No es que no me lo esperara.
Claro que me lo esperaba. En parte, me hizo un favor. Porque yo no tendría los huevos a dejarlo. No podría separarme de él. De su sonrisa, sus lunares, sus manos, su forma de dormir, su voz, sus anécdotas.
Él lo hizo por mí. Pero no puedo agradecerle. No ahora mismo. Porque cada vez que pienso en él (y todo me lo recuerda) se me clava un puñal en el estómago. Y de golpe empiezo a llorar. Ya lloro sin sonido, sin apenas lágrimas, porque ya no me quedan.
Y anoche necesitaba que me abrazara, que me abrazaras. Necesitaba sentirlo pegado a mi espalda, un brazo por debajo de mi cuello, el otro por encima de mi cuerpo, agarrándome la mano. Rodillas con rodillas, pies entrelazados. Su aliento en mi nuca.
Pero no estaba. Y ya no va a estar. Porque creo que no es de esos. Y yo tampoco quiero que lo sea. Porque quiero conservar el recuerdo de lo que fuimos, de los primeros tiempos.
Él ya no va a estar. Y en mi habitación sólo quedan dos rosas que demuestran que en algún momento estuvo.
Dos rosas y este dolor lacerante.
Y quiero verlo, pero a la vez no quiero. Porque sé que su presencia, su olor, su voz, van a ser como agujas ahora mismo. Porque mi ropa (la ropa me le "exigí" que me devolviera en medio de su sorpresa, su dolor y mi dureza y mi dolor) huele a él. Y no la quiero.
No quiero tenerla cerca, ni verla, ni volver a usarla. Porque representa la época feliz, cuando decidí dejar algo de ropa en su piso, cuando me pasaba fines de semana enteros con él, cuando comprábamos para dos en el Alcampo, cuando veíamos con ternura a los bebés en sus cochecitos, cuando hablaba en plural.
Nunca pensé en un futuro a largo plazo con él. Nunca pensé seriamente en casarme y tener hijitos. Sabía que teníamos demasiadas diferencias que no terminábamos de conciliar, que teníamos diferentes formas de ver nuestro futuro (aunque coincidentes en bastantes cosas), que no iba a pasar mi vida a su lado (aunque siempre supe que iba a estar en mi vida, pero no de esa manera. Imagino nuestras vidas corriendo en paralelo, sin perder el contacto nunca).
Pero eso no significa que no tuviera planes de futuro. De futuro cercano. De dentro de dos semanas, dentro de dos meses, incluso dentro de un año.
Pero no pudo ser. Es Destino o lo que fuera hizo que las cosas no funcionaran, que ese ser maravilloso pasase a otro estado dentro de mi vida. Goodbye my lover, hello my friend. O eso espero. Ahora mismo no. Pero dame tiempo.
Y necesito tiempo para mí. Para que esto deje de matarme cada vez que lo recuerdo. Para dejar de llorar por las noches. Para dejar de rememorar todos nuestros momentos juntos. Para poder hablar de él con naturalidad, sin fingir que no me duele tanto. Para poder decirle a nuestros amigos y familia que no, no sé qué es de su vida porque ya no soy parte activa de ella.
Lo extraño.
Te extraño.
Pero no es un extrañar físico. Es un extrañar porque sé que nunca más lo voy a tener.
Y si hubiera sabido que el último beso era el último beso, habría hecho que durara para siempre. Te habría mordisqueado los labios, y succionado la lengua, y pasado la puntita de la lengua por el contorno de tu boca.
Y si hubiera sabido que la última vez era la última vez, habría hecho que durara para siempre. Y habría hecho que fuese la mejor noche de nuestras vidas. Habría hecho que no pudieras olvidarme. Habría puesto mi alma, mi cuerpo y mi vida en complacerte. Porque siempre quise complacerte.
Porque complacerte me complace. Complacía. Complace. Odio el verbo en pasado.
De nuestra última noche me quedo con la despedida, con vos dormido en la penumbra, yo saliendo temprano para un examen, tu carita, la nota que te dejé, tu habitación, ducharme en tu ducha, salir en silencio, que no te despertaras aunque te besara varias veces, que te revolvieras en la cama y te estiraras apenas me fui.
Supongo que lo bueno es que mi primer amor (porque creo que lo es, porque es el primer amor correspondido e igualitario), mi primer amor, decía, va a seguir en mi vida. O ese es el plan.
Acabo de darme cuenta de que voy a extrañar tus besos. Tus labios. Tus ojos de cerca. Ver tus pestañas moverse mientrás dormís. Que te duermas antes que yo. Arroparte. A Mojo Jojo. Tu piel. Levantarme a apagar el despertador. Que me cocines. Tus besos en mi cadera, los únicos que me hacían cosquillas. Te voy a extrañar completo. Nunca voy a volver a tenerte así. Y lo odio.
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