17.2.09

Sobre la vida y la muerte.

Creo que nunca lo conté, o no por completo, pero tengo tres ahijados. Dos de ellos están muertos.

La primera, Tais, fue cuando tenía 14 años. Era amiga de Maribel desde que éramos chicas, porque nuestros hermanos iban juntos al jardín de infantes. Ella tenía unos 6 años más que yo, pero eso nunca fue problema para nosotras.
Su vida no fue nada fácil. Era discapacitada física, y la tuvieron que operar varias veces. A esto se sumaba una madre con claros problemas psicológicos.
Cuando yo tenía 12 0 13 años, se mudó a casa de su abuela, que vivía cerca de la mía, así que por lo menos una vez a la semana nos veíamos.
A los 20, se quedó embarazada de un chico mayor que ella. No sé cuánto de lo que me contó de él era verdad, porque había mucha fantasía en todo lo que contaba (de hecho, por eso dejamos de vernos. Pero eso pasaría años después).
Era una nena. Nos pasamos horas en su habitación, pensando y planeando. Ayudé a elegir el nombre. Tais. Me pidió que fuese la madrina, a lo que acepté encantada.
Vi las ecografías, y tocaba el pequeño bultito que se había formado en su barriga. Era mía ya.
Me fui de vacaciones a casa de mi madrina. Y un día, sucedió. Soñé que Maribel no la encontraba. Estábamos las dos en su casa, y yo veía como la llamaba pero no podía encontrarla.
Decidí esperar a Buenos Aires para comprarle la ropita que ya había visto.
Cuando volví, me lo dijo. La había perdido.

Mi madrina es la mejor amiga de mi mamá. Fueron juntas al secundario, e hicieron el profesorado a la vez, salvo que mi mamá ya no ejerce y mi madrina sigue siendo maestra (ahora, directora). Cuando tenían 17 o 18 años, mi mamá le prometió que sería la madrina del primer hijo que tuviera, así que cuando nací no hubo ni que pensarlo.
Cuando nació el primer hijo de mi madrina, le pidió a otra amiga suya que fuese la madrina, porque mi mamá ya tenía un ahijado.
Hace 3 veranos, estando en Manchester, mi madrina me pidió que fuese la madrina del hijo que estaba esperando, Jano. Me puse a llorar delante de la pantalla, y estuve over the moon un par de días. Cuando llamé a mi mamá para contárselo, me dijo que ya lo sabía, que mi madrina le había preguntado si no le molestaría que me lo pida a mí.
Y entonces me contó algo que no sabía. Hace 6 años, mi madrina perdió un bebé. Estaba de cinco meses, y tuvieron que provocarle el parto para poder sacar el cuerpo. Fue tremendamente triste para todos, pero especialmente para ella. Lo que en ese momento no supe era que mi madrina me iba a pedir que fuese la madrina de ese bebé. Un bebé sin nombre, casi sin cuerpo.

A lo que quiero llegar con todo esto (si es que realmente quiero llegar a algo y no escribo porque me guste el sonido de mi propia voz) es que la muerte no importa.
No importa realmente si estamos o no, si están o no.
Tanto Tais como Bebé siguen siendo mis ahijados, aunque no hayan llegado a nacer. Porque alguien les habló, alguien los imaginó, alguien los quiso.
Y de eso va todo esto. De querer.
No quiero morir, pero no me importaría. Sé que seguiría siendo parte de algo, de alguien. Sé que alguien me quiere, y que alguien me lloraría.
La muerte no es más que la continuación de la vida.
Y Jano... Jano vive, vive y es querido. Lo quiero. Lo quiero porque sé que es un ser físico, sé que lo conoceré, sé que es gordito y castaño claro. Sé que se ríe mucho, todo el tiempo. Sé que come tanto como su madrina y como la mía. Lo quiero porque es.
Pero si no fuese también lo querría.
Tais y Bebé son parte mía, parte de mi historia. Y cada vez que pienso en Jano me acuerdo de ellos, los que no pudieron ser, los que no llegaron a ser.

1 comentario:

  1. Miedo.

    El día que dejes de escribir me quitarás algo de mi día a día que tengo entre mis prioridades.

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