Suaves caricias por todo el cuerpo.
Casi como un suspiro, un batir de alas leves.
Me adormecen, cierro los ojos aunque no quiero.
Quiero verte, mirar tus ojos brillantes y semi cerrados.
Y seguir sintiendo tus dedos que pasean por mis brazos, por mi panza, por mis caderas, por mis rodillas, por mis muslos, por mis pantorrillas, por mi costado, por mi pecho, por mi cuello.
Como al principio. Como el principio de todo.
Como otra noche, tus dedos por mi cuerpo y mi cabeza yendo a mil por hora.
Pero volvamos al ahora.
A tus manos que se acercan y se alejan.
A tus ojos que me miran expectantes.
A mis ojos que se cierran.
A mi boca que sonríe.
A mis dedos que te tocan.
A nuestro calor que se funde.
A la penumbra de la habitación.
Y a tus dedos que llegan, llegan, llegan.
Y yo que me alejo, alejo, alejo.
Y me despierto, de golpe. Y te beso, profundo y eterno.
Y ya todo cambia. Y quiero que sea ya, ahora. Y vos también querés que sea ya, ahora.
Y es ya, ahora.
Dos en uno. Yo doy, vos das. Vos das, yo doy.
Y no hay otra sensación que la de los dos juntos, unidos. Y la habitación desaparece, el tiempo desaparece, el ruido desaparece.
Nada existe, nada salvo vos.
Tu respiración en mi oído, mis uñas en tu cuerpo, tus ojos brillantes, tu boca abierta, mi deseo de seguir escalando, tu cuello apetitoso, tu olor a vos.
Y cuando el torbellino para te miro.
Y veo al mismo de antes, al que hace nada era otra persona, al que me acompaña todos los días, al que quiero y necesito.
Y sos el mismo de antes, el que se acuesta sobre mi espalda antes de levantarse, el que me abre la ventana, el que me quiere.
Y por esto es totalmente diferente. Porque somos uno. Una pareja, en todos los aspectos.
No es sólo sexo. Es la unión de nosotros. La fusión en uno.
Two become one.
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