9.7.13

Eterno.

Éramos una maraña de brazos y piernas. Mi brazo bajo su cabeza, mi mano acariciándole el pelo, su mano sobre mi muslo, mi pierna sobre la suya, el gato contra mi pie.
Éramos un nudo, un lazo, un caos y un orden, uno.
Era una siesta eterna, para siempre, con sabor a futuro.
Mucho futuro.

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