Y ahora tengo lo posibilidad de volver atrás.
Volver atrás significa recuperar todo lo que perdí (lo que incluye lo malo).
Volver atrás significa perder todo lo que gané (lo que incluye algunas personas y relaciones geniales).
Ahora sólo me falta decidir con qué elección pierdo más.
O gano.
Pero llega un punto en el que ganar o perder da igual. Y este es ese punto.
30.1.09
29.1.09
Ramas sin tronco.
Deambular.
Sin ganas de cerrar los ojos por lo que pueda pasar.
Con ganas de liberar algún texto que tengo de rehén, pero que en el fondo quiero que siga siendo sólo mío, un recuerdo perfecto y bonito y navideño.
Y mañana, y mañana, y mañana...
Odio la cobertura que hace que la gente pierda palabras por el camino.
Odio los reproches que me hará por no haberlo llamado a él, cuando si no lo llamo es porque no tengo nada que decirle.
Y tampoco me gusta demasiado esta sensación de saber dónde me meto, porque sé cómo termina.
Tengo el cerebro medio frito, entre apuntes, horarios cambiados, muchas horas de pantalla...
Y ya no sé si resulto pesada o molesta, si quiere que pase a saludar, si me están echando.
Su voz... la misma que hace un año, la que me tranquilizaba y me alegraba, y que ahora me resulta tan familiar... aunque hace casi un año que no hablamos.
Y claro, doy vueltas y vueltas para no nombrar lo que quiero nombrar, para no nombrarlo porque se hace más real y más odioso y más inoportuno y más inconveniente, y porque lo transformo en algo que no es, en algo que no hay, en algo que no existe si sé (¿sabemos?) lo que nos conviene.
Esto se acaba, se acaba, se acaba.
Y vuelve a empezar.
Un cuatrimestre con más trabajos, con muchos más exámenes, con muchas clases, con aniversarios que se acercan, con viajes y encuentros, con novedades, con incertidumbres.
Y después un verano en el que no sé qué va a ser de mi vida.
Quiero irme. Lejos, muy lejos.
Lo más lejos posible. Alejarme de todo y poder empezar una vida nueva, con nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos lugares.
Este verano no podré irme a Inglaterra.
Pero no pienso pasar TODO el verano en casa.
Quiero estar ahí y disfrutar de lo que me pierdo en el año. Pero vivir 2 meses en ese sitio opresivo, con las tardes eternas dando tumbos por mi casa, con los gritos y las discusiones, con los monólogos, con las mismas salidas, con las mismas caras de siempre, en los mismos sitios de siempre, con el mismo acento de siempre y los mismos problemas de siempre...
Quiero ver a mis amigos, disfrutar de ellos.
Pero no puedo seguir encerrada ahí.
Quiero hacer planes, pero dependo de otros y de mí misma. Y eso es lo peor que hay.
Depender de mí misma.
Porque probablemente me decepcione.
Me cuesta encauzar mi vida. Y cuando parece que lo hago de repente algo lo manda a la mierda. ¿Qué cuándo empezó esto? ¿Realmente hace falta buscar culpables?
Uno, otro, qué más da.
Pero la fragmentada es una y no ellos, y la dependiente es una y no ellos. Y el mundo es una y no ellos. Ya no.
Aunque hayan sido increíbles.
Pero no puedo definirme por ellos. No puedo seguir guardando esos recuerdos, mirar hacia atrás mientras sonrío y recuerdo risas y besos y caricias y mensajes, porque no.
Porque el mundo es nuevo y brillante y necesito crear cosas nuevas y brillantes.
Por eso estoy como estoy. Porque eso es nuevo y brillante y divertido. Y me gusta poder hacerlo.
Me gusta sentirme libre.
Libre.
Los veo a ellos y no puedo creer que estén así. Todo-el-tiempo-juntos. Desde que se levantan hasta que se acuestan. Incluso en la ducha. ¡En la ducha! Todos-los-días.
Supongo que todavía no estoy hecha para la estabilidad, para la permanencia, para la convivencia, para esa vivencia del pack 2x1.
Llamenme inmadura, cría, whatever.
Pero no puedo.
Me acostumbré tanto a los ausentes que no puedo.
De hecho, los busco ausentes. Viven lejos lejísimos, o no quieren compromiso, o nunca va a pasar nada por cuestión de respeto, o no sé.
No puedo con alguien que esté, que permanezca, que me abrace por las noches mientras grito y lloro.
Alguien que me apoye activamente.
Los adoro (a la mayoría). Pero ninguno (salvo el último) estuvo ahí cada día.
Tengo tanto que decir que prefiero estar callada. Porque no quiero... Últimamente estoy un poco más cauta. Demasiados cuchillos anónimos por esquivar, demasiados esquivé ya.
Y lo único que esto me hace preguntarme es quién soy. Dónde se unen todas las facetas, en qué punto.
Y creo que el punto son las 4 de la mañana.
Unificar lo que está disperso es tarea imposible. Intentar mostrar lo que está disperso también. Yo soy todas y todas son yo, pero el problema está en los grados. Porque la mezcla es lo que lo hace uno.
Hoteles, ascensores, montañas, películas, coches, supermercados, redacciones de periódicos, los Cullen, el mar. El mar a fogonazos, sin ningún sentido ni orden. El mar azul oscuro, y blanco y verde, y el ruido y el salitre. Extraño el olor a salitre. Es lo único que extraño de mis veranos de la infancia. Bueno, eso y no tener televisor. Jugar a las damas o al Mentiroso o a lo que sea con mi familia. Y tirarnos en el suelo con olor a bronceador y salitre, mientras alguien cocina y otro se ducha.
A veces tengo miedo de no volver a sentirme en casa como en esa casa. Mi familia... es difícil ser parte de ella. Sobretodo por la distancia, el frío, la humedad, el trabajo, los problemas, las quejas. Sin vacaciones eternamente.
Sin playa ni mar ni montaña ni risas ni abrazos ni besos.
Sin infancia, nunca más.
Sin poder construir la infancia de nadie.
Porque no sé cómo se hace. ¿Cómo hacés feliz a alguien? ¿Cómo le das la infancia perfecta?
¿Cómo encontrás a alguien con quien darle la infancia perfecta?
Me queda tanto camino que a veces quiero tirar la toalla y sentarme a esperar a que pasen los años debajo de algún árbol.
Y la gente parece tan adulta y tan entera, tan llena de proyectos y de ideas, tan en movimiento. Y yo no. Yo no soy adulta ni entera, y me quedo quieta quieta quieta.
Camuflaje. Si no me ven no pueden hacerme daño.
Si no uno las facetas, ¿cómo saber dónde golpearme?
Y lo peor es que no sé por qué.
No sé en qué parte me transformé en estos trozos de cristal (Maga e Iván Ferreiro) (me persiguen, juro que me persiguen), en estos fragmentos, en estas cosas que no sé ni cómo nombrar, esto que me impide dejarme conocer, que me impide ser una y una sola.
Y alguien dirá que eso es lo que me hace algo distinta, el no saber qué te vas a encontrar cada día. Pero yo estoy harta de no poder ser definida, de no poder presentarme con todo, sino que tener que ir adivinando cómo voy a ser con cada persona, que voy a potenciar, que voy a mostrar y qué voy a ocultar, y por ahora la mejor manera que encontré para ser lo más "una" posible es abrirle el blog, el fotolog, el tuenti, las ventanas del messenger, el teléfono y los cafés, y dejar que vaya adivinando cuál es mi composición. Y si después me lo puede decir, mejor.
Harta, harta de esta ciclotimia gilipollas, de este abrir y cerrar de ojos, de estas conversaciones conmigo misma donde no hago más que salir mal parada, de estos sueños con los Cullen y hoteles y el mar, el mar, el mar.
Y harta de que sean las 5 de la mañana y yo sólo pueda divagar en esto sin poder decir lo que de verdad quiero: que esto me confunde, que me hace sentir cosas que no debería y que sé que me estoy forzando a mi misma para sentirlas, para hacerme creer que estoy viva y lista para poder seguir, cuando mi cadáver ya empieza a apestar mi habitación, por las ventanas cerradas y las persianas bajas y las mantas y más mantas que me ocultan del mundo.
Porque la verdad es la siguiente: no sé qué coño hago.
Sin ganas de cerrar los ojos por lo que pueda pasar.
Con ganas de liberar algún texto que tengo de rehén, pero que en el fondo quiero que siga siendo sólo mío, un recuerdo perfecto y bonito y navideño.
Y mañana, y mañana, y mañana...
