12.2.10

And upon us, chaos.

Ahora es cuando me asusto y empiezo a dudar de todo.
Pero esta vez no sólo dudo de mi vida sentimensexual, sino de mis amigos, de mi capacidad para decidir lo que quiero y lo que no y mi propia inteligencia.
Hoy aprendí algo de mí misma que me gustaría no haber aprendido. Y desde ese momento, hace 12 horas, una alarma gigante en mi cabeza no para de sonar. Y esa alarma fue haciendo sonar otras, y mi cabeza es un caos, y ya no sé ni si mis amigos quieren que esté donde estoy, si realmente me apetece hacer cierto viaje programado, si no debería cortar por lo sano y dejarlo antes de empezar, si no estoy mejor sola, la Vieja de los Gatos pero sin gatos, jugando a ser Juan Palomo, sin nadie que me ayude nunca jamás, porque en una semana escasa dejé de saber cómo ayudarme a mí misma y si de verdad quiero lo que digo que quiero, o si es él el que quiere eso.

Realmente necesito dormir 20 horas y no salir de mi habitación durante días, pero la vida no me va a esperar. Y tengo esta sensación de angustia permanente y estoy paralizada, paralizada. Esta vez no es de miedo, es de agobio. La vida sigue y yo me dejo llevar y entonces me doy cuenta de lo que hice y ya no hay marcha atrás y me perdí.
Me perdí a mí misma, me perdí en mí misma.
No sé ni lo que sabía la semana pasada, y todo esto me sobrepasa y me dan ganas de mandar todo a la mierda y que le den por culo a los Carnavales, a la entrega del trabajo, a terminar la práctica de Iluminación, a ser responsable y entregar todos los documentos, a reservar plató, a comer sano, a hacer algo con mi vida, a relacionarme con seres humanos.
Porque ya no puedo más.
Ya no.

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