Un movimiento simple los revela: dos lunares gemelos, puestos simétricamente sólo para que yo los vea. Y no dejo de pensar en ellos. En mirarlos. En tocarlos. En besarlos.
Sueño con recorrerlos con los dedos, recorrer tu piel, tus huesos, tus músculos, cadera, costillas, esternón, estómago, ombligo.
Sueño con venerar esos dos lunares gemelos, puestos simétricamente sólo para mí. Mí. Míos. Míos y tuyos. Y de los dos. Pero sólo nuestros.
Sólo puedo pensar en ellos. En tus lunares gemelos simétricos.
Y en la próxima vez que los vea.
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