Odio la cobertura que hace que la gente pierda palabras por el camino.
Odio los reproches que me hará por no haberlo llamado a él, cuando si no lo llamo es porque no tengo nada que decirle.
Y tampoco me gusta demasiado esta sensación de saber dónde me meto, porque sé cómo termina.
Tengo el cerebro medio frito, entre apuntes, horarios cambiados, muchas horas de pantalla...
Y ya no sé si resulto pesada o molesta, si quiere que pase a saludar, si me están echando.
Su voz... la misma que hace un año, la que me tranquilizaba y me alegraba, y que ahora me resulta tan familiar... aunque hace casi un año que no hablamos.
Y claro, doy vueltas y vueltas para no nombrar lo que quiero nombrar, para no nombrarlo porque se hace más real y más odioso y más inoportuno y más inconveniente, y porque lo transformo en algo que no es, en algo que no hay, en algo que no existe si sé (¿sabemos?) lo que nos conviene.
Esto se acaba, se acaba, se acaba.
Y vuelve a empezar.
Un cuatrimestre con más trabajos, con muchos más exámenes, con muchas clases, con aniversarios que se acercan, con viajes y encuentros, con novedades, con incertidumbres.
Y después un verano en el que no sé qué va a ser de mi vida.
Quiero irme. Lejos, muy lejos.
Lo más lejos posible. Alejarme de todo y poder empezar una vida nueva, con nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos lugares.
Este verano no podré irme a Inglaterra.
Pero no pienso pasar TODO el verano en casa.
Quiero estar ahí y disfrutar de lo que me pierdo en el año. Pero vivir 2 meses en ese sitio opresivo, con las tardes eternas dando tumbos por mi casa, con los gritos y las discusiones, con los monólogos, con las mismas salidas, con las mismas caras de siempre, en los mismos sitios de siempre, con el mismo acento de siempre y los mismos problemas de siempre...
Quiero ver a mis amigos, disfrutar de ellos.
Pero no puedo seguir encerrada ahí.
Quiero hacer planes, pero dependo de otros y de mí misma. Y eso es lo peor que hay.
Depender de mí misma.
Porque probablemente me decepcione.
Me cuesta encauzar mi vida. Y cuando parece que lo hago de repente algo lo manda a la mierda. ¿Qué cuándo empezó esto? ¿Realmente hace falta buscar culpables?
Uno, otro, qué más da.
Pero la fragmentada es una y no ellos, y la dependiente es una y no ellos. Y el mundo es una y no ellos. Ya no.
Aunque hayan sido increíbles.
Pero no puedo definirme por ellos. No puedo seguir guardando esos recuerdos, mirar hacia atrás mientras sonrío y recuerdo risas y besos y caricias y mensajes, porque no.
Porque el mundo es nuevo y brillante y necesito crear cosas nuevas y brillantes.
Por eso estoy como estoy. Porque eso es nuevo y brillante y divertido. Y me gusta poder hacerlo.
Me gusta sentirme libre.
Libre.
Los veo a ellos y no puedo creer que estén así. Todo-el-tiempo-juntos. Desde que se levantan hasta que se acuestan. Incluso en la ducha. ¡En la ducha! Todos-los-días.
Supongo que todavía no estoy hecha para la estabilidad, para la permanencia, para la convivencia, para esa vivencia del pack 2x1.
Llamenme inmadura, cría, whatever.
Pero no puedo.
Me acostumbré tanto a los ausentes que no puedo.
De hecho, los busco ausentes. Viven lejos lejísimos, o no quieren compromiso, o nunca va a pasar nada por cuestión de respeto, o no sé.
No puedo con alguien que esté, que permanezca, que me abrace por las noches mientras grito y lloro.
Alguien que me apoye activamente.
Los adoro (a la mayoría). Pero ninguno (salvo el último) estuvo ahí cada día.
Tengo tanto que decir que prefiero estar callada. Porque no quiero... Últimamente estoy un poco más cauta. Demasiados cuchillos anónimos por esquivar, demasiados esquivé ya.
Y lo único que esto me hace preguntarme es quién soy. Dónde se unen todas las facetas, en qué punto.
Y creo que el punto son las 4 de la mañana.
Unificar lo que está disperso es tarea imposible. Intentar mostrar lo que está disperso también. Yo soy todas y todas son yo, pero el problema está en los grados. Porque la mezcla es lo que lo hace uno.
Hoteles, ascensores, montañas, películas, coches, supermercados, redacciones de periódicos, los Cullen, el mar. El mar a fogonazos, sin ningún sentido ni orden. El mar azul oscuro, y blanco y verde, y el ruido y el salitre. Extraño el olor a salitre. Es lo único que extraño de mis veranos de la infancia. Bueno, eso y no tener televisor. Jugar a las damas o al Mentiroso o a lo que sea con mi familia. Y tirarnos en el suelo con olor a bronceador y salitre, mientras alguien cocina y otro se ducha.
A veces tengo miedo de no volver a sentirme en casa como en esa casa. Mi familia... es difícil ser parte de ella. Sobretodo por la distancia, el frío, la humedad, el trabajo, los problemas, las quejas. Sin vacaciones eternamente.
Sin playa ni mar ni montaña ni risas ni abrazos ni besos.
Sin infancia, nunca más.
Sin poder construir la infancia de nadie.
Porque no sé cómo se hace. ¿Cómo hacés feliz a alguien? ¿Cómo le das la infancia perfecta?
¿Cómo encontrás a alguien con quien darle la infancia perfecta?
Me queda tanto camino que a veces quiero tirar la toalla y sentarme a esperar a que pasen los años debajo de algún árbol.
Y la gente parece tan adulta y tan entera, tan llena de proyectos y de ideas, tan en movimiento. Y yo no. Yo no soy adulta ni entera, y me quedo quieta quieta quieta.
Camuflaje. Si no me ven no pueden hacerme daño.
Si no uno las facetas, ¿cómo saber dónde golpearme?
Y lo peor es que no sé por qué.
No sé en qué parte me transformé en estos trozos de cristal (Maga e Iván Ferreiro) (me persiguen, juro que me persiguen), en estos fragmentos, en estas cosas que no sé ni cómo nombrar, esto que me impide dejarme conocer, que me impide ser una y una sola.
Y alguien dirá que eso es lo que me hace algo distinta, el no saber qué te vas a encontrar cada día. Pero yo estoy harta de no poder ser definida, de no poder presentarme con todo, sino que tener que ir adivinando cómo voy a ser con cada persona, que voy a potenciar, que voy a mostrar y qué voy a ocultar, y por ahora la mejor manera que encontré para ser lo más "una" posible es abrirle el blog, el fotolog, el tuenti, las ventanas del messenger, el teléfono y los cafés, y dejar que vaya adivinando cuál es mi composición. Y si después me lo puede decir, mejor.
Harta, harta de esta ciclotimia gilipollas, de este abrir y cerrar de ojos, de estas conversaciones conmigo misma donde no hago más que salir mal parada, de estos sueños con los Cullen y hoteles y el mar, el mar, el mar.
Y harta de que sean las 5 de la mañana y yo sólo pueda divagar en esto sin poder decir lo que de verdad quiero: que esto me confunde, que me hace sentir cosas que no debería y que sé que me estoy forzando a mi misma para sentirlas, para hacerme creer que estoy viva y lista para poder seguir, cuando mi cadáver ya empieza a apestar mi habitación, por las ventanas cerradas y las persianas bajas y las mantas y más mantas que me ocultan del mundo.
Porque la verdad es la siguiente: no sé qué coño hago.
28.1.09
Pop out.
No sé si es la satisfacción del deber cumplido, el placer de crear, la egolatría extrema o el simple amor por la edición, pero tengo una alegría en el cuerpo que no me lo creo.
Hoy di a luz un video-bebé.
Tras mucho sufrimiento, bastantes horas, estrés y problemas, finalmente está en mis manos. En mis ojos, mejor dicho.
Y estoy orgullosa de él. Tan orgullosa como una madre.
Porque lo hice sola, sin tener que discutir nada con nadie.
A pesar de que lo hice sola, sin poder discutir nada con nadie.
Con mis ideas y mi falta de ideas. Con mis errores y mis aciertos.
Y sé que en algún momento le empezaré a ver los fallos.
Pero ahora mismo estoy en plena luna de miel.
Y mi bebé sigue siendo mi bebé.
Hoy di a luz un video-bebé.
Tras mucho sufrimiento, bastantes horas, estrés y problemas, finalmente está en mis manos. En mis ojos, mejor dicho.
Y estoy orgullosa de él. Tan orgullosa como una madre.
