4.5.09
Autobuses.
Paso demasiado tiempo en autobuses. Y en estaciones de autobús. Y lo odio. Odio ver las despedidas ajenas, porque no puedo evitar darme cuenta de mis despedidas, y de como cada vez me rodeo de más gente de la que tengo que despedirme. La vida no es una lucha, la vida es una despedida constante. Lloro en los autobuses. Últimamente más aún. Lloro ruidosamente, calladamente, sin darme cuenta. Las lágrimas empiezan a caer y no hay nada que pueda hacer. Paran y vuelven, van y vienen. Lloro porque te dejo atrás, porque me dejo atrás, porque leo que la vida es muy breve y me doy cuenta de que no quiero pasármela pensando en qué pasaría si todo esto es para nada, si no que quiero limitarme a quererte y a que me quieras y que confíes en mí aunque yo no lo haga. Y vuelvo a llorar cuando recuerdo que no estoy volviendo a vos, que esta noche no me abrazarás antes de dormirme, ni me dejarás llorar en tus brazos como siempre hiciste sin que me importara que me veas hacerlo. Ahora me espera una ciudad vacía y espero que silenciosa, con unos grados de más y un sentimiento de "casa" cada vez menor.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
El verano está aquí ya.
ResponderBorrar