- Mi novio, es decir, mi ex novio, no podía soportar un montón de cosas. Odiaba que yo llevara faldas demasiado cortas, que fumara, que me emborrachara, que dijera groserías, que criticara a sus amigos... Si hay algo de mí que no te gusta, dímelo con franqueza. Y si puedo corregirlo, lo haré.
-No hay nada que no me guste. -Negué con la cabeza tras reflexionar unos instantes-. Nada.
-¿De verdad?
-Me gusta la ropa que llevas, me gusta lo que haces, lo que dices, cómo andas, cómo te emborrachas. Todo.
-¿Te gusta como soy?
-No sé cómo cambiarías, así que ya me va bien como eres.
-¿Cuánto te gusto?
-Como para convertir en mantequilla todos los tigres de las junglas del mundo entero.
-¡Ah! -Midori pareció satisfecha-. ¿Me abrazas otra vez?
Nos abrazamos sobre la cama de su dormitorio. Entre las sábanas, oyendo cómo caía la lluvia, unimos nuestros labios y hablamos de todo lo imaginable, desde la formación del universo hasta cómo nos gustaban los huevos duros.
Tokio blues
Norwegian Wood
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