Ravelizada.
Y así estaba yo, con la luz apagada, mirando al techo con mis ojos de topo, pensando en fotografías y regalos y películas, mientras entraba la luz del puente por la ventana, con la música demasiado alta para ser las 2 de la mañana, cuando descubrí que en realidad sí me gusta la música clásica, y cuánto se puede sentir en la oscuridad.
Enravelado, enrevesado.
ResponderBorrarVos lo dijiste.
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