Ayer, al irme a dormir, me di cuenta de todo lo que tengo.
Y de lo que perdí.
Tengo una familia cada vez más grande en Sevilla, llena de gente con la que hablo, me rio, juego, pienso, disfruto.
Tengo miembros antiguos de esa familia que son capaces de luchar contra el cansancio y contra el reloj para venir a pasar una hora conmigo el día de mi cumpleaños. Tengo miembros nuevos de esa familia que compran comida a último momento, y globos, y piñatas, y máscaras, todo para que yo sea feliz.
Tengo amigos que a pesar de la distancia, siento que están conmigo siempre. Y tengo amigos que ya no creo que lo sean, a los que voy perdiendo y que se van alejando y ni siquiera les importa.
Soy rica. No estoy sola. Soy feliz.
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