Estábamos en la cama con Chicomar. Era verano, la cama era (como siempre) ajena, y nos acabábamos de despertar. No sé si lo había soñado, o se me había ocurrido en una duermevela perezosa típica de esos días y ese tiempo, pero de repente supe qué quería hacerme, y dónde, y cómo.
Con el tiempo el dónde y el cómo cambiaron, pero el qué y el por qué nunca.
Muchos años y vidas después, lo hice. Con ayuda de Chicomar en su papel de Diseñador Gráfico de Cabecera y Persona Que Sabe De Cosas Bonitas.
Con ayuda de Ulises, que estuvo y me aguantó con las idas y venidas.
Como regalo por mi cumpleaños número 26, cuando iba a ser por mi cumpleaños número 25.
Pero todo lo que hacemos forma parte de lo que seremos en un futuro, y todas las cosas que pasaron hasta que llegó a mi cuerpo son prueba de ello.
Porque si no hubiese estado en esa cama, en esa ciudad, con esa persona, no se me habría ocurrido. Si no fuese por él tampoco sería cómo es. Si no hubiese empezado nada con Ulises no me lo habría hecho ayer, en Edimburgo, con un tatuador de pelo naranja y manos inusualmente cálidas, si no el año pasado, en Manchester, probablemente sola, o no.
Todo lo que es es por algo. Incluído esto.
:_)
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