28.9.10
Pastillitas rosas.
Mi problema ahora es que como casi siempre estoy feliz, cuando tengo un día malo es MUY malo.
22.9.10
Cuando nos alejamos, cuando me alejo de él y de sus ojos y de su voz y de sus manos, todo empieza a resultarme pesado.
El estar todo el tiempo juntos, el sentirme obligada a mantener el contacto diario, el hacer planes tan a futuro.
El anillo que me regaló me molesta para dormir: me aprieta o se me clava o me resulta incómodo.
Cuando salgo de la atmósfera intoxicante que nos creamos, vuelvo a ser la de antes, la de los miedos y los agobios.
Por suerte, en cuatro días volvemos a ser nosotros. Y entonces podré disfrutar del momento, y no sentirme mal porque pienso que él me quiere más de lo que yo lo quiero a él.
El estar todo el tiempo juntos, el sentirme obligada a mantener el contacto diario, el hacer planes tan a futuro.
El anillo que me regaló me molesta para dormir: me aprieta o se me clava o me resulta incómodo.
Cuando salgo de la atmósfera intoxicante que nos creamos, vuelvo a ser la de antes, la de los miedos y los agobios.
Por suerte, en cuatro días volvemos a ser nosotros. Y entonces podré disfrutar del momento, y no sentirme mal porque pienso que él me quiere más de lo que yo lo quiero a él.
15.9.10
Círculo.
El sábado pasado me encontré en el mismo día con mi primer ex español y con el último.
Seis años entre ellos. Cuatro relaciones, una de ellas realmente seria. Varios rollos menores. Tres amores.
Toda una vida.
Seis años entre ellos. Cuatro relaciones, una de ellas realmente seria. Varios rollos menores. Tres amores.
Toda una vida.
8.9.10
Auchan.
Hace unos días fui a un hipermercado.
Fue como viajar en el tiempo.
Nuestra rutina de los sábados por la mañana era esa: ir al hipermercado de cerca de su piso, comprar comida para la semana, productos de limpieza, pasear por góndolas sin ánimo de comprar nada, mirar menaje, bebés en sus carritos, animales en la tienda de animales que todo hiper tiene, ponernos tiernos debajo del muérdago de la sección de carnicería, reírnos al ir a pagar.
Vivir una vida adulta, pensando que teníamos 30 años y una casa y una relación para siempre, teniendo 18 y 19, viviendo de nuestros padres y fingiendo que éramos más adultos de lo que éramos.
Nos gustaba vivir esa fantasía, nos divertida jugar entre góndolas a que todo era real.
Y parte de nosotros se quedó ahí, atrapada en un hipermercado eterno, lista para recogerla al entrar.
Fue como viajar en el tiempo.
Nuestra rutina de los sábados por la mañana era esa: ir al hipermercado de cerca de su piso, comprar comida para la semana, productos de limpieza, pasear por góndolas sin ánimo de comprar nada, mirar menaje, bebés en sus carritos, animales en la tienda de animales que todo hiper tiene, ponernos tiernos debajo del muérdago de la sección de carnicería, reírnos al ir a pagar.
Vivir una vida adulta, pensando que teníamos 30 años y una casa y una relación para siempre, teniendo 18 y 19, viviendo de nuestros padres y fingiendo que éramos más adultos de lo que éramos.
Nos gustaba vivir esa fantasía, nos divertida jugar entre góndolas a que todo era real.
Y parte de nosotros se quedó ahí, atrapada en un hipermercado eterno, lista para recogerla al entrar.
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