Estoy de pie, desnuda, delante de la ventana.
Fuera todo está oscuro. Veo las siluetas de los árboles y detrás las ventanas iluminadas de los vecinos.
Pero eso no importa. Lo que importa está dentro.
Ocurre entre estas cuatro paredes.
Ahí estoy yo, alumbrada por las mismas luces rojas que me acompañan cada noche desde hace años, sabiendo que esa soy yo. Ese cuerpo es mío. Esa mente es mía. Esta vida es mía.
En una habitación que no me pertenece, en una casa que no me pertenece, en un país que no me pertenece, soy yo.
Lo bueno, lo malo, los defectos y las virtudes, pero yo.
Y después de tantos años de buscarme, sienta bien encontrarse de vez en cuando.
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