Todo está en su sitio. Cada pieza tomó su lugar.
De repente entiendo todo, a pesar de lo complicado que es.
Disfrutar de tu presencia, no hacer planes, vivir con vos en un rincón, no esperar.
Ya no espero. Ni a vos ni nada de vos.
Acepto lo que me das. No pido nada más.
Porque lo que me diste y me podés llegar a dar es más que suficiente.
Supongo que siempre se quiere más, ¿no?
Agradezco estos meses, estas sonrisas, estos viajes, estos llantos, esta reconstrucción, estos besos, estas conversaciones, estas muchas muchas conversaciones, estos ánimos, esta ayuda.
Agradeceré lo que me des de ahora en más. Si son besos y sonrisas y conversaciones, mejor.
Y ya no espero.
Pero ya no espero.
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