4.2.09

3 years ago.

Era un santo.
Todo este tiempo después y en plena entrega de trabajos y exámenes, me doy cuenta de que era un santo.
Apagaba fuegos informáticos cada día. Me ayudaba a estudiar. Me explicaba cosas de óptica. Cocinaba para los dos. Soportaba mis quejas y chillidos. Me hacía masajes. Me aguantaba cuando sólo sabía gritar en pleno ataque de nervios, cuando no sabía qué había hecho mal para perder todo el trabajo, cuando me ponía insoportable por la falta de sueño y el estrés.
Ahora, cuando me duele el trapecio de la tensión, cuando no tengo a nadie que me resuelva los problemas como por arte de magia, cuando nadie me habla en voz baja para calmarme, ni me mira como se mira a una niña chica con un berrinche, me doy cuenta de que era un santo.
Y de que lo extraño.

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