Porque lo hice sola, sin tener que discutir nada con nadie.
A pesar de que lo hice sola, sin poder discutir nada con nadie.
Con mis ideas y mi falta de ideas. Con mis errores y mis aciertos.
Y sé que en algún momento le empezaré a ver los fallos.
Pero ahora mismo estoy en plena luna de miel.
Y mi bebé sigue siendo mi bebé.
27.1.09
Meme III.
Normas del juego:
1. Crear un link de la persona que te ha indicado el meme.
2.http://ecasper.blogspot.com/
3.Confesar 7 cosas extrañas/raras/diferentes sobre ti y tu personalidad en el blog.
4. Crear un link a 7 personas invitándolas a participar del meme.
5. Avisar a los 7 afortunados que han sido invitados por medio de un comentario.
Voy a saltarme los pasos 4 y 5. Quien quiera, que lo haga.
Ahí va:
1-A pesar del desorden reinante en mi habitación (y en mi vida en general), todo tiene que tener cierta simetría o me pongo nerviosa. De hecho, yo misma intento ser simétrica.
2-Como las cosas en orden. Especialmente lacasitos (los como por color) y gominolas (los como de más feos a más ricos). Por lo que, obviamente, no puedo comer en el cine, porque no veo XD
3-Antes de empezar a estudiar/un exámen/un trabajo, tengo que acomodar todo lo que está sobre la mesa. De mayor a menor, por colores, por formas, por practicidad, con algún tipo de sistema.
4-Soy capaz de contarte un capítulo de cualquier serie de tal manera que es como si lo hubieses visto. Recuerdo posiciones de cámara, escenarios, diálogos...
5-De hecho, todos reconocen mi gran memoria. Puedo recordar qué llevaba puesto determinado día hace 3 años, o que palabras exactas utilizó alguien en una conversación o dónde está cada cosa en mi habitación (así es como descubro cuando alguien estuvo dando vueltas ahí).
6-No puedo desayunar sin lavarme los dientes, o comer algo salado si ya comí algo dulce.
7-Al poner la @, en vez de apretar el AltGr con la mano derecha y el 2 con la izquierda, lo hago al revés.
Ahora que lo pienso, la mayoría de mis rarezas tienen que ver con el orden. Pero no, no tengo un Desorden Obsesivo Compulsivo. Creo ;)
Edito:
Acabo de descubrir otra rareza de mí: me dan pena las personas mayores que tienen problemas para caminar o los que andan con muleta, y si puedo nunca los adelanto para que no se sientan mal porque no pueden ir rápido como yo. Y si no puedo evitar adelantarlos, reduzco bastante la velocidad para que no tengan envidia de lo rápido que voy o no se sientan mal por haberme obstaculizado.
1. Crear un link de la persona que te ha indicado el meme.
2.http://ecasper.blogspot.com/
3.Confesar 7 cosas extrañas/raras/diferentes sobre ti y tu personalidad en el blog.
4. Crear un link a 7 personas invitándolas a participar del meme.
5. Avisar a los 7 afortunados que han sido invitados por medio de un comentario.
Voy a saltarme los pasos 4 y 5. Quien quiera, que lo haga.
Ahí va:
1-A pesar del desorden reinante en mi habitación (y en mi vida en general), todo tiene que tener cierta simetría o me pongo nerviosa. De hecho, yo misma intento ser simétrica.
2-Como las cosas en orden. Especialmente lacasitos (los como por color) y gominolas (los como de más feos a más ricos). Por lo que, obviamente, no puedo comer en el cine, porque no veo XD
3-Antes de empezar a estudiar/un exámen/un trabajo, tengo que acomodar todo lo que está sobre la mesa. De mayor a menor, por colores, por formas, por practicidad, con algún tipo de sistema.
4-Soy capaz de contarte un capítulo de cualquier serie de tal manera que es como si lo hubieses visto. Recuerdo posiciones de cámara, escenarios, diálogos...
5-De hecho, todos reconocen mi gran memoria. Puedo recordar qué llevaba puesto determinado día hace 3 años, o que palabras exactas utilizó alguien en una conversación o dónde está cada cosa en mi habitación (así es como descubro cuando alguien estuvo dando vueltas ahí).
6-No puedo desayunar sin lavarme los dientes, o comer algo salado si ya comí algo dulce.
7-Al poner la @, en vez de apretar el AltGr con la mano derecha y el 2 con la izquierda, lo hago al revés.
Ahora que lo pienso, la mayoría de mis rarezas tienen que ver con el orden. Pero no, no tengo un Desorden Obsesivo Compulsivo. Creo ;)
Edito:
Acabo de descubrir otra rareza de mí: me dan pena las personas mayores que tienen problemas para caminar o los que andan con muleta, y si puedo nunca los adelanto para que no se sientan mal porque no pueden ir rápido como yo. Y si no puedo evitar adelantarlos, reduzco bastante la velocidad para que no tengan envidia de lo rápido que voy o no se sientan mal por haberme obstaculizado.
26.1.09
De cuando encontraba el equilibrio.
Sandylion.
(Play)
Está preciosa.
Durante medio segundo, shock, "¿quién es esa?", después reconozco la sonrisa franca, los ojos verdosos, la nariz recta, la frente ancha, el pelo ondulado, con el remolino de siempre, la cicatriz cerca de la cadera por su infarto de epiplón.
La recuerdo con 8 años, todo descontrol en el pelo y anteojos, blanca y alta.
Y la recuerdo con 13 años, vestida siempre de bordó, caminando a su casa para hacer un trabajo.
La recuerdo con 16 años, piel delicada, ojos verdes, alta y estilizada. Su risa, su sonrisa, su manera de ponerse el pelo detrás de la oreja, su voz, su manera de llamarme.
Nosotras en su casa, en su reino, viendo una peli, leyendo juntas, cocinando, haciendo algún trabajo (hasta las tantas transcribiendo una entrevista, imprimiendo por la mañana, el papel que se traba y nosotras llegamos tarde a clase), cantando, bailando. Ella jugando en la compu y yo tirada en su puf, con Shafik deambulando y algún libro entre las manos.
Hicimos miles de planes. Viajes, especialmente. Durante mucho tiempo fue a la que le pude contar casi todo, con la que me dedicaba a no hacer nada, con la que me sentía querida, con la que estaba cómoda en mi propia piel en esos años en los que no estaba cómoda en ningún sitio.
Y nos prestábamos ropa, nos quejábamos de nuestro peso, dormía en su habitación bajo los miles de muñecos, compartíamos gustos, nos acostábamos en silencio en la cama a mirar el techo, iba a su casa por la noche y no se sorprendía si me veía aparecer con una valija que encontraba en la calle.
Fuimos a casa de mi madrina, en Tandil, y recorrimos todas las sierras, campos, montes y parques de la zona, hasta que teníamos tanto calor que se nos hinchaban los dedos. Tomamos sol hasta achicharrarnos, nos hicimos fotos la una a la otra, dormimos juntas en el salón, compramos libros y los leímos, siempre se sacaba fotos en la naturaleza como si fuese la primera vez que estaba en ella. Jugábamos con los gatos, los perros y mi sobrino.
Le llevaba chocolate, libros y pañuelos cuando estaba enferma, hablábamos al menos una vez al día, comprendía mi parte creativa mejor que nadie, me regalaba dibujos por mi cumpleaños, nos entendíamos con una mirada.
Y la extraño.
Joder, cómo la extraño.
Extraño su sentido común, su manera de bailar, su ropa, el olor de su casa, sus movimientos, su sensibilidad.
Extraño esos años de amistad pura, de amor a la enésima potencia, de entrega.
La amaba.
Me amaba.
Nos amábamos.
Como nunca amé a nadie.
Porque la vi crecer, porque me vio crecer.
Porque era parte de lo que fui y de lo que soy.
Porque entre ella y Lau me equilibraban.
Porque se convirtió en una mujer increíble.
Y porque es ella.
Está preciosa.
Durante medio segundo, shock, "¿quién es esa?", después reconozco la sonrisa franca, los ojos verdosos, la nariz recta, la frente ancha, el pelo ondulado, con el remolino de siempre, la cicatriz cerca de la cadera por su infarto de epiplón.
La recuerdo con 8 años, todo descontrol en el pelo y anteojos, blanca y alta.
Y la recuerdo con 13 años, vestida siempre de bordó, caminando a su casa para hacer un trabajo.
La recuerdo con 16 años, piel delicada, ojos verdes, alta y estilizada. Su risa, su sonrisa, su manera de ponerse el pelo detrás de la oreja, su voz, su manera de llamarme.
