Un año más, toca mudanza.
Quitar las fotos de las paredes, descolgar los objetos, revisar que quiero y que no, que voy a necesitar en verano y que se puede quedar acá, meter todo en cajas, recordando en que caja va que, despedirme de los lugares, de las personas, de las paredes que fueron mi hogar durante nueve meses.
Salvo que esta vez es diferente.
Es la última mudanza que hago así.
La próxima vez que haga esto, voy a estar diciéndole adiós a esta ciudad, a esta etapa y a este modo de vida para siempre.
Y eso da mucho, mucho miedo.
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