Alguna vez me pregunté cuál sería mi primer amor. Aquel que recordaría como mi primer amor.
¿Mi primera relación sexual? ¿Mi primera pareja? ¿Mi primer enamoramiento, total y completo, de los que te dejan sin respiración?
Ya tengo la respuesta.
Mi primer amor, el primer amor, es aquel al que no podés evitar volver, y revisitar, y pensar en él, y sonreír cuando algo bueno le pasa y tenés noticias suyas y te llama por nombres cariñosos porque para él también siempre vas a tener un lugar en su vida.
El primer amor es aquel que se transforma y crece, y deja de lado lo que pasó o no pasó y los errores que los dos cometieron, las expectativas que no se cumplieron, incluso los recuerdos de su tiempo juntos.
El primer amor es el que te calienta el corazoncito cuando pensás en la persona, no como era y lo que era en el pasado, si no lo que es ahora, después de las décadas y los cambios y los años sin hablar casi.
Mi primer amor es un chico de dieciocho años que me hacía sentir segura y llena de posibilidades, que me empujaba a más aunque yo no quisiera, que hacía que quisiese ser mejor por él.
Mi primer amor es un chico de veintisiete años que me sigue llamando "bonita", que me invita a café cada vez que coincidimos, que me mira con cariño mientras le hablo de mi casa y mi gato y mi novio y mi trabajo, que siempre tiene una sonrisa enorme y un abrazo de oso para mí, que comparte su vida conmigo como si nos hubiéramos visto el día anterior, aunque hayan pasado seis meses.
Mi primer amor es mi amigo, mi familia, mi orgullo.
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