Ahora mismo, cuando estoy cabreada con el mundo, es cuando me atrevo a decirlo
Que es una putada enorme que amigos suyos lean esto
Que las cosas cambiaron más de lo que creía
Que me sorprendo pensando en qué habría pasado si las cosas hubiesen terminado de forma distinta
Que tengo un mundo de posibilidades en mi mano pero no me atrevo a elegir ninguna
Que a veces me gustaría poder gritar y decirle que no me toque, que no quiero verlo, que me deje respirar, que solía tener una vida independiente y que la extraño, y que me extraño en esa vida
Que a veces me gustaría poder decirle que no me suelte, que no me deje sola, que me abrace por las noches hasta que nuestra eternidad dure
Que no soporto su sonrisa y su modo de consolarme, porque no necesito consuelo, necesito que me ignore hecha un ovillo en la cama y espere a que se me pase, sin tomarme en serio ni sentirse herido por mi comportamiento, porque me cabreo por lastimarlo y lo lastimo porque me cabreo y es el cuento de nunca acabar
Que estoy harta de callarme y reprimirme y ya no tiene gracia jugar a las metáforas, cuando quiero hablar alto y claro y no puedo porque todo se malinterpreta y llega a sus oídos y a los del mundo
Que nadie debería tomarme muy en serio y menos hoy, y menos esta semana, y menos esta década.
Porque todo está en ebullición y subo y bajo y cambio y odio y amo con una facilidad pasmosa.
Y porque siempre fui una bocazas, dramática, exagerada y fantasiosa, que crea sus mundos y sus dramas rápidamente, y los olvida igual de rápido.
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