13.10.09

Le artoc sarta esradeuc otneimacnaste.

Llega ese momento del año en el que empiezo a buscar.
Empiezo también a repasar mi vida.
Me doy cuenta de lo que perdí, y también de lo que gané.
Perdí un novio, gané una relación complicada.
Perdí algunos amigos por falta de uso, gané unos vecinos que me pasan series.
Me despedí de cuatro compañeros de piso, di la bienvenida a dos.
Me empezaron a arreglar. De a poquito, con amor, "y comencé a recuperar/algunos trozos rotos/y una parte que aún está vacía."
Viajé. Por dentro y por fuera. A Badajoz, a Salamanca, a Coruña, a Santiago. En todas partes me hicieron sentir querida.
Vi películas. Menos de las que me gustaría, pero eso pasa siempre.
Hice locuras. Locuras del estilo "en 10 horas me voy de viaje y lo acabo de decidir."
Trabajé. Trabajé como loca. Di clases, vendí libros, hice recargas de móvil y guiones, edité, grabé, hice fotos, investigué. Hice fotocopias, hice entrevistas de trabajo.
Me da miedo contar cuántas horas pasé en estaciones de autobús y en los autobuses.
Abracé. Abracé a muchas personas. Y les di besos, y les acaricié el pelo, y fuimos de la mano.
Cuidé enfermos.
Hablé por teléfono. Cientos de horas al teléfono. Miles.
Lloré. Lloré frente a una fuente, en mi cama, en un baño público de León, en varias camas ajenas, delante de múltiples pantallas. De dolor, de tristeza.
Me convertí en madrina oficial.
Me emborraché.
Hice fiestas sorpresa y recibí una fiesta sorpresa.
Hablé hasta por los codos.
Conocí gente increíble.
Aprendí algunas cosas.
Me besaron y acariciaron e hicieron el amor como nunca antes.
No tuve miedo.
Tuve miedo.
El sol salió y se escondió miles de veces. Estuve arriba y abajo de la montaña rusa.
Escribí. Un diario, un blog, un fotolog, mails, trabajos, mensajes, notitas en clase.
Me metí en un foro por primera vez (y de ahí varios de las cosas de más arriba).
Me hicieron regalos.
Leí. Libros, apuntes, fotocopias, blogs, mails, diarios viejos, notas en clase, cartas.
Viajamos en coche, todos juntos, con la música a tope. Sacudiendo las cabezas al ritmo de 'Pretty fly (For a white guy)'.
Miré las estrellas. Desde el coche, desde mi ventana, desde la playa, en el medio de la sierra, volviendo a casa mientras buscaba Casiopea.
Crecí, maduré. Pero también quise quedarme muy muy quieta para que el tiempo se olvidase de que existía y pasase de largo.

En dos semanas cumplo 22 años.
Repetiría este año otra vez. A pesar de todo.
No quiero cumplir años.
Pero tampoco quiero quedarme estancada.
Por una vez siento que el año que empieza el 3 de noviembre puede ser distinto, lleno de nuevas cosas. Porque este lo fue.

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