Vuelvo a casa con tu olor en mi cuerpo. Otra vez.
Volví a observar tus pestañas curvadas, tus ojos azules, tus labios gruesos, tus paletas separadas.
Me llené de vos, de tus palabras y de tu cuerpo.
Y de nuevo te lo conté todo. Te dije que me duele, que tendré que elegir entre estar bien con vos o estar bien conmigo, y que la única razón para no decirte que tendrías que elegir entre ser mi amigo o algo más es porque no puedo evitar querer besarte cada vez que te veo.
Me aclaraste lo del olor, sonreímos y nos reímos. Me dijiste lo que significo para vos.
Pero también hablaste de "fidelidad" y de que a vos también todo esto te hace mal.
Hasta que no respaldes con acciones tus palabras, y hasta que vos no me guardes cierta fidelidad en cualquier nivel, no voy a creerte ni voy a dejar de hablar sobre vos.
Llegamos a ese punto en el que tengo que alejarme, cerrarme a vos, no pensar, no hablar, no escribir.
No pensar en tus besos ni en tu voz.
No pensar en ese futuro que no tendremos.
No pensar en con quién dormirás esta noche.
No pensar en lo que quiero pero no tengo.
No pensar en vos.
Dejarnos ir, una vez más.
Una vez más... Debería espabilarse un poco.
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