Eras, a falta de palabras mejores, un digno adversario.
El que podía ponerme en mi lugar.
El que me empujaba a ser mejor.
El que lograba que reconociese mis errores.
El que sabía cómo era y lo respetaba, pero no dejaba que me saliese con la mía.
El que estaba a mi nivel.
Eras mi igual. Los dos luchábamos por dominar, por lo que ninguno lo hacía.
Lo único que desequilibraba la balanza de poder era la diferente intensidad de nuestros sentimientos por el otro.
Eso es lo que busco. Alguien se sepa sacar lo mejor de mí, que sepa manejar lo peor, que me haga mejor persona.
Un reto, un desafío, una oportunidad para crecer.
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