1.12.08

Catársis.

Cómo empezar...

Hay cosas que no tengo el valor de nombrar, porque al ponerlas en palabras, se hacen más reales.

Estaba ahí, preparándome para la ducha y de repente me di cuenta de que estaba manteniendo una conversación conmigo, con vos, en la cual te lo contaba todo, y sabía lo que contestarías. Y sigo haciéndolo, hablo con vos constantemente, te digo frases, te confieso secretos, te hablo y me expongo. Porque es más fácil hablar con el ausente que con la persona a la que tengo al lado.

Miento. Miento todo el tiempo, en todo momento. Salvo a mi misma. Salvo cuando estoy sola, salvo en los domingos.

Hace unos años tenía domingos Isabel Coixet. Ahora son otros domingos, domingos de otro tipo, domingos dónde sólo me apetece verte y hablar, hablar de la nada, hablar de todo, tener alguien con quien hablar, alguien que no intente clasificar y resolver, sino que lo entienda y me acompañe.

Me harto de consolarlo, de calmar su ansiedad, de decirle que no voy a ninguna parte, de explicarle cosas que ni yo entiendo.

Me siento culpable por todo, por estar mal, por contárselo, por no contárselo, por dejarlo solo, por no querer verlo, por hacerle daño, por no ser todo lo buena que debería para él. Y es una mierda, porque no debería sentirme culpable por ser lo que soy, no debería sentir ese dolor cada vez que me dice que lo siente con su cara de perro apaleado, cuando me hace sentir culpable por ser cruel y malvada y gritarle en silencio.

Y a veces quiero que todo se termine (y también me siento culpable por eso), poder ser libre y estar sola, y ser yo todas las veces que quiera, y salir a conquistar nuevos ojos, nuevos labios, nuevas camas, nuevas mentes. Y alejarme de toda esta dulzura que me está destruyendo, que me corroe como las caries corroen los dientes, que me transforma en alguien que no soy, en alguien que no quiero ser. Porque estaba bien siendo quien era, quiero volver a ser esa, ser la divertida, la sensual, la sexual, la afilada, la independiente, la independiente, y no esta muñeca de trapo en la que me convierte.

Pero a la vez nunca sentí tanto amor. Nunca sentí que me querían tanto. Nadie me quiso nunca así. Y no sé si alguien lo volverá a hacer. Necesito novios ausentes, quiero novios ausentes, busco a alguien que me dé mi espacio y de repente me encuentro con esta garrapata emocional, que no me deja respirar, que me aprisiona incluso al dormir, que me hace daño al tocarme aunque no lo quiera, que me absorbe la energía, el tiempo, la vida, pero que a la vez me la da. Un poquito, sólo un poquito.

No es cuestión de estar aburrida al ser feliz, es cuestión de que así no soy feliz. No puedo ser feliz si no me reconozco en el espejo, si no me interesa lo que antes era mi vida, si no puedo ni siquiera hablar con quien quiero sin sentirme rara y culpable. La culpa, de nuevo la culpa, la culpa que me mata y me corroe y no me deja dormir.
¿Culpa de qué?
¿De ser yo, de ser feliz, de tener problemas?

No, no, no, no, no. No puedo seguir así. Ni puedo hablar con él, no puedo hablar con él. Porque se echará la culpa a sí mismo, y me hará sentir culpable por no ser feliz y encima (encima) habérselo dicho.

Hola, muñequita de trapo. Quédate todo el tiempo que aguante. Y cuando ya no te soporte más, mandaré todo a la mierda, me iré a la mierda yo, y volveré a empezar.

Porque puedo bailar alrededor tuyo, sin tocarte nunca, mareándote y rozándote pero sin tocarte nunca. Porque sigo siendo WildLittleGirl.

2 comentarios:

  1. Precisamente, mientras bajábamos las escaleras, hemos estado hablando Mila y yo de que también nos echamos de menos a nosotras mismas. De la liberación y el disfrute sin condicionamientos que suponía "conquistar nuevas camas".


    De todas maneras, no puedo comulgar contigo. Sé que casi punto por punto hay quien diría lo mismo que tú has expuesto aquí de mí, y sé lo que se ve desde el otro lado de la barrera. Al menos, en mi caso. "Hablar con quien quiero sin sentirme rara y culpable": Ay... me conozco gente que también reivindaría eso mismo. ¿Es la misma situación? ¿No lo es? ¿Dentro de esa reivindicación no entra que la otra persona se trague su propia libertad de que le afecten ciertas cosas, de sentir dolor?


    ¿No sería mejor ser claros y honestos con la persona que tenemos al lado, y si no puede ser, no puede ser, pero no marearles la perdiz con ahora síes, ahora noes, y veintemil personas metiéndose de por medio en la relación?



    Ajjjj, sorry, esto está siendo más un monólogo interior que un comentario hacia ti >.<. Me voy a llorar a mi blog.

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  2. Nosotros sabemos lo que nos hace realmente felices, pero preferimos lo conocido y seguro, antes que lo nuevo y peligrosamente desconocido.

    A veces esperamos a hartarnos para dejar pasar una etapa que nos hace daño, y en vez de hacernos felices no lleva al sufrimiento...

    No esperemos que pase mucho tiempo para tomar una decisión, porque esta en juego nuestra alegría que vale mucho mas, que la soledad a la que tanto tememos...


    Me encanto tu entrada. Un beso!

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