Nosotras en su casa, en su reino, viendo una peli, leyendo juntas, cocinando, haciendo algún trabajo (hasta las tantas transcribiendo una entrevista, imprimiendo por la mañana, el papel que se traba y nosotras llegamos tarde a clase), cantando, bailando. Ella jugando en la compu y yo tirada en su puf, con Shafik deambulando y algún libro entre las manos.
Hicimos miles de planes. Viajes, especialmente. Durante mucho tiempo fue a la que le pude contar casi todo, con la que me dedicaba a no hacer nada, con la que me sentía querida, con la que estaba cómoda en mi propia piel en esos años en los que no estaba cómoda en ningún sitio.
Y nos prestábamos ropa, nos quejábamos de nuestro peso, dormía en su habitación bajo los miles de muñecos, compartíamos gustos, nos acostábamos en silencio en la cama a mirar el techo, iba a su casa por la noche y no se sorprendía si me veía aparecer con una valija que encontraba en la calle.
Fuimos a casa de mi madrina, en Tandil, y recorrimos todas las sierras, campos, montes y parques de la zona, hasta que teníamos tanto calor que se nos hinchaban los dedos. Tomamos sol hasta achicharrarnos, nos hicimos fotos la una a la otra, dormimos juntas en el salón, compramos libros y los leímos, siempre se sacaba fotos en la naturaleza como si fuese la primera vez que estaba en ella. Jugábamos con los gatos, los perros y mi sobrino.
Le llevaba chocolate, libros y pañuelos cuando estaba enferma, hablábamos al menos una vez al día, comprendía mi parte creativa mejor que nadie, me regalaba dibujos por mi cumpleaños, nos entendíamos con una mirada.
Y la extraño.
Joder, cómo la extraño.
Extraño su sentido común, su manera de bailar, su ropa, el olor de su casa, sus movimientos, su sensibilidad.
Extraño esos años de amistad pura, de amor a la enésima potencia, de entrega.
La amaba.
Me amaba.
Nos amábamos.
Como nunca amé a nadie.
Porque la vi crecer, porque me vio crecer.
Porque era parte de lo que fui y de lo que soy.
Porque entre ella y Lau me equilibraban.
Porque se convirtió en una mujer increíble.
Y porque es ella.
25.1.09
Magneto.
Llevo años siendo tu abeja, zumbando a tu alrededor.
Llevo años queriendo serlo.
Y ahora de golpe, que estás al alcance de la mano, que sé que puedo tenerte, me doy cuenta de que nunca podré tenerte como quiero.
Buscaba algo para siempre. Un cuento de hadas versión moderno. Una vida en común que había imaginado perfectamente a los 17 años.
Pero eso en tu mundo no existe. Nunca existió. Ni creo que lo haga.
Así que voy a parar. Vas a dejar de ser mi núcleo, voy a dejar de hablar de vos como "el amor de mi vida", voy a dejar de imaginarme una vida que nunca tendremos.
Voy a disfrutar de las charlas eternas, los besos cuando nos apetezca, de los gustos comunes, de la comprensión, de tu amistad.
Pero voy a plantarme ahí. No voy a ir más allá, porque no.
Porque no puedo seguir condenándome al sufrimiento, no.
Quiero poder ser feliz sin vos. Quiero poder abrirme a otras personas. Quiero no pensar en vidas alternativas, sino estar conforme con la mía.
Sos mi perdición. No puedo evitar acercarme a vos. Todo en vos me llama, desde tu olor hasta tu cerebro.
Pero sí puedo prohibirte la entrada en mi imaginación.
Y eso es lo que necesito para empezar a liberarme de esta carga que yo misma creé.
Llevo años queriendo serlo.
Y ahora de golpe, que estás al alcance de la mano, que sé que puedo tenerte, me doy cuenta de que nunca podré tenerte como quiero.
Buscaba algo para siempre. Un cuento de hadas versión moderno. Una vida en común que había imaginado perfectamente a los 17 años.
Pero eso en tu mundo no existe. Nunca existió. Ni creo que lo haga.
Así que voy a parar. Vas a dejar de ser mi núcleo, voy a dejar de hablar de vos como "el amor de mi vida", voy a dejar de imaginarme una vida que nunca tendremos.
Voy a disfrutar de las charlas eternas, los besos cuando nos apetezca, de los gustos comunes, de la comprensión, de tu amistad.
Pero voy a plantarme ahí. No voy a ir más allá, porque no.
Porque no puedo seguir condenándome al sufrimiento, no.
Quiero poder ser feliz sin vos. Quiero poder abrirme a otras personas. Quiero no pensar en vidas alternativas, sino estar conforme con la mía.
Sos mi perdición. No puedo evitar acercarme a vos. Todo en vos me llama, desde tu olor hasta tu cerebro.
Pero sí puedo prohibirte la entrada en mi imaginación.
Y eso es lo que necesito para empezar a liberarme de esta carga que yo misma creé.
Hay ciertas personas que me resultan atractivas.
No estoy hablando de algo físico, de hecho, no hago distinción entre sexos ni edades.
Simplemente son personas que por lo que sea, me llaman la atención.
Y los sigo a la salida del supermercado, o los miro fijamente en la biblioteca, o intento cruzármelos a propósito, o reviso sus blogs, fotologs y Tuenti.
Qué le voy a hacer, tengo alma de stalker.
No estoy hablando de algo físico, de hecho, no hago distinción entre sexos ni edades.
Simplemente son personas que por lo que sea, me llaman la atención.
Y los sigo a la salida del supermercado, o los miro fijamente en la biblioteca, o intento cruzármelos a propósito, o reviso sus blogs, fotologs y Tuenti.
Qué le voy a hacer, tengo alma de stalker.
24.1.09
Coincidencias.
Ana y yo perdimos la virginidad con el mismo chico.
No fue el primero ni el último de los ex de mis amigas/conocidas con el que estuve.
Y ella y yo siempre tuvimos gustos parecidos.
Hace un mes más o menos estábamos sentadas alrededor de una mesa con un grupo de personas, la mayoría amigos nuestros.
Alguien (un poco raro y semi-conocido nuestro) nos preguntó cuándo había sido nuestra primera vez.
Y al contestar, de repente nos quedamos calladas las dos durante unos minutos. Sabía que estábamos pensando las dos lo mismo.
Hasta ese momento no nos habíamos parado a pensar que había sido con el mismo. Nunca nos molestó, ni nos importó, ni nos lo imaginamos con la otra.
Pero durante unos minutos nos dimos cuenta de ese hecho, esa coincidencia.
Y el ambiente se enrareció.
No fue el primero ni el último de los ex de mis amigas/conocidas con el que estuve.
Y ella y yo siempre tuvimos gustos parecidos.
Hace un mes más o menos estábamos sentadas alrededor de una mesa con un grupo de personas, la mayoría amigos nuestros.
Alguien (un poco raro y semi-conocido nuestro) nos preguntó cuándo había sido nuestra primera vez.
Y al contestar, de repente nos quedamos calladas las dos durante unos minutos. Sabía que estábamos pensando las dos lo mismo.
Hasta ese momento no nos habíamos parado a pensar que había sido con el mismo. Nunca nos molestó, ni nos importó, ni nos lo imaginamos con la otra.
Pero durante unos minutos nos dimos cuenta de ese hecho, esa coincidencia.
Y el ambiente se enrareció.
23.1.09
Fact XII.
Como siga pasando tantas horas delante de una pantalla o encorvada sobre una mesa, voy a terminar peor que el jorobado de Notre Dame.
Lustro.
(Play)
Hace 5 años que estoy acá.
Dividida entre dos mundos, sientiéndome más parte de uno que del otro a medida que pasa el tiempo.
Desde el principio supe que no había marcha atrás. Y mientras conocía más y más gente y hacía más y más planes, supe que a partir de ahora este era mi lugar.
No me queda otra. No podría volver ni aunque quisiera. No soy parte de eso, ya no.
Y aunque forma parte de quien soy, de mi identidad, de mi manera de pensar, de mi manera de vivir la vida, no es parte de mi presente.
La distancia no se hizo más llevadera. Simplemente, dejé de pensar en ella. Pero cada día tengo 10 razones para querer estar ahí.
Desde que llegué, allá hubo nacimientos, muertes, relaciones, operaciones de cirugía estética, mudanzas, rupturas, viajes, cambios.
Desde que llegué, hubo relaciones, mudanzas, rupturas, viajes, crecimiento, cambios.
