20.9.08

Filípica.

Sé que debería justificarme y explicar por qué lo hice, por qué me di la vuelta y me fui, pero no voy a hacerlo. Porque me estoy hartando de tener que aguantar los golpes, voluntarios e involuntarios, y encima pedir perdón por quién sabe qué.
Ahora entiendo que me dijeses que Ana estaba rara: no lo está. Simplemente cambió. Como yo. Como todos, en mayor o menor medida. Así que dejame en paz de una buena vez. Porque últimamente cada vez que hablamos sólo me pongo de mal humor, me cabreo, estoy a la defensiva y salgo con inseguridades y planteos negativos que antes no tenía.
Soy dura con vos, lo sé. Pero me harté de ser tu muñequita de bizcocho. Y de sentirme culpable por ser quién soy ahora, por no ser la misma de antes, por no depender tanto de vos, por cansarme de ceder y ceder y nunca ganar y ni siquiera empatar.
En nuestra relación siempre fuiste el dominante. Pero ahora mismo le digo a la vida fuck off y me harto de seguir directrices y agachar la cabeza y asentir, y poner el bienestar de los demás por encima del mío.
Especialmente si ese demás sólo sabe mirar su propio ombligo egoístamente, intentando que vuelva a ser la de antes, cuando le convenía que fuese así, porque cedía y él ganaba.
Y sé que esto es un monólogo, pero no puedo hablarlo con vos, porque desaparecés apenas te digo dos verdades y me empezás a echar mierda pasada, presente y futura a la cara, porque no me escuchás, porque te afianzás en tu postura y a mi que me den.Y eso no, señor, no.
Que te den a vos.

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