tiempo hubo cortes de luz cada pocos meses.
Y entonces todos seguíamos una rutina.
Encendíamos la luz de otra habitación, por si era algo de la habitación en la que estábamos.
Agarrábamos una linterna (todos sabíamos cómo encontrar una linterna en la oscuridad)
Revisábamos si eran los fusibles.
Cruzábamos el pasillo y nos fijábamos si eran los fusibles de la casa en general.
Mirábamos hacia fuera para ver si había luz.

Una vez determinada la magnitud del corte, volvíamos a casa.
Uno de los dos (mi hermano o yo) nos subíamos a la silla y sacábamos el candelabro dorado de encima del mueble grande del comedor.
Íbamos a la cocina, buscábamos fósforos, encendíamos las 4 velas del candelabro. Lo poníamos en el centro de la mesa del comedor.
Y seguíamos con nuestra vida.
Leíamos, cocinábamos, comíamos, nos duchábamos.
Con velas por toda la casa, velas itinerantes, velas viajeras.
Y con esa sensación de irrealidad tan perfecta y preciosa. Esa sensación de estar en otra época, ese silencio que describe Urala, esa unión entre todos.
Éramos más familia.
Ojalá acá se cortara la luz más a menudo.

6 comentarios:

  1. Deberíamos coger un machete e ir a por los cables de cuándo en cuándo :D

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  2. Ann y el realismo mágico one more time.

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  3. Creo, pequeño, que el único que ve realismo mágico en mí sos vos.
    Pero gracias de todas maneras.

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