Hace dos años, en otra vida, en otro país, le escribí esto:
I miss your skin
I miss your smell
I miss your lips
I miss your hips
I miss your tights
I miss your hair
I miss your smile
I miss your knees
I miss your kisses
I miss your bites
I miss your tongue
I miss your mouth
I miss your hands
I miss your beats
I miss your back
I miss your neck
I miss your arms
I miss your face
I miss your ass
I miss you mine
I miss you all.
Y hoy me duele pensar en lo lejos que está y en todo lo que ya no me da.
Y hoy recuerdo con nostalgia las noches de verano pasadas a media luz, con la Virgen sobre la cama mirándonos, sus ojos brillantes en la oscuridad, la música de fondo, cómo lo miraba mientras él no sabía que lo miraba y las vueltas a casa esquivando bichos voladores, yo refugiada detrás de su mole.
Y hoy agradezco haberlo tenido durante ese verano, y saber que fue mío.
Y hoy quisiera volver atrás y tener esa inocencia primigenia, esa ansia por consumirlo, esa seguridad en mí misma, esa felicidad cuando jugaba a no querer levantarme nunca de la cama, esa euforia al volver a casa, ese placer extremo recién descubierto, esa sensación de estar viviendo el primer día del resto de mi vida.
Something deep.
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