A veces me olvido de quién soy. O de quién era.
A veces creo que estoy curada, que soy normal, que eso es aburrido.
Pero me encuentro con gente que me conocía antes de que esta calma desesperada se apoderase de mí, antes de perder el rumbo y entrar en animación suspendida.
Gente que me recuerda quién solía ser. Para ellos, con ellos.
Solía vibrar cada día. Solía expresarme. Solía escribir como respirar, hacer fotos como una segunda naturaleza, crear, crear, crear.
Solía conocer gente nueva sin tener miedo. Solía aprender todo el tiempo. Solía querer cosas. Solía tener largas discusiones sobre cosas que no importaban realmente, pero que en ese momento eran de vida o muerte.
Solía comprar billetes de avión para ir a pasar unos días a una ciudad que no era mía pero que se sentía como que sí, sólo para celebrar últimos aniversarios.
Solía reírme más. Solía reírme con más gente. Solía disfrutar de la compañía de otros seres humanos, más allá de un grupo muy reducido.
A veces no sé si es demasiado tarde para recuperar todo eso.
A veces ni sé si realmente quiero volver a ser así.
Pero me gusta poder recordar a otra Ana, una diferente y más confiada. Más llena.