Maduré acá. Maduré al dejar todo. Al crear todo de nuevo. Al perder parte de lo que era (incluída mi capacidad para hablar en público). Al relacionarme con el sexo opuesto. Al romperme el corazón. Al conocer maneras tan distintas de pensar. Al acostarme con alguien por primera vez. Al irme a vivir sola. Al empezar mi propia vida. Al descubrir cómo navegar en estos mares.
Cambié.
Hace 5 años estaba llena de dudas, de temores, de anhelos, de inseguridad. Ahora tengo algunas dudas menos, algunas certezas más, algunos sueños y planes, menos inseguridad, más timidez.
Aprendí que la familia es lo único que siempre está, queramos o no.
Que no siempre se mantienen todas las amistades, pero que son ellas las que nos llevan de un cambio a otro y no dejan que caigamos en el camino.
Que amar es algo que debemos hacer, sin importar las consecuencias, dejando que nos cambie cada vez.
Que abarcarlo todo es imposible, y es preferible ir poco a poco, poco a poco.
En los últimos 5 años conocí personas maravillosas, otras que no tanto. Viví noches de locura, de pasión, de risas, de llanto. Viajé, sola o acompañada. Me volví más dueña de mí misma. Senté las bases para lo que seré.
Porque esto, señores, no se ha acabado.
Hace 5 años que estoy acá.
Dividida entre dos mundos, sientiéndome más parte de uno que del otro a medida que pasa el tiempo.
Desde el principio supe que no había marcha atrás. Y mientras conocía más y más gente y hacía más y más planes, supe que a partir de ahora este era mi lugar.
No me queda otra. No podría volver ni aunque quisiera. No soy parte de eso, ya no.
Y aunque forma parte de quien soy, de mi identidad, de mi manera de pensar, de mi manera de vivir la vida, no es parte de mi presente.
La distancia no se hizo más llevadera. Simplemente, dejé de pensar en ella. Pero cada día tengo 10 razones para querer estar ahí.
Desde que llegué, allá hubo nacimientos, muertes, relaciones, operaciones de cirugía estética, mudanzas, rupturas, viajes, cambios.
Desde que llegué, hubo relaciones, mudanzas, rupturas, viajes, crecimiento, cambios.
Maduré acá. Maduré al dejar todo. Al crear todo de nuevo. Al perder parte de lo que era (incluída mi capacidad para hablar en público). Al relacionarme con el sexo opuesto. Al romperme el corazón. Al conocer maneras tan distintas de pensar. Al acostarme con alguien por primera vez. Al irme a vivir sola. Al empezar mi propia vida. Al descubrir cómo navegar en estos mares.
Cambié.
Hace 5 años estaba llena de dudas, de temores, de anhelos, de inseguridad. Ahora tengo algunas dudas menos, algunas certezas más, algunos sueños y planes, menos inseguridad, más timidez.
Aprendí que la familia es lo único que siempre está, queramos o no.
Que no siempre se mantienen todas las amistades, pero que son ellas las que nos llevan de un cambio a otro y no dejan que caigamos en el camino.
Que amar es algo que debemos hacer, sin importar las consecuencias, dejando que nos cambie cada vez.
Que abarcarlo todo es imposible, y es preferible ir poco a poco, poco a poco.
En los últimos 5 años conocí personas maravillosas, otras que no tanto. Viví noches de locura, de pasión, de risas, de llanto. Viajé, sola o acompañada. Me volví más dueña de mí misma. Senté las bases para lo que seré.
Porque esto, señores, no se ha acabado.
22.1.09
Siestas.
Persianas bajas, oscuridad y calor debajo de las mantas.
Conversaciones ficticias, palabras reales.
Intento despertarme pero no lo suficiente.
Y entonces lo siento. Sale desde el fondo de mi mente somnolienta, se instala en mis dedos.
Lo dejo crecer dentro de mí, mientras caigo en la inconsciencia y vuelvo a salir.
Navego entre la bruma hasta que encuentro el botón y me dejo ir.
Crece, crece, crece, crece hasta que ya no tiene hacia dónde crecer. Se pierde, se desvanece, no prospera.
Revivo, de a poco, sintiendo hormigueos, dándome cuenta de que ya estoy despierta y la vida real me espera.
Conversaciones ficticias, palabras reales.
Intento despertarme pero no lo suficiente.
Y entonces lo siento. Sale desde el fondo de mi mente somnolienta, se instala en mis dedos.
Lo dejo crecer dentro de mí, mientras caigo en la inconsciencia y vuelvo a salir.
Navego entre la bruma hasta que encuentro el botón y me dejo ir.
Crece, crece, crece, crece hasta que ya no tiene hacia dónde crecer. Se pierde, se desvanece, no prospera.
Revivo, de a poco, sintiendo hormigueos, dándome cuenta de que ya estoy despierta y la vida real me espera.
Meme II
Nominada por Nullien.
Defínete en 6 palabras:
*Directa.
*Adaptable.
*Dual.
*Explosión.
*Reconcentrada.
*Pasional.
Nomino a Mei, Chica del Tren, Lars von Trier y Manu.
Defínete en 6 palabras:
*Directa.
*Adaptable.
*Dual.
*Explosión.
*Reconcentrada.
*Pasional.
Nomino a Mei, Chica del Tren, Lars von Trier y Manu.
19.1.09
¿Verán a una chicamujer de pelo infinito?
¿Repararán en que va con la cabeza alta?
¿Se extrañarán de que sonría de golpe sin motivo aparente?
¿La verán murmurar y cabrearse y de repente estar a punto de llorar?
¿Se sorprenderán de que se sorprenda por todo?
¿O simplemente pasarán al lado suyo pero sin rozarla, decididos a ignorar la ebullición que hay dentro de ella?
¿Cómo me ven los que me ven?
¿Repararán en que va con la cabeza alta?
¿Se extrañarán de que sonría de golpe sin motivo aparente?
¿La verán murmurar y cabrearse y de repente estar a punto de llorar?
¿Se sorprenderán de que se sorprenda por todo?
¿O simplemente pasarán al lado suyo pero sin rozarla, decididos a ignorar la ebullición que hay dentro de ella?
¿Cómo me ven los que me ven?
¿Cuándo?
¿Cuándo me convertí en esa persona patética que se sienta al lado de un desconocido con tal de no ver una película sola?
16.1.09
Boys and girls.
Vivo con un chico.
Tras tres años negándome, vivo con un chico.
Un chico que no se va, que no puede irse, porque no es mío.
Vivo con el novio de mi compañera de piso.
Y es un encanto, de verdad. Es gracioso, atento, ayuda en la casa, abre los botes con la tapa dura, baja las cosas que están altas, se encarga de ciertas tareas como cerrar la puerta por las noches, es caballeroso, me presta su portátil, nos resuelve dudas, se ofrece a hacer un montón de cosas.
Pero es un chico.
Es un chico. Masculino. Hombre.
Por lo que no puedo salir de mi habitación a medio vestir para buscar nada que esté fuera.
Tengo que controlar la transparencia de mis piyamas.
Me siento incómoda si estoy en albornoz delante de él (no por él, sino por su novia).
Es un chico. Masculino. Hombre.
Es un chico que nos escucha hablar sobre otros chicos, sobre su atractivo, sobre cosas que los hombres no nos deberían escuchar hablar.
Es un chico que siempre siento que está de visita, que en el fondo espero que se vaya algún día, un chico delante del cual no estoy nunca del todo cómoda.
Es un chico que se está transformando en chica a cada paso.
Es un chicochica en potencia.
Y no sé qué pienso al respecto.
Es un chico que siempre siento que está de visita, que en el fondo espero que se vaya algún día, un chico delante del cual no estoy nunca del todo cómoda.
Es un chico que se está transformando en chica a cada paso.
Es un chicochica en potencia.
Y no sé qué pienso al respecto.
14.1.09
Baggage.
Bajé del autobus, crucé el puente, opresión en el pecho, mirando para todos lados.
Entré en la tienda, di vueltas, sonreí. Elegí una caja pequeña, verde manzana, con cuadros blancos.
Subí al autobus.
Caminé.
Ascensor.
Saqué la caja de la bolsa, le saqué el precio, la abrí.
Postales, nota, pistas de la ginkana, tortuga de cristal, muñeca descabezada, collar en su bolsita, vela de mi cumpleaños, plano de los Reales Alcázares, nariz de payaso, pinza mágica, almizcle, entrada de Just another love story, caracolitos (3).
Todo él de mi habitación en una caja en mi armario.
¿Por qué no me siento libre?
¿Por qué sigo con esa carga?
¿Por qué quiero llorar?
¿Por qué no puedo?
