"El pronóstico no es bueno, pero él está bien."
Eso no me sirve. Eso no me sirve y nunca me sirvió.
Necesito que el pronóstico sea bueno, necesito que esté bien.
No puedo recibir esa llamada, y llorarlo a la distancia, y ver morir algo mío pero que nunca fue mío a la vez.
Pedí por él en la Catedral de Lausanne. No fue mucho, sólo un post-it con su nombre en una pared de oraciones. Todo lo que mi maltrecha fe me dejó hacer sin sentirme una hipócrita, sin tener que recurrir a esas oraciones gastadas y vacías que me enseñaron hace mucho tiempo.
Un pequeño post-it. Pequeño como él.
Como las caritas que me miran desde ese portarretrato que me armó mi mamá con sus fotos, pero que me dijo que no lo mirase cuando estaba mal, para mandarle sólo energía positiva.
Ya no necesita energía positiva, ni que yo llore, ni drogas por vía oral (también).
Necesita un milagro.
Y yo no puedo hacer nada.
Ni estar ahí.
Fuck.
Precisamente dejé de creer en Dios cuando después de pasarme las noches rezando y pidiendo un milagro (yo, que ni siquiera soy católico) eso no puedo evitar que una maravillosa persona abandonara el mundo mucho tiempo antes de lo que le hubiera correspondido.
ResponderBorrarNo, desde luego Dios no te va a ayudar. Si la ciencia no funciona estáis jodidos.
ResponderBorrarEstamos jodidos.
ResponderBorrarNo hay palabras. Ahora mismo, es que no las encuentro para decirte lo que siento.
ResponderBorrarSolo asilo y teléfono 24/7. Lo de siempre, vaya.