Hace unos días te saqué de tu caja.
Revisé cada regalo, cada tontería. Leí cada papelito, cada notita, cada postal. Miré entradas de cine, tapas de botellas de agua, caracoles, regalos dentro de su paquete original, con o conxuro da queimada impreso detrás.
Toda la habitación olía a vos, a ese vos que en realidad no es olor a vos, sino olor a Marruecos.
Tengo tu manta sobre la cama, y no me había dado cuenta.
Hoy te vi.
Lo que me preocupaba era que no me saludaras, y me sorprendió que lo hicieras.
Nada de esto importa ya.
La tercera fue la vencida.
Por fin te fuiste.
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