Entré en la tienda, di vueltas, sonreí. Elegí una caja pequeña, verde manzana, con cuadros blancos.
Subí al autobus.
Caminé.
Ascensor.
Saqué la caja de la bolsa, le saqué el precio, la abrí.
Postales, nota, pistas de la ginkana, tortuga de cristal, muñeca descabezada, collar en su bolsita, vela de mi cumpleaños, plano de los Reales Alcázares, nariz de payaso, pinza mágica, almizcle, entrada de Just another love story, caracolitos (3).
Todo él de mi habitación en una caja en mi armario.
¿Por qué no me siento libre?
¿Por qué sigo con esa carga?
¿Por qué quiero llorar?
¿Por qué no puedo?
12.1.09
In the cold cold night.
Nunca tuve miedo de la noche.
Nunca me dio miedo la oscuridad.
Nunca me molestaron las lucecitas pequeñas de los aparatos.
Pero ahora todo eso me aterra.
Doy vueltas y escucho toses al otro lado de la pared. Toses agónicas y dolorosas. Y yo me retuerzo y no puedo no no no no.
Si no estoy lo suficientemente anestesiada no puedo dormir. Nada me anestesia el tiempo suficiente como para hacerlo.
Y así es como veo pasar los minutos en mi reloj interno, como deseo que haya alguien, quien sea, despierto a las 3 de la mañana, alguien que decida llamarme y me haga compañía para olvidar lo que quiero olvidar, para recordarme lo que ya sé, para arrullarme hasta que me duerma.
Nunca tuve miedo de la noche.
Y ahora tampoco.
Ahora lo que me da miedo soy yo.
Nunca me dio miedo la oscuridad.
Nunca me molestaron las lucecitas pequeñas de los aparatos.
Pero ahora todo eso me aterra.
Doy vueltas y escucho toses al otro lado de la pared. Toses agónicas y dolorosas. Y yo me retuerzo y no puedo no no no no.
Si no estoy lo suficientemente anestesiada no puedo dormir. Nada me anestesia el tiempo suficiente como para hacerlo.
Y así es como veo pasar los minutos en mi reloj interno, como deseo que haya alguien, quien sea, despierto a las 3 de la mañana, alguien que decida llamarme y me haga compañía para olvidar lo que quiero olvidar, para recordarme lo que ya sé, para arrullarme hasta que me duerma.
Nunca tuve miedo de la noche.
Y ahora tampoco.
Ahora lo que me da miedo soy yo.
En la nada, en la nada, en la más absoluta nada.
Y si esto parece un remolino será porque es un remolino.
10.1.09
Etimologías.
Me van a permitir una pequeña reflexión sobre el título del post anterior.
Mi casa.
Últimamente tengo que hacer tantas distinciones sobre cuál es mi casa y cuál es mi casa también...
Supongo que técnicamente tengro tres casas: Fedra, Delgado Valhondo y Beauchef (pronunciese /beauchef/ o /boshef/).
Y en la realidad también.
El concepto "casa" implica lugar físico donde quiero vivir y/o vivo, donde viven mis seres queridos y donde me permito ser yo (lo que incluye gafas, piyama y varias cosas más que no haría/me pondría en público).
Casa... casa es todo lo que me rodea, supongo. Es donde elegí vivir y donde eligieron por mí. Es sentirme yo en algún lugar.
"Home is where your heart is", dicen. Pero ya no sé dónde está mi corazón. Supongo que es más fácil saber dónde no está.
Así que si intentase delimitar cuál es mi casa, sería más fácil empezar por cuál no es mi casa.
Porque tengo el corazón con tantos puntos cardinales que a veces me mareo.
Mi casa.
Últimamente tengo que hacer tantas distinciones sobre cuál es mi casa y cuál es mi casa también...
Supongo que técnicamente tengro tres casas: Fedra, Delgado Valhondo y Beauchef (pronunciese /beauchef/ o /boshef/).
Y en la realidad también.
El concepto "casa" implica lugar físico donde quiero vivir y/o vivo, donde viven mis seres queridos y donde me permito ser yo (lo que incluye gafas, piyama y varias cosas más que no haría/me pondría en público).
Casa... casa es todo lo que me rodea, supongo. Es donde elegí vivir y donde eligieron por mí. Es sentirme yo en algún lugar.
"Home is where your heart is", dicen. Pero ya no sé dónde está mi corazón. Supongo que es más fácil saber dónde no está.
Así que si intentase delimitar cuál es mi casa, sería más fácil empezar por cuál no es mi casa.
Porque tengo el corazón con tantos puntos cardinales que a veces me mareo.
De las miserias de vivir lejos de casa.
Leyendo un post viejo de acá me di cuenta de ciertas cosas sobre Argentina que extraño y que no sabía que extrañaba.
Como los piropos. Pero piropos de verdad. De los de no saber si sonrojarte, putearlos o agradecerles con una sonrisa de princesa (era una adolescente huraña; desarrollé la habilidad de hacer fuck you mientras me alejaba, de una manera tan sutil que parecía casi delicada). Piropos guarangos. Oh, y la palabra "guarango". No hay ninguna que signifique exactamente lo mismo acá. Oh, guarango...
Y los sandwiches de miga. De verdad, no entiendo como acá no hay. Y como a mi abuela le gustaban de zanahoria y huevo duro, cuando los mejores son, sin duda, los de huevo duro y jamón crudo.
Los alfajores de los kioskos. Milka de mousse, de tres pisos, blancos, negros, con almendra por encima, rellenos de fruta, de dulce de leche, de chocolate... Todas las golosinas en general. Amo las gominolas, pero la oferta de cosas chocolatosas es limitada, casi nula.
Reconocer los acentos. Saber si la persona era de Córdoba, de Mendoza o de Rosario. Acá todo me suena más o menos igual. Distingo el punto cardinal y mucho es.
Y las garrapiñadas. Daría lo que fuera por un paquetito de garrapiñadas calentitas ahora mismo.
Pero lo que más extraño, sin ningun tipo de duda, es entenderlo todo. Nada de preguntas, nada de sentirme excluída de un grupo, nada de dudas, nada de sacar cosas por contexto. Entender absoluta y completamente todo.
Como los piropos. Pero piropos de verdad. De los de no saber si sonrojarte, putearlos o agradecerles con una sonrisa de princesa (era una adolescente huraña; desarrollé la habilidad de hacer fuck you mientras me alejaba, de una manera tan sutil que parecía casi delicada). Piropos guarangos. Oh, y la palabra "guarango". No hay ninguna que signifique exactamente lo mismo acá. Oh, guarango...
Y los sandwiches de miga. De verdad, no entiendo como acá no hay. Y como a mi abuela le gustaban de zanahoria y huevo duro, cuando los mejores son, sin duda, los de huevo duro y jamón crudo.
Los alfajores de los kioskos. Milka de mousse, de tres pisos, blancos, negros, con almendra por encima, rellenos de fruta, de dulce de leche, de chocolate... Todas las golosinas en general. Amo las gominolas, pero la oferta de cosas chocolatosas es limitada, casi nula.
Reconocer los acentos. Saber si la persona era de Córdoba, de Mendoza o de Rosario. Acá todo me suena más o menos igual. Distingo el punto cardinal y mucho es.
Y las garrapiñadas. Daría lo que fuera por un paquetito de garrapiñadas calentitas ahora mismo.
Pero lo que más extraño, sin ningun tipo de duda, es entenderlo todo. Nada de preguntas, nada de sentirme excluída de un grupo, nada de dudas, nada de sacar cosas por contexto. Entender absoluta y completamente todo.
Videodome.
Los recuerdos no son imágenes en movimiento.
No sonríen, ni saltan, ni se giran, ni te hacen reír.
Son recuerdos, fijos.
Así que si están en proceso de recuperación, un consejo: no vean videos de él siendo él. Podría mandarlo todo a la mierda.
No sonríen, ni saltan, ni se giran, ni te hacen reír.
Son recuerdos, fijos.
Así que si están en proceso de recuperación, un consejo: no vean videos de él siendo él. Podría mandarlo todo a la mierda.
8.1.09
Goodbye, farewell.
Decoré mi habitación para vos. La cama es el centro de ella. Nuestra cama, nuestro mundo, nuestro núcleo.
Me acompañaste a buscar compañera de piso, y estuviste ahí para que la última de ellas pudiese firmar el contrato.
Me cocinaste cuando a mí no me apetecía, y aprendiste a cocinar para mí.
Me pasaste a buscar mil veces por la facultad, por casa, por Plaza de Armas, para irnos a caminar, al río, a un bar, a ver a alguien, a cenar.
Me sonreías y todo daba igual.
Soportaste mis golpes y mi llanto cuando el mundo se me vino encima y decidí que la enfermedad no es justa.
Me secaste las lágrimas que vos mismo provocabas.
Me destapabas por las noches y eso me volvía loca.
Me asfixiabas y tenía que pedirte llorando que me dieses espacio, que me estabas matando.
Dejé que colonizaras mi habitación y mi casa: piyama, pantuflas, cepillo de dientes, películas.
Te empeñabas en ir a comprar conmigo aunque no lo necesitase, sólo para poder acosarme en el ascensor.
Eras mi amigo y mi amante, mi compañero de piso y mi compañero intelectual.
Tu cuerpo siempre estaba caliente, y tu mano tenía la forma perfecta para sostener la mía.
De repente no entendías algo o simplemente no preguntabas, y parecía como si el mundo se fuese a acabar.
Me mandabas los mensajes más bonitos del mundo, y sonreía al despertarme y verlos.
Creamos nuestro mundo en muy poco tiempo.
Me prestabas a tus amigos y casi casi parecía que los conocía de toda la vida.
Me organizaste un cumpleaños sorpresa que me hizo terriblemente feliz.
Dejaste todo y viniste a Londres por mí.
Te encantaban las estrellas rojas.
Me convertías las pesetas en euros porque sabías que no lo entendía.
Me regalaste miles de cosas bonitas que todavía están en mi habitación y que no creo tener el valor para guardar.
Lloraste.
Me cuidabas a la distancia.
Besabas todos los días mi marquita de la espalda.
Entendías ciertas cosas de mí que nadie más entiende. Como por qué siento que me tocás cuando no lo estás haciendo.
Pero creo que ya es hora de dejar de sentirme culpable y admitirme que intentamos arreglarlo muchas veces, y que no se pudo.
Es momento de dejar de castigarme y dejar que todo siga su curso, sea cual sea.
Siempre vas a ser SM para mí.
Me acompañaste a buscar compañera de piso, y estuviste ahí para que la última de ellas pudiese firmar el contrato.
Me cocinaste cuando a mí no me apetecía, y aprendiste a cocinar para mí.
Me pasaste a buscar mil veces por la facultad, por casa, por Plaza de Armas, para irnos a caminar, al río, a un bar, a ver a alguien, a cenar.
Me sonreías y todo daba igual.
Soportaste mis golpes y mi llanto cuando el mundo se me vino encima y decidí que la enfermedad no es justa.
Me secaste las lágrimas que vos mismo provocabas.
Me destapabas por las noches y eso me volvía loca.
Me asfixiabas y tenía que pedirte llorando que me dieses espacio, que me estabas matando.
Dejé que colonizaras mi habitación y mi casa: piyama, pantuflas, cepillo de dientes, películas.
Te empeñabas en ir a comprar conmigo aunque no lo necesitase, sólo para poder acosarme en el ascensor.
Eras mi amigo y mi amante, mi compañero de piso y mi compañero intelectual.
Tu cuerpo siempre estaba caliente, y tu mano tenía la forma perfecta para sostener la mía.
De repente no entendías algo o simplemente no preguntabas, y parecía como si el mundo se fuese a acabar.
Me mandabas los mensajes más bonitos del mundo, y sonreía al despertarme y verlos.
Creamos nuestro mundo en muy poco tiempo.
Me prestabas a tus amigos y casi casi parecía que los conocía de toda la vida.
Me organizaste un cumpleaños sorpresa que me hizo terriblemente feliz.
Dejaste todo y viniste a Londres por mí.
Te encantaban las estrellas rojas.
Me convertías las pesetas en euros porque sabías que no lo entendía.
Me regalaste miles de cosas bonitas que todavía están en mi habitación y que no creo tener el valor para guardar.
Lloraste.
Me cuidabas a la distancia.
Besabas todos los días mi marquita de la espalda.
Entendías ciertas cosas de mí que nadie más entiende. Como por qué siento que me tocás cuando no lo estás haciendo.
Pero creo que ya es hora de dejar de sentirme culpable y admitirme que intentamos arreglarlo muchas veces, y que no se pudo.
Es momento de dejar de castigarme y dejar que todo siga su curso, sea cual sea.
Siempre vas a ser SM para mí.
7.1.09
Cajita.
Podría hablar de piel, de ojos, de risas, de palabras, de músculos, de contornos, de suavidad, de aromas, de tacto, de labios, de respiración, de pestañas, de marcas, de dedos, de tensión.
Podría.
Pero, por una vez, eso es todo mío.
Podría.
Pero, por una vez, eso es todo mío.
6.1.09
Era tan hermoso.
Era(n) tan hermoso(s).
La luz roja, nuestras piernas entrelazadas. Mía recta, suya, mía, suya. Brazo sobre mi cintura. Caras a 5 centímetros. Yo jugueteando con el vello de sus piernas, estirándolo y dejando que vuelva a su sitio. Estirándolo y dejando que vuelva a su sitio. Una y otra vez, una y otra vez.
Alto y delgado como un junco. Flexible y risueño. Nebuloso. Fabuloso.
No quiero recordar.
Él a contraluz, en nuestra primera habitación. Desnudo, erecto, precioso. Mi David. Con su perfil lleno de significado, su espalda ancha, sus hombros definidos, sus manos tan masculinas, su cadera, su cadera, su miembro perfecto, sus piernas fuertes. Mío entero.
Intento envolverlo como puedo. Lo abrazo con todo el cuerpo. Miro su nuca, siento su calor, lo siento respirar. Hablamos. Se levanta y lo veo alejarse. Tan fuerte, tan potente, tan poderoso. Con sus piernas que eran dos veces las mías. Con todo su cuerpo que era dos veces el mío. Tan grande y tan pequeño, tan fuerte y tan tierno. Tan único y tan primero.
La luz roja, nuestras piernas entrelazadas. Mía recta, suya, mía, suya. Brazo sobre mi cintura. Caras a 5 centímetros. Yo jugueteando con el vello de sus piernas, estirándolo y dejando que vuelva a su sitio. Estirándolo y dejando que vuelva a su sitio. Una y otra vez, una y otra vez.
Alto y delgado como un junco. Flexible y risueño. Nebuloso. Fabuloso.
No quiero recordar.
Él a contraluz, en nuestra primera habitación. Desnudo, erecto, precioso. Mi David. Con su perfil lleno de significado, su espalda ancha, sus hombros definidos, sus manos tan masculinas, su cadera, su cadera, su miembro perfecto, sus piernas fuertes. Mío entero.
Intento envolverlo como puedo. Lo abrazo con todo el cuerpo. Miro su nuca, siento su calor, lo siento respirar. Hablamos. Se levanta y lo veo alejarse. Tan fuerte, tan potente, tan poderoso. Con sus piernas que eran dos veces las mías. Con todo su cuerpo que era dos veces el mío. Tan grande y tan pequeño, tan fuerte y tan tierno. Tan único y tan primero.
3.1.09
Selfish in the inside. Or is it in the outside?
Intento ser sincera.
Intento no justificarme.
Pero no puedo evitar sentir que todo lo hago por egoísmo. Mi profesor de Filosofía estaría orgulloso de mí. Finalmente acepté lo que él decía: nos guiamos por egoísmo.
Intento que no sufra para no sufrir por su sufrimiento.
Quiero liberarme de toda la culpa para estar mejor.
Pero la verdad es que no lo consigo. Me duele verlo así. Me duele ver el anillo, su tatuaje nuevo, su mudanza, su dolor. Incluso su nick del Messenger.
Me duele porque sé lo que siente, porque sentí su dolor. Y preferiría volverlo a sentir antes que verlo sufrir a él.
De repente me doy cuenta de lo que perdí. Perdí al chico "perfecto en papel". Hasta mi hermano me reprocha que lo dejase, hasta él entiende que no hay nadie así en mi futuro, alguien que me quiera hasta cuando lo estoy matando.
Pero "perfecto en papel" no es suficiente.
"Perfecto en papel" es ese típico chico del que le contás a tus amigas y ya van pensando en el vestido que van usar en tu boda, en quién les enseñará a tus hijos a atarse los cordones, en problemas como en qué ciudad vamos a vivir. Es el típico chico con el que nadie comprende que algo pueda ir mal. Si te quiere, te cuida, se preocupa por vos, aguanta tus manías y tus cambios de humor, es gracioso, inteligente, le cae bien a tus amigos, ¿qué más podés pedir?.
Será verdad que nos gusta sufrir, que nos vamos con tipos imposibles, a los que les gusta llamarte de vez en cuando y decirte cosas bonitas una noche y a la siguiente si te he visto no me acuerdo. Será verdad que somos complicadas, que todos los chicos buenos se quedan solteros, que siempre buscamos al que nos va a romper en corazón.
En mi caso, ese no fue el problema. Perdí al chico "perfecto en papel" porque no pude ser su igual, su pareja. Perdí al chico "perfecto en papel" porque sabía que era frágil e intentaba protegerlo del mundo. Y claro, no podés mostrar debilidades si intentás proteger a alguien. Y por si todavía no se dieron cuenta, yo soy todo debilidades.
Salió con una parte mía durante mucho tiempo. 10 meses de ser fuerte, sin fisuras, o con muy pocas. 10 meses de mostrarle lo mejor y ocultar lo peor. 10 meses de saber que no le estaba haciendo bien así. 10 meses de ver el fin a la distancia. 10 meses de quererlo con locura, pero no estar enamorada de él.
Aunque no lo crean, se puede. Yo habría jurado que no hasta que me pasó a mí. De alguna manera, mi relación se adelantó un par de años, justo en ese momento en el que darías todo por la otra persona, pero que si no la ves todos los días tampoco pasa nada.
Me siento tan fría y calculadora...
No es así. Soy de carne y hueso, frágil. Y me mata verlo así. Me mata saber que soy la culpable de todo ese daño, que no volverá a abrirse como conmigo en mucho tiempo, que no tiene a nadie ahora mismo, que ya no confía en nadie.
Ojalá me equivoque. Ojalá saque algún tipo de provecho de todo esto. Ojalá entienda que abrirse es maravilloso, que puede llorar, que sobrevive a estas cosas, que puede confiar en otra persona que no sea él.
Lo deseo con todas mis fuerzas.
No puedo desligarme de él. No puedo dejar de cuidarlo a la distancia, no puedo evitar este sentimiento de protección.
Pero debería. Debería poder alejarme, dejar de lastimarme a propósito, dejar de intentar sufrir, de culpabilizarme y reprocharme hacer lo mejor para mí.
Porque aunque a veces me muevo por egoísmo, a veces no. Y si pudiese dar marcha atrás en el tiempo, hubiese apretado los dientes y seguido adelante.
Aunque pasase unos meses angustiosos. Por él.
Pero sé que no serviría de nada. Porque lo que nunca se terminó de crear no puede romperse, sino que sigue flotando eternamente desarmado. Y yo no podría hacer eso mucho más.
Sé que fue la decisión correcta. Sé que tenía que ser así.
Y si me arrepiento es porque veo todo el dolor que he causado, porque me pregunto qué habría pasado si...
Quise volver. Quise pedirle perdón y volver a intentarlo. Justo cuando lo del anillo. Pero era más por la culpa que por otra cosa. No funcionaría, y sólo lograría hacerle más daño.
¿Saben qué?
Me jode enormemente estar bien y saber que él está mal.
Preferiría que sea al revés.
Mil veces.
En cuanto a dejar y ser dejado, prefiero ser dejado. Al menos podés echarle la culpa a alguien que no seas vos misma.
Intento no justificarme.
Pero no puedo evitar sentir que todo lo hago por egoísmo. Mi profesor de Filosofía estaría orgulloso de mí. Finalmente acepté lo que él decía: nos guiamos por egoísmo.
Intento que no sufra para no sufrir por su sufrimiento.
Quiero liberarme de toda la culpa para estar mejor.
Pero la verdad es que no lo consigo. Me duele verlo así. Me duele ver el anillo, su tatuaje nuevo, su mudanza, su dolor. Incluso su nick del Messenger.
Me duele porque sé lo que siente, porque sentí su dolor. Y preferiría volverlo a sentir antes que verlo sufrir a él.
De repente me doy cuenta de lo que perdí. Perdí al chico "perfecto en papel". Hasta mi hermano me reprocha que lo dejase, hasta él entiende que no hay nadie así en mi futuro, alguien que me quiera hasta cuando lo estoy matando.
Pero "perfecto en papel" no es suficiente.
"Perfecto en papel" es ese típico chico del que le contás a tus amigas y ya van pensando en el vestido que van usar en tu boda, en quién les enseñará a tus hijos a atarse los cordones, en problemas como en qué ciudad vamos a vivir. Es el típico chico con el que nadie comprende que algo pueda ir mal. Si te quiere, te cuida, se preocupa por vos, aguanta tus manías y tus cambios de humor, es gracioso, inteligente, le cae bien a tus amigos, ¿qué más podés pedir?.
Será verdad que nos gusta sufrir, que nos vamos con tipos imposibles, a los que les gusta llamarte de vez en cuando y decirte cosas bonitas una noche y a la siguiente si te he visto no me acuerdo. Será verdad que somos complicadas, que todos los chicos buenos se quedan solteros, que siempre buscamos al que nos va a romper en corazón.
En mi caso, ese no fue el problema. Perdí al chico "perfecto en papel" porque no pude ser su igual, su pareja. Perdí al chico "perfecto en papel" porque sabía que era frágil e intentaba protegerlo del mundo. Y claro, no podés mostrar debilidades si intentás proteger a alguien. Y por si todavía no se dieron cuenta, yo soy todo debilidades.
Salió con una parte mía durante mucho tiempo. 10 meses de ser fuerte, sin fisuras, o con muy pocas. 10 meses de mostrarle lo mejor y ocultar lo peor. 10 meses de saber que no le estaba haciendo bien así. 10 meses de ver el fin a la distancia. 10 meses de quererlo con locura, pero no estar enamorada de él.
Aunque no lo crean, se puede. Yo habría jurado que no hasta que me pasó a mí. De alguna manera, mi relación se adelantó un par de años, justo en ese momento en el que darías todo por la otra persona, pero que si no la ves todos los días tampoco pasa nada.
Me siento tan fría y calculadora...
No es así. Soy de carne y hueso, frágil. Y me mata verlo así. Me mata saber que soy la culpable de todo ese daño, que no volverá a abrirse como conmigo en mucho tiempo, que no tiene a nadie ahora mismo, que ya no confía en nadie.
Ojalá me equivoque. Ojalá saque algún tipo de provecho de todo esto. Ojalá entienda que abrirse es maravilloso, que puede llorar, que sobrevive a estas cosas, que puede confiar en otra persona que no sea él.
Lo deseo con todas mis fuerzas.
No puedo desligarme de él. No puedo dejar de cuidarlo a la distancia, no puedo evitar este sentimiento de protección.
Pero debería. Debería poder alejarme, dejar de lastimarme a propósito, dejar de intentar sufrir, de culpabilizarme y reprocharme hacer lo mejor para mí.
Porque aunque a veces me muevo por egoísmo, a veces no. Y si pudiese dar marcha atrás en el tiempo, hubiese apretado los dientes y seguido adelante.
Aunque pasase unos meses angustiosos. Por él.
Pero sé que no serviría de nada. Porque lo que nunca se terminó de crear no puede romperse, sino que sigue flotando eternamente desarmado. Y yo no podría hacer eso mucho más.
Sé que fue la decisión correcta. Sé que tenía que ser así.
Y si me arrepiento es porque veo todo el dolor que he causado, porque me pregunto qué habría pasado si...
Quise volver. Quise pedirle perdón y volver a intentarlo. Justo cuando lo del anillo. Pero era más por la culpa que por otra cosa. No funcionaría, y sólo lograría hacerle más daño.
¿Saben qué?
Me jode enormemente estar bien y saber que él está mal.
Preferiría que sea al revés.
Mil veces.
En cuanto a dejar y ser dejado, prefiero ser dejado. Al menos podés echarle la culpa a alguien que no seas vos misma.
2.1.09
Get the fuck away from me with those shitty questions.
Dejenme en paz.
No me hagan hablar.
No me hagan pensar en lo que no quiero.
No me pregunten por cosas que no les deberían importar.
Hay una sola persona con la que me apetece explayarme sobre esto. Y ya lo hago. Porque puedo. Le permito hacerlo porque sí. Porque no es nadie más.
No me hagan hablar.
No me hagan pensar en lo que no quiero.
No me pregunten por cosas que no les deberían importar.
Hay una sola persona con la que me apetece explayarme sobre esto. Y ya lo hago. Porque puedo. Le permito hacerlo porque sí. Porque no es nadie más.
Como abejas a la miel.
Creo, que en vez de la laca, agarré el bote de feromonas.
Es que si no no se entiende.
Es que si no no se entiende.
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